EL ORIGEN DE LA LUZ

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LA ESENCIA DEL PUEBLO PUINAVE

El pueblo Puinave simplemente se describe como los hijos de Guarirom, una región del departamento del Guainía en las riveras de los ríos Inírida y Guaviare que en tiempos milenarios vivía en la total oscuridad y se encontraba habitada solamente por cuatro hermanos, Guarirom, Kwai, Pirkibiari y Nibdá.

Guarirom era el mayor y creador del universo pero lo dejó incompleto, Kwai fue asesinado pero de sus propios huesos nace Ducjin, el héroe civilizador que fue criado por Nibdá, la única mujer del clan y tía suya. Ducjin tiene una notable importancia para el pueblo Puinabe porque se convertiría en la flauta sagrada del Yuruparí.

A pesar de que Guarirom había creado el sol y las estrellas, el mundo permanecía en una total penumbra, era triste ver que los hermanos jugaban y trataban de ser felices pero en medio de la oscuridad la felicidad no dejaba ver su rostro, cuentan que con la aparición de más personas, el sol y la luna aprovechaban la situación para robarse a los niños y comérselos asados en una gran brasa.

Preocupada la población por los robos que cometían los astros decidieron tenderles una trampa, fue entonces que pactaron realizar una gran fiesta, se hizo chicha con el guarapo que se sacaba de la caña recolectada y dieron a beber a la particular pareja que gozó a más no poder con el baile y la estimulante bebida, al poco tiempo cayeron rendidos y ahí fue cuando el pueblo decidió prenderles fuego.

El sol no soportó el calor de las llamas y no encontró más remedio que sentarse en una barca mientras que su esposa la luna se arrojó al río y le lanzaba a su esposo ardiente agua en abundancia para apagarlo, este le pidió no hacerlo porque debía compensar al pueblo por haberse comido a tantos niños y tal resarcimiento consistía en alumbrarlos la mitad del día, además de ayudar a secar el casabe, la yuca y el plátano.

El sol se fue elevando sin dejar de alumbrar al pueblo y en su viaje pedía perdón por sus males y prometió continuar brindándoles luz, de esa manera pagaba poco a poco por sus pecados mientras que su esposa, la luna, también se elevó con la promesa de que en las noches iluminaría tenuemente para no dejarlos en la total oscuridad.

Guarirom observó complacido aquel espectáculo y separó el cielo y las nubes para que cada uno de los esposos ocupara su definitivo lugar y brindará a todo el pueblo Puinabe la luz de la cual careció desde su génesis. Los Puinave desde entonces honran el día con el trabajo que produce sudor en la frente pero que lleva el sustento a la familia y que es refrescado por las aguas de los grandes ríos que bañan a su pueblo y rinden tributo a la noche con la reunión y el compartir de la familia como la base de toda civilización que vive en armonía con sus semejantes, sean estas especies vegetales y animales.

Los Puinave honran toda la creación del universo porque fue un regalo entregado por Guarirom, su protector y amoroso creador.