La hiperactividad ¿un estigma para los niños?

Buena parte de los menores diagnosticados con este trastorno se sienten rechazados, pese a que sus padres y profesores se valen de actividades e incluso fármacos.

Foto: Pixabay
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Buena parte de los menores diagnosticados con este trastorno se sienten rechazados, pese a que sus padres y profesores se valen de actividades e incluso fármacos.

Según Ángela María Vargas, magíster en Psicología de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), esta situación también afecta a padres y docentes, quienes deben afrontar la responsabilidad de educar y poner límites a los menores hiperactivos.

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Esta conclusión se deriva de su trabajo de investigación, en el cual participó una muestra de 31 personas integrada por niños entre los 5 y los 15 años diagnosticados con el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), además de padres y profesores que tuvieron a su cargo más de un niño en esta condición.

Los menores dibujaron una historia relacionada con su diagnóstico, y también con imágenes que describían las consecuencias sociales de su comportamiento cuando están bajo el efecto de la medicación y cuando no lo están.

Se evidenció que los menores, algunos sin saber en qué consiste la hiperactividad, construyen su imagen a partir de lo que sus padres y profesores opinan de ellos. Sin embargo, mientras los niños consideran que su comportamiento es similar al de sus compañeros de colegio, las niñas experimentan sentimientos de vergüenza y de culpa.

La psicóloga afirma que los niños señalados de transgredir las normas son sometidos a “múltiples estrategias de normalización”, las cuales van desde el castigo de los padres y las acciones pedagógicas de los profesores, hasta el tratamiento médico, en el que se contempla el uso de fármacos.

“Los niños se sienten rechazados y estigmatizados, afirman que siempre que sucede alguna situación incómoda a su alrededor son señalados como los provocadores del incidente aunque no hayan participado. Sienten temor de que la culpa siempre recaiga sobre ellos”, asegura la psicóloga Vargas.

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¿Errores de crianza? En el trabajo con los padres de familia se realizaron entrevistas episódicas, las cuales se concentraron en el momento del diagnóstico, la concepción del trastorno, la percepción que tenían del niño antes y después del diagnóstico, la idea de los tratamientos y el papel del terapeuta en el proceso.

Aunque los padres de familia consideraron aspectos negativos como agresividad, impulsividad, falta de atención en el desarrollo de las tareas y dificultad para adaptarse, también destacaron que sus hijos son más agiles a la hora de entender y desarrollar ciertas actividades.

Algunos se culpan de los posibles errores cometidos en la crianza, por no haber establecido límites en los procesos educativos. La investigadora destaca que en algunos casos los padres asumían que la culpa recaía en la figura materna, a quien le han impuesto las labores de crianza.

Quizás por los señalamientos de culpabilidad algunos padres aseguraron que una de las consecuencias de tener un hijo hiperactivo fue su separación, por la excesiva demanda de cuidado del niño; y otros dejaron de asistir a reuniones o afirmaron que su calidad de vida se había deteriorado.

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El castigo físico sigue siendo una de las medidas de los padres de familia para contener el comportamiento de sus hijos, ya que algunos rechazan el tratamiento farmacológico con Ritalina, medicamento utilizado para tratar este tipo de trastornos que tiene efectos secundarios, lo que se demostró en algunos participantes de la muestra y en los comentarios de los padres que accedieron a este tratamiento.

Finalmente, cuando se les pidió a los docentes entrevistados construir un concepto de este trastorno a partir de sus experiencias, algunos señalaron que aprovechaban esta condición en los niños para otorgarles el papel de líderes.

En concepto de los docentes este trastorno no solo se genera por factores biológicos sino por la falta de atención y cuidado de los padres, e incluso por su incapacidad de poner límites.

En cuanto al tratamiento farmacológico, los docentes lo consideran como una solución, pese a ser testigos del deterioro en el rendimiento académico como posible efecto secundario del medicamento.

En ese sentido, la investigadora les recomienda a los padres no inquietarse por ciertos comportamientos en sus hijos, pues en ocasiones se originan por un mal diagnóstico de algunos profesionales de la salud.

Así mismo advierte que las instituciones educativas se deben adaptar a los niños que crecen en diferentes contextos sociales, para no generar exclusión.

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