Carlos Barahona atajó el trofeo y no lo soltó más

Lunes, 26 / Jun / 2006
 
Colombia.com

El arquero del Deportivo Pasto fue uno de los jugadores que más festejó. El año anterior atajaba en la Primera B y ahora comandó la Vuelta Olímpica de su equipo.

Está claro que en la memoria colectiva de los hinchas quedarán los goles de Carlos Villagra. Las indicaciones del técnico Quintabani. Las corridas y desbordes de Carlos Rodas. La seguridad que transmitió Harnol Palacios y, como no, el gol de Jorge Vidal quien logró el ascenso en la categoría B.

Pero uno de los máximos protagonistas de esta final, no cabe dudas, fue el arquero Carlos Alberto Barahona Angulo quien a sus 26 años atajó, en las dos finales, todo lo que se le pasó por sus manos. Con una noche estupenda, en Cali, y una tarde inolvidable, en Pasto, se recibió de ídolo cuando los aplausos y ovaciones bajaban desde las graderías y por pena o vaya a saber por qué –timidez acaso- decidió no detener con sus manos.

Porque en ese momento apareció la humildad de los grandes. Esa virtud que pocos poseen, pero que en Barahona es una marca registrada. Claro, en el campo fue otra cosa. Cuando estaba en disputa el juego detuvo los insistentes ataques del Deportivo Cali. Por arriba y por abajo siempre estuvo.

Barahona hace un año perdía la oportunidad con Cortuluá de luchar el ascenso cuando fue eliminado por el Cúcuta Deportivo. Ahora tuvo su revancha. Quintabani lo llamó. Luchó el puesto, se quedó con el lugar más ingrato en el campo de juego y respondió en gran forma.

Gritó, ordenó, atajó y, al final, festejó. Comandó la vuelta olímpica cuando ese rito lo pidió o lo ubicó allí. En Cali quedarán para siempre las imágenes de las atajadas a los remates de Tapia, Domínguez, Patiño y Blas Pérez. Porque para la memoria quedará cómo decidió quedarse parado en la mitad del arco cuando Pérez pateó el penalti a las tribunas.

Y en Pasto, con su público, y su señora presente volvió a estar presente. Cuando sus compañeros eran solo nervios e imprecisiones volvió a cerrar su arco. Por algo más de 20 minutos. Detuvo todo y logró controlar los ataques visitantes que se produjeron en masa.

Luego, cuando observó que sus compañeros se despertaron, ordenó. Supo llevar el juego, el tiempo y transmitió una seguridad invaluable. El pitazo final le dio rienda suelta a su festejo loco y allí, cuando comenzaba la Vuelta Olímpica volvió a ofrecer más de su ‘show’ atajó el título, con ambas manos, cuando más le pertenecía. Cuando más hizo méritos por ello.

Por: Leonardo Duque, Periodista Deportes – www.colombia.com
Sugerencias a: leonardo.duque@interlatin.com
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