La Candelaria, más de 40 años de teatro por la paz en Colombia

Tras casi 50 años abanderando una cultura de paz en Colombia a través de las artes escénicas, la vicepresidenta y cofundadora del teatro La Candelaria, Patricia Ariza, fue reconocida esta semana con el Premio Nacional a la Defensa de los Derechos Humanos, en la categoría A toda una vida.

Tras casi 50 años abanderando una cultura de paz en Colombia a través de las artes escénicas, la vicepresidenta y cofundadora del teatro La Candelaria, Patricia Ariza, fue reconocida esta semana con el Premio Nacional a la Defensa de los Derechos Humanos, en la categoría A toda una vida.

Enclavado en el corazón histórico de Bogotá, La Candelaria nació en 1966 como un sistema de "creación colectiva", cuando las desigualdades sociales habían dado paso a la conformación, dos años antes, de las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y Ejército de Liberación Nacional (ELN).

Han pasado 48 años, y desde entonces Colombia vive sumida en la violencia, mientras La Candelaria, que toma su nombre del barrio más antiguo de Bogotá, tampoco ha cesado en la construcción de la paz.

"La creación colectiva en Colombia no es solo una metodología, sino una filosofía: creer que se puede crear con el otro", explicó a Efe Ariza, galardonada esta semana por la asociación sueca Diakonia, en colaboración con la Unión Europea.

Este sistema, pese a "romper el individualismo, permite que el individuo pueda también tener su desarrollo propio", argumentó sobre un método que parte de la dramaturgia o del texto, la base para que los actores improvisen e inventen situaciones, personajes o espacios.

El objetivo es huir de lo convencional, cerrado de antemano, para que el colectivo cree la obra, aclaró.

Ariza ha contribuido así a cambiar la percepción de los espectadores con espectáculos muy emblemáticos, como "Guadalupe Años 50", que ha estado en los escenarios durante trece años.

También ha trabajado, a través del teatro, con las víctimas del conflicto armado con el propósito de convertir "el dolor en fuerza", apuntó.

"No se trata de olvidar, nadie puede olvidar que le mataron un esposo o a los hijos, pero es importante recordar porque el dolor se transforma con la creatividad", apostilló.

El premio que ha recibido a los 68 años Ariza, originaria del departamento de Santander (centro), cobra particular relevancia en el momento actual en el que las FARC y el Gobierno negocian un acuerdo de paz en La Habana.

Para esta dama del teatro, es fundamental romper la dinámica social en torno al conflicto porque, a su juicio, "una parte de Colombia tiene el imaginario engatillado porque ha habido mucha política del establecimiento (oficial) hacia la guerra".

Ahora hay que dar voz a esa Colombia que "cree que la única solución es política y con reformas sociales profundas", colectivo del que se siente parte.

Consideró así que "llegar a la paz sin cultura de paz es imposible", por lo que su labor al frente de La Candelaria, que compatibiliza con la Presidencia de la Corporación Colombiana de Teatro, tiene una importancia capital.

"Exclusivamente desde la racionalidad política o desde la buena voluntad no es suficiente, la cultura es imprescindible", insistió a Efe.

Y es que Ariza ha conocido en carne propia las consecuencias de la violencia pues fue cofundadora de la Unión Patriótica, el partido que nació en 1985 por un acuerdo entre las FARC y el Gobierno de entonces, y cuyos miembros, aún después de obtener representación política tras las elecciones, fueron aniquilados de forma sistemática.

A esos cerca de 4.000 asesinatos, cometidos por paramilitares e incluso por fuerzas de seguridad del Estado, Ariza los califica como el "genocidio político".

"Es una tragedia y los que sobrevivimos, sobrevivimos para contarlo, para cantarlo y para decirlo en el teatro", aseveró.

Ariza, que sido amenazada y víctima de atentados, ha dedicado su vida a contar esta tragedia a través del teatro en la propia sede de La Candelaria en Bogota, ubicada en una antigua casona colonial, espectáculos callejeros e incluso giras internacionales.

Con estas representaciones artísticas, la ganadora del Premio Nacional a la Defensa de los Derechos Humanos sigue buscando ir "más allá de la denuncia" y explorar "formas estéticas distintas de habitar la plaza pública".

Gonzalo Domínguez Loeda.

EFE