Di María, peón y alfil de Ancelotti

El argentino se ha convertido en la venta más alta de la historia del Real Madrid después de que el conjunto blanco haya aceptado traspasarlo al Manchester United por una cifra que ronda los 75 millones de euros.

Ángel Di María, peón y alfil de Carlo Ancelotti. Foto: EFE
Ángel Di María, peón y alfil de Carlo Ancelotti. Foto: EFE

El argentino se ha convertido en la venta más alta de la historia del Real Madrid después de que el conjunto blanco haya aceptado traspasarlo al Manchester United por una cifra que ronda los 75 millones de euros.

El centrocampista argentino Ángel Di María se ha convertido en la venta más alta de la historia del Real Madrid después de que el conjunto blanco haya aceptado traspasarlo al Manchester United por una cifra que ronda los 75 millones de euros, más 15 posibles en incentivos por objetivos.

Este récord, que además le sirve para ocupar un lugar entre los fichajes más caros de todos los tiempos, hace honor al papel realizado por un futbolista que ha sido esencial en el esquema de Carlo Ancelotti durante una temporada en la que su equipo conquistó la Copa del Rey y la ansiada Décima Copa de Europa.

De hecho, el técnico italiano ha sido su principal valedor, el hombre que ha confiado en él tanto en los buenos como en los malos momentos. Porque de todos ha tenido el 'fideo' en su último año de blanco, el que acabó siendo el mejor con la elástica merengue.

Acodado en la banda desde que aterrizó en la capital de España gracias a su velocidad, su capacidad de desborde y sus precisas asistencias, la llegada del galés Gareth Bale el pasado verano le auguraba soporíferas tardes de banquillo.

Sin embargo, Di María escondía una cara oculta que nadie hasta Ancelotti se había atrevido a explorar. El entrenador aparcó las virtudes más visibles del argentino y, bien por necesidad o por fe, decidió darle protagonismo a las secundarias asignándole una nueva tarea sobre el césped.

Situado en uno de los vértices del triángulo construido en el centro del campo como solución a la baja del alemán Sami Khedira, el trabajo y la intensidad se convirtieron en el argumento del 22 blanco para ganarse un puesto. Todo ello sin renunciar a las habilidades inherentes al extremo puro, mutando así en un futbolista completo que ofrecía solvencia en la presión y al mismo tiempo verticalidad ofensiva.

Una apuesta sorprendente y atrevida en el momento más delicado posible, ya que el centrocampista había despertado la animadversión de algunos aficionados tras llevarse la mano a los genitales al ser sustituido ante el Celta en medio de los silbidos de la grada del Santiago Bernabéu.

Tal como hiciera poco antes cuando se hablaba del posible malestar de su pupilo por la falta de minutos, esa última situación polémica la desvió en público Ancelotti defendiendo en este caso la versión del criticado. Esa complicidad le hizo bien a Di María, que experimentó desde ese momento una mejoría en su rendimiento. Entre la espada y la pared, tras asumir que la mejora económica que pedía no le sería concedida y ver las puertas del club cerradas, recapacitó y se ganó el perdón sobre el césped.

Aclimatado progresivamente al nuevo papel, adornó con un tanto su gran actuación en la final de la Copa del Rey ante el Barcelona. Una cita especial para él pues, tres años antes, ya había puesto el centro en el gol de Cristiano Ronaldo que dio el trofeo a los suyos.

Esa importancia se trasladó también a la Liga, donde el equipo acusó su baja contra el Sevilla y el Celta. Ambos partidos terminaron en derrota y mermaron las opciones de alzarse con el título.

Sí estuvo, por contra, en el duelo que decidía la Liga de Campeones ante el Atlético de Madrid en Lisboa. Allí redondeó su esfuerzo durante los noventa minutos con la acción que dio origen al 2-1 transformado por Bale.

Pasajes brillantes que han encontrado su continuidad con la albiceleste durante el Mundial de Brasil. En la cita de selecciones más trascendental rindió a gran nivel hasta que una lesión le obligó a ver la final ante Alemania sentado junto a los suplentes.

Pese a ello las alabanzas globales se las llevaron jóvenes como el alemán Toni Kroos o el colombiano James Rodríguez. El Real Madrid, que siempre ha mostrado predilección por aquellos que deslumbran en ese escaparate, se ha hecho con los servicios de ambos. La decisión ha supuesto un revés para el argentino que ve como a una estrella en ciernes como James, le dan de inicio el sueldo que él siempre demando sin éxito.

Así las cosas Di María, que llegó procedente del Benfica en el año 2010, pone rumbo a su nuevo destino convertido en un centrocampista talentoso, que también es versátil gracias a su capacidad para sobrevivir, y acostumbrado a la competencia atroz y a los exámenes semanales. Valores, todos ellos, que se pagan a precio de oro. Carlos Mateos. EFE

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