CREACIÓN DEL MUNDO

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Creación del Mundo - Shutterstock

CARAGABI, EL PADRE CREADOR

Dachizese, el ser primordial de la cultura Emberá entregó todo su poder y sabiduría a Caragabi, a tal punto que su protegido prevaleció sobre él mismo. Caragabi creó el sol y la luna, creó la bóveda celestial con cada uno de sus cuerpos remotos y brillantes, llevó a la tierra frutos para que de esta brotaran y se convirtieran en la alimentación de todo un pueblo; el maíz y el chontaduro fueron obra maestra de Caragabi quien también estableció el orden de los elementos y les dio un nombre, pero a pesar de su vasta creación le había quedado algo muy importante por crear.

El agua, el principal elemento de la historia de la humanidad no fue creación del gran Dios Emberá, un asunto que lo preocupaba demasiado, así es que pidió ayuda a su gran padre Dachizese quien lo dotó de una especial vara que al golpear dos grandes piedras hacía que de entre estas brotara una gran cantidad del vital líquido cuyo caudal resultaría insuficiente para las demandas de su pueblo que a diario y muy temprano se dirigía hacia las dos piedras con recipientes de todas las clases para que el mismo Caragabi los surtiera de tan necesario fluido.

Caragabi insistía a su pueblo en la trascendencia de cuidar y proteger el agua porque pronto dejaría de emerger de las dos piedras. Un buen día vieron los indios a un paisano que llevaba pescados a manos llenas, entonces le pidieron al propio Carabagi que revelara el lugar de donde brotaba agua en abundancia, el Dios les pidió serenidad y se encargó de averiguar para evitar que los impacientes indígenas fuesen a conformar una insurrección.

Caragabi vio al indio del que hablaban algunos y lo siguió hasta el cerro de los Tres Morros o “Kugurú”, el lugar del que se decía nacía el mismo y gran río Sinú, entonces el indio se dirigió a una gran roca y de ella abrió una puerta, rápidamente Caragabi convertido en colibrí logró ingresar también y fue testigo de que allí había una gran laguna con peces de muchos colores y cuando el indio lanzó una vara para pescar, Caragabi se convirtió en pez y mordió el anzuelo y fue puesto en una mochila junto con otros pescados.

El indio llegó a su choza, preparó el fogón y tomó varios pescados entre los que estaba Caragabi que al sentir el calor del fuego brincaba como no lo podía hacer ningún otro pez e hizo que el indio se retirara de la brasa muy asustado.

Caragabi se presentó ante el indio y este al reconocerlo intentó huir pero el gran Dios, esta vez transformado en un tigre lo atajó y le pidió que le suministrara peces y agua para su gente, el indio se negó y Caragabi lo convirtió en Jenzerá, una hormiga castigada que debía cargar las gotas de su propia agua sobre su cuerpo. Caragabi y su pueblo fueron hasta el lugar en donde había visto la laguna de grandes peces pero no existía, estaba cubierta por la selva y solo se alzaba en el punto un gran árbol llamado Jenené al que el trabajo mancomunado de hombres y animales logró tumbar.

Cuando el árbol comenzó a irse abajo se escuchó un estruendo impresionante, un ruido tan grande que ensordecía a kilómetros, el agua brotaba por todas partes y en el lugar en donde se acomodaban las raíces se formó el mar, el tronco originó el río Sinú y las ramas gruesas y delgadas otros ríos como el Esmeralda y el Verde, finalmente los surcos que hicieron las ramas al caer formaron las ciénagas.

Ante tanta demostración de vida, los Emberá decidieron convertirse en guardianes cuidadores permanentes del agua, por eso para la cultura indígena, el agua es sencillamente sagrada porque representa la vida misma.