Despeje sus dudas, conozca los mitos y realidades de la insulina

En Colombia, el 59% de los pacientes con enfermedades crónicas, como la diabetes, no se adhiere al tratamiento indicado por el médico y la proporción de hospitalizaciones derivadas de su incumplimiento es del 33 al 69%.

Colombia.com - Vida y Estilo
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En Colombia, el 59% de los pacientes con enfermedades crónicas, como la diabetes, no se adhiere al tratamiento indicado por el médico y la proporción de hospitalizaciones derivadas de su incumplimiento es del 33 al 69%.

En el caso de la Diabetes Mellitus Tipo 2,  la no adherencia al tratamiento se deriva de la falta de conocimiento y las creencias erradas que tienen los pacientes con relación a la insulina.

La diabetes es una enfermedad progresiva, en algún momento será necesario utilizar la insulina en el tratamiento.  

Según el Observatorio de Diabetes de Colombia, una persona se diagnostica con diabetes cuando los niveles de glucosa (azúcar) en la sangre están muy elevados. Esto sucede si el páncreas deja de producir insulina, no la produce en cantidad suficiente o las células del organismo no responden de manera adecuada a la insulina con el fin de mantener la glucosa en la sangre bajo control.

El temor es uno de los principales impedimentos para que los pacientes con diabetes no inicien su tratamiento con insulina. El estudio GAPP (Global Attitudes of Patients and Physicians), realizado por el laboratorio de origen danés, Novo Nordisk, arroja que el 33,2% de los pacientes reportaron no haberse aplicado la insulina al menos 1 día en el mes y 72,5% de los médicos reportaron que sus pacientes típicos no se administraban la insulina de acuerdo a las indicaciones.

 “La insulina entonces es una hormona que tiene como función permitir que las células y los tejidos del organismo capten la glucosa y la almacenen, con lo que bajan las cifras de glucosa en la sangre luego de ingerir un alimento”, asegura el Dr. Juan Gabriel Cendales, Director Médico de Novo Nordisk, especialista en Medicina Interna y Cuidado Crítico.

Existen diferentes tipos de barreras, tanto en los médicos como en los pacientes, que no permiten que se inicie a tiempo el tratamiento con insulina. Percepciones como “mi diabetes está empeorando”, “las demás personas me verán como una persona más enferma”, “mi vida será menos flexible, menos agradable”, “mi salud se comenzará a deteriorar” y “tengo que sufrir dolor”; son algunas expresiones que recopiló el estudio Diabetes Voice en 2004.

A continuación, los mitos relacionados con la insulina:

    Mitos Realidad

La diabetes se puede curar 

Actualmente no existe cura para la enfermedad.
La inyección es dolorosa Es indolora con jeringas ultra-finas o  herramientas como el flexpen. Puede inyectarse en áreas (como el abdomen) que no tienen muchos nervios y que 
La aplicación de la inyección no es segura Existen herramientas que permiten administrar la dosis exacta y la inyección se aplica en el tejido graso y no en músculo o una vena; siendo un procedimiento de bajo riesgo. 
No se puede suspender Una vez que los niveles de glucosa en sangre están bajo control, es posible reducir la dosis o incluso eliminarla del tratamiento. 
Crea adicción Es un tratamiento que se utiliza para evitar complicaciones. Si el cuerpo no produce insulina se debe administrar para suplir sus funciones. 
Sinónimo de que la enfermedad está empeorando Personas con diabetes tipo 2 necesitarán utilizarla tarde o temprano, sin importar si han seguido o no el tratamiento al pie de la letra.
Produce episodios de hipoglucemia Se puede escoger las insulinas análogas porque al ser de acción lenta, y que se aplican una vez al día, tienen menor probabilidad de generar estos episodios.
Causa ceguera No hay evidencia científica que lo demuestre. La retinopatía se produce después de varios años del mal control de la diabetes y no por el uso de insulina. 
Causa sobrepeso Existen insulinas que aumentan menos el peso que otras. Con un plan de alimentación que contenga únicamente las calorías necesarias y un programa de ejercicio, se evitarán los kilos de más.
Pone límites a la vida cotidiana Cada vez los tratamientos son más flexibles siempre y cuando se apoyen de alimentación saludable y actividad física.

 

Algunas personas que han iniciado el tratamiento aseguran que han subido de peso. La razón es que cuando el nivel de azúcar en la sangre está muy elevado, muchas de las calorías, principalmente el azúcar, que se consumen son desechadas en la orina. Pero en el momento en que empieza la terapia, el azúcar extra se absorbe por el efecto de la insulina, causando aumento de peso. A lo anterior se le suma el hecho de que cuando un paciente tiene hipoglucemia, o sensación de baja de azúcar, reactivamente come mucho. Sin embargo, existen insulinas que aumentan menos el peso que otras.

Otro temor es padecer de episodios de hipoglucemia, concentración baja de glucosa en la sangre. El Dr. Juan Gabriel Cendales afirma que “las insulinas humanas, que se usan desde la segunda Guerra Mundial,  producen más hipoglicemia que las análogas que ya están disponibles en el POS”. Las insulinas análogas son moléculas producidas gracias a la biotecnología que tienen una variación en uno o dos aminoácidos de la cadena de insulina, por ser de acción lenta, y que se aplican una vez al día, tienen menor probabilidad de generar episodios de hipoglicemia.

No obstante, los eventos dependen mucho del tratamiento. Lo importante es entender que la hipoglicemia es un efecto secundario del tratamiento de la diabetes, un evento esperado que puede ser prevenido o disminuir el riesgo de sufrirlo,  y no solo la produce la insulina, también los antidiabéticos orales.

Las personas con diabetes pueden controlar mejor su enfermedad cuando están bien informados sobre la alimentación, la actividad física, los medicamentos y las metas del tratamiento. Para alcanzar estos logros es necesario que exista una adecuada comunicación entre el paciente y el médico, pues éste se convierte en la principal fuente de información para el entendimiento de la enfermedad.

Tips para los médicos:

- Desde el principio, hablar al paciente sobre la insulina, no como amenaza sino como parte esencial del tratamiento.

- Iniciar el tratamiento de la insulina con dosis bajas, pues si son altas el paciente va a tener mayor riesgo de hipoglicemia y no va a querer adherirse al tratamiento.

- Revisar las preferencias de los pacientes, a qué le teme y de acuerdo a eso  administrar el tratamiento.