Ana Mercedes Hoyos, la gran defensora de la aportación africana a América

La pintora y escultora Ana Mercedes Hoyos, fallecida hoy en Bogotá a los 72 años, fue una gran defensora del "americanismo" en el arte y consideraba que la aportación africana fue vital para forjar la identidad cultural del continente.

Colombia.com - Entretenimiento
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La pintora y escultora Ana Mercedes Hoyos, fallecida hoy en Bogotá a los 72 años, fue una gran defensora del "americanismo" en el arte y consideraba que la aportación africana fue vital para forjar la identidad cultural del continente.

El mexicano Diego Rivera era su modelo más que Picasso o cualquier otro pintor europeo o estadounidense y en su casa-taller bogotana, un verdadero museo no solo por la cantidad de obras de su autoría que reúne, atesoró también una colección de los grandes artistas latinoamericanos que amaba.

"La conciencia de nuestro pasado indígena, la conquista por los españoles y la llegada de los esclavos de África afianzan mi identidad", escribió Hoyos en un artículo autobiográfico para la revista cultural española "Intramuros" este año.

En ese texto se presenta simplemente como "Una mujer de 71 años" y explica en pocas palabras quién era, qué hizo y qué le importaba, empezando por su esposo, el arquitecto Jacques Mosseri, su hija Ana, también artista, y sus dos nietas, Elena y Ana.

"Soy colombiana y quiero transmitirlo a través de mi trabajo", escribió Hoyos, una mujer grande y fuerte que, sin embargo, era físicamente pequeña y frágil.

Aunque es conocida sobre todo por sus coloridos cuadros de las vendedoras de frutas del Caribe colombiano y sus "platones" o palanganas con papayas, patillas y bananas, su arte va mucho más lejos; es un pronunciamiento contra la esclavitud y la desigualdad.

Anamer, como la llamaban su familia y sus amigos, hizo el camino inverso al de otros artistas, empezó siendo abstracta y pasó a ser figurativa para "recuperar el mundo", como dijo en una entrevista con Efe en marzo de este año.

Según contaba, eso le había acarreado mucha incomprensión de los críticos y de otros artistas, que consideraban que había "bajado la guardia".

El interés por los africanos traídos a América como esclavos le provenía no solo de la importancia que le daba a su aporte a la identidad latinoamericana. "Desde que me conozco lo que más me interesa es la libertad", subrayó en la misma entrevista.

Hoyos tenía una especial relación con el pueblo colombiano de San Basilio de Palenque, fundado por esclavos y reconocido en una cédula real como primer corregimiento libre de América.

Aunque no salió de Bogotá en los últimos cinco años de su vida estaba enterada de todo lo que pasaba allí por medio de sus "corresponsales", como ella los llamaba.

Siempre preocupada por la conservación de la cultura propia de los palenqueros, que tienen hasta su propio idioma, mostraba con pesar las fotografías de nuevas construcciones que le mandaban desde allí y se ocupaba de promover a los grupos musicales tradicionales y de ayudar a la organización de la fiesta mayor de San Basilio.

Pero además leía e investigaba sobre la esclavitud.

Por eso, a los grandes retratos de "palenqueras", como se conoce a las vendedoras de frutas, se sumaron cuadros sobre los intrincados lazos que adornan los vestidos de las niñas el día de la fiesta y esquemáticas y móviles esculturas de barcos "negreros" que muestran cómo a los africanos los colocaban en las bodegas como si fueran mercancías y cómo de esa manera hacían el largo viaje a América.

También, esculturas de cabezas de africanos y de tambores y mapas sobre las rutas entre África, Europa y América de los comerciantes de esclavos.

A pesar de abordar un tema tan doloroso como la esclavitud, Hoyos, que decía ser una persona "constructora", lo hacía desde el enfoque de la alegría.

Por eso en los últimos tiempos estaba preocupada por el auge de los artistas que se inspiran en la violencia en Colombia y la muestran de manera desgarrada.

Sobre ello escribió en un artículo muy duro en un diario bogotano hace solo unos meses.

"Mientras hay mucho arte colombiano que está apuntándole a la violencia, yo llevo muchos años apuntándole a lo contrario: al bienestar, a la felicidad", dijo en otra entrevista con Efe con motivo de sus 50 años de actividad artística.

"Esa alegría de verdad, ese concepto que es difícil de entender, para nuestro país sería de fábula, porque tenemos no más en la población negra un 30 % de alegría", agregó Hoyos.

En los últimos tiempos la artista se había dedicado a catalogar la cuantiosa información, tanto gráfica como sonora, que reunió sobre San Basilio de Palenque a lo largo de su vida, con ayuda de un periodista colombiano radicado en Japón, su amigo Gonzalo Robledo, con vistas a hacer un documental.

Además de su Colombia natal y de Estados Unidos, donde vivió varios años, Hoyos sentía una gran admiración y gratitud por México, un país donde expuso por última vez en 2012 y donde abundan los coleccionistas de su obra.

Uno de los trabajos con los que más disfrutó fue un tríptico de gran tamaño sobre un mercado del Caribe que le encargó un empresario mexicano, porque iba a estar colocado frente a otro de Rivera, para ella el mayor artista del siglo XX.

El americanismo de Rivera es el "proyecto artístico del futuro", señalaba la artista bogotana, convencida de que América Latina necesita consolidar su propia "visión del arte y la sociedad". EFE