Semana Santa: Oración para el lavatorio de los pies

El Evangelio de San Juan relata que Jesús decide lavarles los pies a sus discípulos, siendo este un testimonio de la vocación al servicio del mundo. 

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El Evangelio de San Juan relata que Jesús decide lavarles los pies a sus discípulos, siendo este un testimonio de la vocación al servicio del mundo. 

Resplandece también una espantosa humildad, cuando el Rey de la gloria se levantó de la mesa, y ceñido con un lienzo a manera de siervo, echó agua en un baño, y postrado en tierra, comenzó a lavar los pies de los discípulos, sin excluir de ellos al mismo Judas que lo había vendido. Y resplandece sobre todo esto una inmensa liberalidad y magnificencia de este Señor, cuando a aquellos primeros sacerdotes, y en aquellos a toda la Iglesia, dio su sacratísimo cuerpo en manjar, y su sangre en bebida: para que lo que había de ser el día siguiente sacrificio y precio inestimable del mundo, fuese nuestro perpetuo viático y mantenimiento, y también nuestro sacrificio cotidiano.

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Oración para el lavatorio de los pies

A VUESTROS PIES, HERMANOS
Me rendiré, como sacerdote, 
para recordarme a mí mismo 
que, un sacerdocio sin obras,
son palabras que tal vez disipa el viento
Que una entrega clavada y escrita en discursos
exige como broche de oro el amor.
Un amor que es sacrificio y sufrimiento,
pasión, incomprensión e incluso rechazo.
¡A vuestros pies, hermanos!
Me inclinaré como cristiano
Sabiendo que, si digo ser de Cristo,
he de descender a la realidad del que llora
o desde la pobreza añora una mano amiga
¡A vuestros pies, hermanos!
Derramaré el agua de mi tiempo
cuando, la soledad que a tantos atenaza,
reclame mi atención, mi presencia o mi consejo
Enjugaré, con las lágrimas de mi compasión,
cuando encuentre peregrinos que han perdido el norte
almas que, por el camino, quedaron tibias
corazones que, en tantas traiciones,
quedaron enfundados en el pesimismo o el desamor
¡A vuestros pies, hermanos!
Caeré envuelto con la toalla de mi comprensión
ataviado con el traje del que sirve más y mejor
fortalecido con la jofaina de la oración
enriquecido con el agua de la fe
empujado con las armas de la oración
¡Sí! ¡A vuestros pies, como Jesús!
Me inclinaré para, en esos pies sufrientes
encontrar las huellas de un Dios invisible pero visible
triunfante pero presente en la humanidad doliente
celeste pero abrazado al hombre bajo mil cruces
¡A vuestros pies, hermanos!
Dirigiré mis ojos, mis manos y mi corazón
Mi ojos para ver en ellos el rostro de Cristo
Mis manos, para ser testigo de la fe y del Evangelio
Mi corazón, para no quedarme disfrazado en palabras
Gracias, Señor, porque al buscar mis pies
me indicas y sugieres el camino que he de seguir
para amarte, servirte y ofrendarte mi vida entera:
¡EL AMOR QUE SE DA CAYENDO A LOS PIES DE LOS DEMÁS!

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