ANDRÉS CAICEDO “El cuento de mi vida”

Arte y Literatura - Martes, 15 / May / 2007
 
Colombia.com
Un libro de memorias inéditas del escritor caleño Andrés Caicedo que muestra el lado que siempre se quiso conocer.

El lado del hombre sumido en una soledad infinita que siempre se preguntaba: ¿Por qué Andrés siempre está solo? El inseguro, el tímido, el soñador plasmado en 102 páginas que fueron parte de sus cuadernos “torcis”.

“Torcis”, así llamaba a sus días buenos, a sus días de buen escribir. Escritos de un cuaderno que fue su compañía en momentos de depresión y de alegría. Cinco capítulos llenos de confesiones, capítulos que toman forma de los diarios que Andrés siempre detestó.

En forma contradictoria, Andrés logró su objetivo: alejarse de lo malo (hierbas, perico y drogas en general) y acercarse a él mismo.

Leer estas memorias inéditas es como mantener una conversación con el escritor caleño que hizo parte del llamado grupo de Cali que también integraban Carlos Mayolo, Luis Ospina y Sandro Romero, todos ellos aficionados al cine.

Es imaginarse una película de su vida: Andrés de niño, expulsado de varios colegios incluso desde kinder. El Andrés tímido con las mujeres pero enamorado como él solo. El Andrés rebelde con su familia pero apasionado por el Cine Club. El Andrés que le tenía miedo a la soledad, incluso, a la misma vida.

Esta es la película que plasmaron sus hermanas al recopilar estos escritos bajo el nombre de “El cuento de mi vida”.

"Vivir más de veinticinco años es una insensatez"

Una de las frases famosas de Andrés que nunca escribió en este cuento. Por el contrario, en él se vislumbran unas ganas inmensas de vivir, de ser viejo, de estar acompañado.

“¿Qué haré cuando vuelva a Cali?”, se preguntó cuando estuvo en Los Angeles intentando vender un guión.

“Así es como voy a ser yo cuando esté viejo, como el pobre James Mason en el film, un escritor que le gusta leer a Poe, que le gusta Ulalume y deseando el sexo de las niñas”, escribió después de ver pedazos de Lolita de Kubrick.

“¿Qué haría yo allá? Si no voy a aceptar nada (mi debilidad es capaz), si no voy a sentir deseos de hablar en mi mal inglés, por lo tanto no podría decirle a Susan que quisiera tocarle su cabecita y pasar mis dedos por la cadera...”, plasmó nostálgico mientras se encontraba de viaje.

En ninguna de estas frases se vislumbró su fin pero sí en otras como “porque sufro de tristeza” o “tengo una soledad en pleno”.

Se vislumbró una “angustia mañanera” que lo hacía sentir grande y pequeño a la vez, que lo hacía fuerte ante la droga pero débil ante el Valium 10 y el Seconal que lo venció el 4 de marzo de 1977.

“Aparece Patricia, ven a mí, vente conmigo nuevamente...”, escribe Andrés en su última carta. “Te adoro, te idolatro, si no puedo vivir sin ti llevaré, supongo, una especie de antivida, de vida en reverso, de negativo de la felicidad, una vida con luz negra. Pero brilla el sol, tú puedes estar cerca. Ahora salgo a buscarte. Amor mío.” Así finaliza, literalmente, “El cuento de mi vida”.

POR:
LILIANA MATOS
SÍGUENOS EN:
Google News