Vida y Estilo • JUN 16 / 2011
Crudo y vegetal: ¿el secreto de la eterna juventud?
Las dietas crudas están basadas en el consumo de alimentos orgánicos y sin cocinar. Entre ellas, la modalidad vegana es la más estricta.
Colombia.com - Vida y Estilo
Las dietas crudas están basadas en el consumo de alimentos orgánicos y sin cocinar. Entre ellas, la modalidad vegana es la más estricta.
Mientras algunas dietas proponen el consumo de carne y pescado sin cocer, y otras incluyen derivados de animales como miel, huevos y leche sin pasteurizar, la modalidad vegana es la más restrictiva de todas.
Esta dieta consiste en el consumo exclusivo de vegetales orgánicos y sin cocinar. Dentro del veganismo crudo hay prácticas aún más severas: están los que sólo se alimentan de zumos, los que se nutren enteramente de brotes y quienes comen nada más que frutas. Para ser considerado crudista, una persona debe incluir al menos setenta y cinco por ciento de alimentos crudos. Sus proponentes afirman que éste es el porcentaje mínimo que el organismo requiere para eliminar las toxinas y prevenir o curar enfermedades. El objetivo último, según los más ortodoxos, es llegar a eliminar la cocción totalmente y para siempre.
Hay dos razones poderosas, según este credo, para no cocinar los alimentos ni calentarlos por encima de los 47 grados, o para algunos, 40 grados. La primera es que las temperaturas superiores a ese umbral destruyen los minerales, las vitaminas y los fitonutrientes necesarios para la salud, además de las enzimas vegetales que ayudan en la digestión. Cocinar equivale a matar las enzimas o lo que sería igual, la vida contenida en las plantas. La segunda razón para comer alimentos crudos es que durante el proceso de cocción se crean sustancias químicas tóxicas que se acumulan en el organismo y terminan por enfermarlo.
Esta dieta, según sus defensores, ofrece un sinfín de beneficios tanto para el cuerpo como para la mente. Entre éstos, incremento de la resistencia a las enfermedades al fortalecer el sistema inmunológico; rejuvenecimiento y luminosidad de la piel; adelgazamiento y mantenimiento del peso ideal; disminución de la velocidad de la oxidación corporal, responsable del envejecimiento; más energía, y mayor claridad de pensamiento.
Los más convencidos le atribuyen también beneficios espirituales y afirman que veganismo crudo es mucho más que unos principios de alimentación: es un estilo de vida que defiende también la salud del planeta. Al consumir productos orgánicos se protege el medio ambiente de la agresión de toneladas de sustancias contaminantes, como herbicidas y fertilizantes, y al no cocinar ningún alimento, el gasto de energía es prácticamente inexistente.
¿Qué comer crudo y qué no?
Mientras unos alimentos resultan más nutritivos comiéndolos crudos, otros pueden ser nocivos. Entre los primeros se encuentran las frutas, frescas y secas; las verduras; las raíces; las hierbas aromáticas y las especias; las semillas; los frutos secos; los brotes; las algas y las plantas marinas.
Entre los insalubres se cuentan, entre otros, el trigo sarraceno, ciertos hongos, los guisantes, las patatas, las hojas de ruibarbo y la mandioca. Algunas legumbres se pueden consumir después de haberlas hecho brotar, pero otras, como las judías, los frijoles rojos y la soja no son comestibles sin cocinar. Las bebidas permitidas son el agua purificada -no del grifo-, los zumos de frutas y verduras, la leche de coco y las diferentes leches preparadas a partir de los frutos secos, como la de almendras o la de anacardos.
El alcohol y la cafeína están excluidos, y también el té y el café, dado que para su preparación se utiliza agua a más de la temperatura considerada inocua.
Procesar, remojar y brotar
Ni hornallas, ni hornos ni parrillas. Para preparar sus comidas, los crudistas recurren a su propia batería: minipimers, procesadores de comida, licuadoras, zumeras, cubos para germinar y brotar los granos y deshidratadores para secar las frutas. Las semillas y los frutos secos se consumen preferentemente después de haberlos dejado en remojo durante varias horas ya que de acuerdo a esta dieta, el remojado activa y potencia las enzimas.
Otra manera muy popular de preparar los granos y las semillas es haciéndolos brotar. Los brotes son el súmmum de los llamados alimentos vivos, ya que en éstos la actividad y la fuerza de las enzimas se multiplica. Éstas ayudan no sólo a la digestión sino que actúan como un latigazo de energía y vitalidad para organismo.
Gourmet y saludable
Lejos de lo que los no iniciados tienden a creer, los veganos crudos no se alimentan sólo de ensaladas, macedonias y zumos. Gracias al renacimiento de esta dieta en todo el mundo y particularmente en California -cuna del movimiento en Estados Unidos en el 1900 y revitalizado en los 80- la oferta de revistas, documentales, libros y cursos de cocina y restaurantes crece incesantemente.
