Colombianas en el exterior “explotadas” a cambio de aprender un idioma

Jóvenes que viajan en modalidad de 'Au pair', en calidad de niñeras, para aprender un idioma y otra cultura, terminan siendo empleadas domésticas mal remuneradas, según una investigación de la Universidad Nacional.

Foto: Pixabay
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Jóvenes que viajan en modalidad de 'Au pair', en calidad de niñeras, para aprender un idioma y otra cultura, terminan siendo empleadas domésticas mal remuneradas, según una investigación de la Universidad Nacional.

El programa Au pair está dirigido a jóvenes, principalmente mujeres, entre 18 y 26 años que vienen de países subdesarrollados y desean viajar al primer mundo en calidad de “niñeras” en familias que a cambio del cuidado de sus hijos les ofrecen un bono económico, el aprendizaje del idioma y conocer la cultura del país receptor. 

Sin embargo, a partir de su vivencia personal en este esquema y del análisis de distintas experiencias de jóvenes colombianas, la antropóloga Juliana Chayutse Quecan Velásquez, magíster en Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), halló que esta modalidad no se trata solo de un simple programa de “intercambio”, sino que en ella se insertan modernas lógicas de explotación laboral que encierra la creciente feminización de las migraciones internacionales. 

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En su primer acercamiento, la antropóloga encontró que en los países desarrollados existe una fuerte y creciente demanda de empleadas domésticas, la cual obedece a los cambios sociodemográficos, culturales y económicos que se están presentando en estas sociedades, como el envejecimiento de la población, la participación de la mujer en el campo laboral y el aumento de hogares monoparentales, entre otros. 

Así mismo Colombia se considera un país expulsor de población, pues según el censo 2005 más de tres millones de colombianos residían fuera del país (8,08% de la población total) y las jóvenes colombianas que migran por medio del programa son profesionales o universitarias que cuentan con los medios para pagar los gastos para el viaje como cursos de idiomas, natación, primeros auxilios, visas y tiquetes, entre otros. 

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De esta manera, “el programa Au pair surge como respuesta inmediata y facilista a la actual crisis del cuidado, sin que dicho esquema se haya establecido como un trabajo y sin contar con una cifra certera sobre la cantidad de colombianas que están fuera del país bajo esta modalidad, lo que genera que las Au pair se vuelvan una figura invisible dentro de los fenómenos migratorios actuales”, argumenta la magíster Quecan. 

Menos de un salario mínimo 

Por medio de la netnografía (etnografías en la web), de entrevistas no dirigidas y del análisis de su propio diario de campo, cuando la magíster fue Au pair se pudo dar cuenta de que “las tareas sencillas del hogar” que promueve el programa como parte de las obligaciones de la Au pair se vuelven un término ambiguo que promueve la explotación del trabajo del cuidado de las mujeres, teniendo en cuenta que el bono económico que reciben por estas labores es menor al salario mínimo de estos países. 

“Dado que Au pair es “vendido” como un programa de intercambio cultural, se esconde la realidad de las labores que son trabajo; por ejemplo, la familia anfitriona te pide que cocines comida colombiana, para conocer un poco de tu cultura, pero al pasar los meses te das cuenta de que eres la cocinera de la casa”, señala la magíster. 

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Aunque no todas las experiencias de las jóvenes entrevistadas fueron negativas, la autora encontró que “la aceptación o no de las dinámicas que envuelven el programa en la realidad […] repercuten drásticamente en la forma como las jóvenes crean significados frente a lo que hacen y al relacionamiento que establecen con la familia receptora, generando así tres tipos de experiencias: integración, independencia y rechazo”. 

“Identifiqué que quienes quedaron felices y recomiendan el esquema son aquellas Au pair que tuvieron una buena relación con la familia y asumieron el trabajo del cuidado como una forma de ‘apoyo’ o ‘agradecimiento’ por el buen trato, más que como un trabajo”, agregó la magíster. 

En el segundo tipo de experiencia, las jóvenes asumen Au pair como un trabajo y negocian las salidas y las actividades a realizar con las familias, con lo que también se logra tener una experiencia positiva. 

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La tercera clasificación es cuando las jóvenes rechazan y se oponen a las actividades de servicio doméstico asignadas, por ir en contra de los falsos ideales de Au pair, lo que genera que las familias las denigren, discriminen y exploten, en cuyo caso se obtiene al final un saldo negativo del programa. 

“Au pair es un programa cimentado en lo que se podría denominar como “neoesclavitud” o “esclavitud rosa”, en la que con palabras “agradables” como “hermana mayor”, “intercambio cultural”, “tareas sencillas del hogar”, etc. se está enmascarando la importante labor que desarrollan las jóvenes colombianas en estos países y la fuerte solución fácil e inmediata que generan a los problemas sociodemográficos y económicos que viven los países desarrollados y subdesarrollados”, concluyó la autora.

Agencia de noticias UN