El avión solar descansa en Birmania

El avión Solar Impulse II se encuentra en la ciudad birmana de Mandalay, donde permanecerá dos días antes de proseguir con su vuelta alrededor del mundo en la primera aeronave impulsada únicamente con energía solar.

Vista del avión Solar Impulse II, guardado dentro de un hangar hinchable en el Aeropuerto Internacional de Mandalay (Birmania). Foto: EFE
Vista del avión Solar Impulse II, guardado dentro de un hangar hinchable en el Aeropuerto Internacional de Mandalay (Birmania). Foto: EFE

El avión Solar Impulse II se encuentra en la ciudad birmana de Mandalay, donde permanecerá dos días antes de proseguir con su vuelta alrededor del mundo en la primera aeronave impulsada únicamente con energía solar.

El avión llegó a Birmania desde la ciudad india de Varanasi, tras lograr una velocidad récord de 200 kilómetros por hora y recorrer unos 1.400 kilómetros.

El piloto Bertrand Piccard, que voló durante unas 20 horas, completó así el cuarto tramo del viaje alrededor del mundo que empezó el pasado 9 de marzo en Abu Dhabi (Emiratos Árabes Unidos) con escalas en Muscat (Omán), Ahmedabad (India) y Varanasi.

Piccard, un psiquiatra nacido en una familia de exploradores, se turna a los mandos del avión monoplaza con André Borschberg, un ingeniero formado en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) de Estados Unidos.

El próximo domingo, el Solar Impulse II tiene previsto partir hacia la ciudad china de Chongqing, situada a mas de 1.300 kilómetros.

Este periplo alrededor del mundo, que se prolongará durante cinco meses y 35.000 kilómetros, aún tiene que superar las etapas más difíciles, a través de los océanos Pacífico y Atlántico, con escalas en Estados Unidos y en Europa, quizá en España, o en el norte de África antes de retornar a Abu Dhabi.

El equipo del proyecto quiere demostrar que, además de poder volar de día y noche exclusivamente con energía solar, es posible dar la vuelta al mundo en avión sin emitir gases contaminantes.

El avión tiene unas enormes "alas" de 72 metros de envergadura (las de un Boeing 747 Jumbo miden 68,5 metros) y está cubierto de una fina capa de fibra de carbono que alberga 17.248 células solares para darle autonomía hasta cinco noches y cinco días.

La cabina tiene un volumen de 3,8 metros cuadrados, suficientes para almacenar el oxígeno, la comida, el agua, el paracaídas y el resto del equipamiento necesario para el piloto, y tiene un asiento ergonómico que se reclina de forma que su ocupante pueda sentarse, estirarse e incluso hacer ejercicio. EFE

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