Los chefs especializados han creado versiones crudas de clásicos como pizzas, tallarines y tartas de frutas, que si bien no saben como los originales -esa no es la intención, según sus creadores- son igualmente apetecibles y a menudo más saludables, al estar preparados con productos orgánicos y sin azúcar refinada, grasas saturadas y añadidos químicos.
Esta dieta consiste en el consumo exclusivo de vegetales orgánicos y sin cocinar. Dentro del veganismo crudo hay prácticas aún más severas: están los que sólo se alimentan de zumos, los que se nutren enteramente de brotes y quienes comen nada más que frutas. Para ser considerado crudista, una persona debe incluir al menos setenta y cinco por ciento de alimentos crudos. Sus proponentes afirman que éste es el porcentaje mínimo que el organismo requiere para eliminar las toxinas y prevenir o curar enfermedades. El objetivo último, según los más ortodoxos, es llegar a eliminar la cocción totalmente y para siempre.
Hay dos razones poderosas, según este credo, para no cocinar los alimentos ni calentarlos por encima de los 47 grados, o para algunos, 40 grados. La primera es que las temperaturas superiores a ese umbral destruyen los minerales, las vitaminas y los fitonutrientes necesarios para la salud, además de las enzimas vegetales que ayudan en la digestión. Cocinar equivale a matar las enzimas o lo que sería igual, la vida contenida en las plantas. La segunda razón para comer alimentos crudos es que durante el proceso de cocción se crean sustancias químicas tóxicas que se acumulan en el organismo y terminan por enfermarlo.
Esta dieta, según sus defensores, ofrece un sinfín de beneficios tanto para el cuerpo como para la mente. Entre éstos, incremento de la resistencia a las enfermedades al fortalecer el sistema inmunológico; rejuvenecimiento y luminosidad de la piel; adelgazamiento y mantenimiento del peso ideal; disminución de la velocidad de la oxidación corporal, responsable del envejecimiento; más energía, y mayor claridad de pensamiento.
Los más convencidos le atribuyen también beneficios espirituales y afirman que veganismo crudo es mucho más que unos principios de alimentación: es un estilo de vida que defiende también la salud del planeta. Al consumir productos orgánicos se protege el medio ambiente de la agresión de toneladas de sustancias contaminantes, como herbicidas y fertilizantes, y al no cocinar ningún alimento, el gasto de energía es prácticamente inexistente.
¿Qué comer crudo y qué no?
Mientras unos alimentos resultan más nutritivos comiéndolos crudos, otros pueden ser nocivos. Entre los primeros se encuentran las frutas, frescas y secas; las verduras; las raíces; las hierbas aromáticas y las especias; las semillas; los frutos secos; los brotes; las algas y las plantas marinas.
Entre los insalubres se cuentan, entre otros, el trigo sarraceno, ciertos hongos, los guisantes, las patatas, las hojas de ruibarbo y la mandioca. Algunas legumbres se pueden consumir después de haberlas hecho brotar, pero otras, como las judías, los frijoles rojos y la soja no son comestibles sin cocinar. Las bebidas permitidas son el agua purificada -no del grifo-, los zumos de frutas y verduras, la leche de coco y las diferentes leches preparadas a partir de los frutos secos, como la de almendras o la de anacardos.
El alcohol y la cafeína están excluidos, y también el té y el café, dado que para su preparación se utiliza agua a más de la temperatura considerada inocua.
Procesar, remojar y brotar
Ni hornallas, ni hornos ni parrillas. Para preparar sus comidas, los crudistas recurren a su propia batería: minipimers, procesadores de comida, licuadoras, zumeras, cubos para germinar y brotar los granos y deshidratadores para secar las frutas. Las semillas y los frutos secos se consumen preferentemente después de haberlos dejado en remojo durante varias horas ya que de acuerdo a esta dieta, el remojado activa y potencia las enzimas.
Otra manera muy popular de preparar los granos y las semillas es haciéndolos brotar. Los brotes son el súmmum de los llamados alimentos vivos, ya que en éstos la actividad y la fuerza de las enzimas se multiplica. Éstas ayudan no sólo a la digestión sino que actúan como un latigazo de energía y vitalidad para organismo.
Gourmet y saludable
Lejos de lo que los no iniciados tienden a creer, los veganos crudos no se alimentan sólo de ensaladas, macedonias y zumos. Gracias al renacimiento de esta dieta en todo el mundo y particularmente en California -cuna del movimiento en Estados Unidos en el 1900 y revitalizado en los 80- la oferta de revistas, documentales, libros y cursos de cocina y restaurantes crece incesantemente.
Los chefs especializados han creado versiones crudas de clásicos como pizzas, tallarines y tartas de frutas, que si bien no saben como los originales -esa no es la intención, según sus creadores- son igualmente apetecibles y a menudo más saludables, al estar preparados con productos orgánicos y sin azúcar refinada, grasas saturadas y añadidos químicos.
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