Champions League

El final más cruel

El Atlético de Madrid acarició su primera Liga de Campeones durante casi una hora de partido frente al Real Madrid, pero la perdió de la forma más cruel, como aquella vez en 1974 frente al Bayern Múnich en Bruselas, en dos historias que marcan la delgada línea que le ha separado de dos Copas de Europa.

El jugador del Atlético de Madrid Tiago Mendes. Foto: EFE
El jugador del Atlético de Madrid Tiago Mendes. Foto: EFE

El Atlético de Madrid acarició su primera Liga de Campeones durante casi una hora de partido frente al Real Madrid, pero la perdió de la forma más cruel, como aquella vez en 1974 frente al Bayern Múnich en Bruselas, en dos historias que marcan la delgada línea que le ha separado de dos Copas de Europa.

Dos finales en 40 años, dos partidos en los que se sintió ganador, dos encuentros en los que nadie podía imaginar peor desenlace para el equipo rojiblanco. Del estadio Heysel a La Luz de Lisboa. Del minuto 119 en la prórroga ante el Bayern hasta el minuto 93 frente al Real Madrid, cuando Sergio Ramos empató hoy el partido.

Le había costado cuatro décadas volver a una final, disponer de una nueva oportunidad, de una cita con la historia que había merecido con una Liga de Campeones perfecta hasta el encuentro de esta noche. No había cedido ni una sola derrota, con nueve triunfos y tres empates, con Milan, Barcelona y Chelsea eliminados de camino.

Desde entonces, el Atlético no jugaba una final de la Copa de Europa; desde aquel momento que ha permanecido imborrable en las generaciones que vieron ese partido en el campo o por televisión y en las posteriores, a las que siempre les contaron lo sucedido, aquel tanto de Hans Georg Schwarzenbeck en el último instante de la prórroga, cuando el conjunto rojiblanco ya se sentía campeón.

Fue el 15 de mayo de 1974. Esa fecha ha resonado una y otra vez siempre que el equipo disputaba la Copa de Europa, cada vez que volvía a intentarlo, cada vez que se recordaba que el fútbol le debía una al Atlético desde ese momento, desde ese empate a uno que provocó un encuentro de desempate, ganado por el Bayern por 4-0.

Nadie en el Atlético había olvidado Bruselas, el estadio Heysel, el gol de falta directa en el minuto 114 de Luis Aragonés, que ya saltaba cuando su perfecto golpeo superó la barrera, porque sabía que esa magnífica parábola iba dentro. Tampoco el 1-1 del conjunto alemán, con aquel trallazo lejano que sorprendió a Miguel Reina.

Ese gol separó a un equipo legendario de la gloria contra el poderoso Bayern de Sepp Maier, Paul Breitner, Franz Beckenbauer, Uli Hoeness o Gerd Müller y convirtió la Copa de Europa, aquel curso en el que el Atlético fue sensacional en el torneo, sin derrotas hasta la final, en un mal recuerdo, sin consuelo rojiblanco, como hoy.

El sábado 24 de mayo de 2014 es una fecha triste para el Atlético. Es el día que recuperó las mismas lágrimas que surgieron entre los aficionados el 15 de mayo de 1974 y la noche que mantuvo una deuda pendiente con la Copa de Europa, una competición que, por el momento, golpea de la forma más cruel al equipo rojiblanco. EFE