Oración para el día miércoles

La oración del miércoles nos invita a escuchar la palabra y a creer en aquel que envió a Jesús a la tierra, quien tiene vida eterna. 

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La oración del miércoles nos invita a escuchar la palabra y a creer en aquel que envió a Jesús a la tierra, quien tiene vida eterna. 

Oración inicial: Señor Jesús, al iniciar esta oración quiero decirte que creo en Ti, pues sé que eres un Dios lleno de amor y que, así como a los apóstoles, también me has llamado a anunciarte a todas las personas. Te pido que esta oración me ayude a nutrirme de Ti, para que pueda compartir con los demás el gozo y la alegría de ser tu amigo.

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Acto penitencial: (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi día).

Sin embargo Buen Jesús, reconozco también que muchas veces me alejo de Ti, no es fácil seguir tus pasos y con frecuencia veo que me desvío. Sin embargo Tú sabes que deseo con todo mi ser estar a tu lado. Estoy arrepentido de mis pecados, ayúdame a que a pesar de mis caídas, tenga la fuerza y la gracia para ponerme de pie y seguir caminando.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día:  “Señor, enséñanos a orar” (San Lucas 11,1-4).

Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos”. El les dijo entonces: “Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino; danos cada día nuestro pan cotidiano; perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación”.

Meditemos en lo que nos dice San Cipriano: 

¡Cuán grandes y abundantes riquezas se encierran en la oración del Señor! Están recogidas en pocas palabras, pero tienen una densidad espiritual inmensa, hasta tal punto que no falta nada en este compendio de la doctrina celestial sobre la oración. Nos dice: “Orad así: Padre Nuestro que estás en el cielo!” (Mt 6,9)

El hombre nuevo, nacido de nuevo por la gracia y vuelto a su Dios, dice para comenzar: “Padre”, porque ha sido hecho hijo. “Vino a los suyos, pero los suyos no la recibieron: A cuantos la recibieron, a todos aquellos que creen en su nombre, les dio poder para ser hijos de Dios.” (Jn 1,11-12) El que ha creído en su nombre y que ha llegado a ser hijo de Dios debe iniciar su oración dando gracias y proclamando que es hijo de Dios… No basta, hermanos muy queridos, con tener conciencia que invocamos al Padre que está en el cielo. Añadimos: “Padre Nuestro”, es decir, Padre de aquellos que creen, de aquellos que han sido santificados por él y han nacido de nuevo por la gracia: éstos han empezado a ser hijos de Dios…

¡Cuán grande es la misericordia del Señor, cuán grandes su favor y su bondad al enseñarnos orar así en presencia de Dios y llamarlo Padre. Y como Cristo es Hijo de Dios, así nosotros también somos llamados hijos. Nadie de entre nosotros se hubiera atrevido nunca a emplear esta palabra en la oración. Era necesario que el Señor nos animase a ello.

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