Novena Santo Tomás de Aquino para recuperar un amor, día 2

¿Quieres recuperar un amor? Santo Tomás de Aquino puede interceder en los casos difíciles o en las ataduras del amor.

Colombia.com - Vida y Estilo
Colombia.com - Vida y Estilo

¿Quieres recuperar un amor? Santo Tomás de Aquino puede interceder en los casos difíciles o en las ataduras del amor.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Te puede interesar: Oración a los Santos Apóstoles Pedro y Pablo para los niños

Oración para todos los días

A Vos, Dios mío, fuente de misericordia, me acerco yo, inmundo pecador, para que os dignéis lavar mis manchas. ¡Oh Sol de justicia, iluminad a este ciego! ¡Oh Médico eterno, sanad a este miserable! ¡Oh Rey de reyes, vestid a este desnudo! ¡Oh mediador entre Dios y los hombres, reconciliad a este reo! ¡Oh buen Pastor, acoged a esta oveja descarriada! Otorgad, Dios mío, perdón a este criminal, indulgencia a este impío y la unción de vuestra gracia a esta endurecida voluntad. ¡Oh clementísimo Señor!, llamad a vuestro seno a este fugitivo, atraed a este resistente, levantad al que está caído y una vez levantado sostenedle y guiad sus pasos. No olvidéis, Señor, a quien os ha olvidado, no abandonéis a quien os abandonó, no desechéis a quien os desechó y perdonad en el cielo a quien os ofendió en la tierra. Amén.

Oración a la Santísima Virgen

¡Oh bienaventurada y dulcísima Virgen María, océano de bondad, Hija del Rey soberano, Reina delos ángeles y Madre del Común Criador! Yo me arrojo confiado en el seno de vuestra misericordia y ternura, encomendándoos mi cuerpo, mi alma, mis pensamientos, mis deseos, mis afectos y mi vida entera, para que por vuestro auxilio camine yo siempre hacia el bien según la voluntad de vuestro amado Hijo, N.S. Jesucristo. Amén.

Segundo Dia: Conveniencia de la Humanidad

Todos tenemos motivos suficientes para humillarnos y reconocernos en los demás merecimientos y reconocer en los demás los merecimientos y excelencias, según aquello del Apóstol; juzguemos con humildad a otros como nuestros superiores. La razón de esto es clarísima, puesto que en el hombre hallamos dos clases de obras, unas que son gracias de Dios y otras que son herencia de la naturaleza humana. Por la parte que nos toca como hombres, todo es defectuoso y manco, más por lo que tenemos de Dios, somos grandes y excelentes, según lo dice el profeta Oseas: Tu perdición Israel nace de ti; de mí proviene tu grandeza y socorro. Y como la virtud de la humildad propiamente mira a Dios, a quien debe someterse la criatura, de ahí es que cada uno debe humillarse ante su prójimo considerando en los demás los dones que tiene de Dios y viendo en ellos un como traslado y reverbero de la perfección infinita como lo dice San Pedro: Estad sometidos a toda criatura racional por consideración al Señor. Con lo cual no quiere decirse que estamos obligados a reconocer siempre que los dones del cielo que veamos en nuestros semejantes sean más hermosos que las gracias en nosotros infunde el Señor, puesto que como afirma el Apóstol, para eso se nos dan las gracias, para que las conozcamos en nosotros, pudiendo preferirlas a las demás; ni tampoco se nos exige que como hombres nos reconozcamos más imperfectos que el prójimo, pues la naturaleza reparte sus gracias en distintas proporciones. Procuremos, sin embargo, mirar siempre en los demás algo de excelente y grande que no tengamos nosotros para así vivir continuamente protegidos por la humildad, disimulando, como aconseja San Agustín, nuestros bienes y viendo en el prójimo los motivos sobrados de superioridad y excelencia.

Antífona

¡Oh Santo Tomás, gloria y honor de la Orden de Predicadores! Transpórtanos a la contemplación de las cosas celestiales, tú que fuisteis maestro soberano de los sagrados misterios.

V. Ruega por nosotros, Santo Tomás.

R. Para que nos hagamos dignos de las promesas de Jesucristo.

Oración final

Gracias, os doy, Señor Dios mío, y Padre de misericordias, porque os habéis dignado admitirme, a mí pobre pecador e indigno siervo vuestro, a la participación gratuita de vuestra gracia en el secreto de la oración. Yo os ruego que esta comunicación de mi alma con Vos no sea castigo de mis culpas, sino prenda segura del perdón de mis ofensas, armadura finísima de la fe y escudo invulnerable de mi corazón. Concededme la remisión de mis faltas, el exterminio de la concupiscencia y de la sensualidad, el aumento de la caridad, de la humildad, de la paciencia, de la obediencia y de todas las virtudes; defendedme de las asechanzas visibles e invisibles de los enemigos; dadme el sosiego inefable de mis apetitos y de todos mis afectos para que así pueda unirme mejor a Vos que sois mi felicidad y descanso. Suplico también. Dios mío, que después de mi muerte, os dignéis admitirme a la Pascua celestial y al convite divino donde Vos en unión del Hijo y del Espíritu Santo, sois luz verdadera, abundancia perfecta, gozo sempiterno, alegría consumada y felicidad sin medida. Amén.

Te puede interesar:

#Oraciones ¿Quieres recuperar un ...

Ver publicación completa

Colombia.com