¿Qué es el síndrome de la vejiga hiperactiva?

Aproximadamente 400 millones de personas en el mundo (11,8%) sufren de vejiga hiperactiva.

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Aproximadamente 400 millones de personas en el mundo (11,8%) sufren de vejiga hiperactiva.

La Vejiga Hiperactiva (VHA) es definida como un síndrome, ya que corresponde a una combinación de síntomas o signos que pueden presentarse conjuntamente. Aunque no es un cuadro clínico regularmente conocido por la población e incluso es confundido con otras manifestaciones anormales del tracto urinario bajo (vejiga y uretra), se presenta aproximadamente en 400 millones de personas en el mundo. Es decir, en un 11,8% de la población global.

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De acuerdo con la Sociedad Internacional de Continencia (ICS), el síndrome de vejiga hiperactiva se refiere a “urgencia urinaria, usualmente acompañada de frecuencia y nicturia - con o sin incontinencia urinaria de urgencia- en ausencia de infección del tracto urinario u otras patologías”. Es por tanto, una condición de origen idiopático o de causa desconocida.

“Aunque la vejiga hiperactiva no es una enfermedad mortal, sí afecta la calidad de vida de manera significativa, generando ausentismo laboral, depresión, aislamiento social e insomnio. Por eso es fundamental que el paciente tenga un diagnóstico temprano que permita iniciar un tratamiento o tomar medidas adecuadas que ayuden a controlar los síntomas”, afirma el Doctor Mauricio Plata, Jefe del departamento de Urología de la Fundación Santa Fé De Bogotá.

Los síntomas de esta condición incluyen: urgencia urinaria, síntoma propio y distintivo de la VHA; frecuencia miccional aumentada o deseo de orinar más de ocho veces en el día y/o más de dos veces en la noche (nicturia), e incontinencia de urgencia, o pérdida involuntaria de orina seguido inmediatamente por urgencia de orinar, que puede o no presentarse en los pacientes que padecen de este cuadro clínico.

Cuando un paciente presenta vejiga hiperactiva, el músculo encargado de relajarse durante el proceso de almacenamiento de la orina o contraerse en el proceso de micción9 , llamado músculo detrusor, se contrae involuntariamente durante la fase de llenado de la veijga. Esto se debe a un exceso de sensibilidad de los receptores que son responsables del proceso de contracción del músculo (receptores muscarínicos) y de la relajación de los esfínteres uretrales (receptores adrenérgicos).

Este síndrome puede afectar a hombres como mujeres en un índice de prevalencia similar y está presente entre un 30% y 40% de la población mayor de 75 años. Ello, dado que el aumento de la edad corresponde a uno de los factores de riesgo de padecer VHA. “Es un síndrome que se puede tratar para mejorar de una forma progresiva la calidad de vida del paciente. Es importante saber que exponerse a procedimientos quirúrgicos no es necesario para reducir o curar el síndrome. Un tratamiento adecuado es suficiente para controlar y reducir los síntomas”, puntualiza el Dr. Plata.

La primera línea de tratamiento es la terapia comportamental o los cambios de hábito del paciente. “Es bueno que las personas que sufren de esta enfermedad sepan que los cambios de comportamiento -en cuanto a modificar el hábito de consumo de líquidos, orinar por horario, evitar ciertas sustancias como la cafeína o los cítricos que pueden empeorar los síntomasconstituyen uno de los primeros tratamientos a los que pueden acudir los pacientes para disminuir las molestias y reducir los síntomas”, afirma el Dr. Plata.

Así mismo, de acuerdo con la Sociedad Colombiana de Urología, bajo esa primera línea también se encuentran otros dos tratamientos para manejar este síndrome. Estos se refieren a los antimuscarínicos -o anticolinérgicos- y a la toxina botulínica. El primero de ellos representa un tipo de agente farmacológico de uso clásico que sirve para bloquear los receptores de acetilcolina en la vejiga e inhibir así las contracciones involuntarias del músculo de la vejiga. El segundo, la toxina botulínica -conocida por su uso regular en procesos estéticos- actúa inhibiendo la liberación de la sustancia química (acetilcolina) y disminuyendo de esta forma la contracción de la vejiga. Aunque, las dos alternativas representan una opción para las personas que padecen de VHA, en el caso de los antimuscarínicos se ha identificado la presencia de ciertos efectos adversos frecuentes como: boca seca, constipación, ojo seco, visión borrosa, retención urinaria, entre otros, que no atenta contra la vida del paciente.

Según el listado de registros sanitarios vigentes del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima), actualmente los colombianos cuentan con una nueva opción de tratamiento para quienes padecen esta condición15; “hace diez años no contábamos con una alternativa diferente, más allá de los antimuscarínicos o la toxina botulínica, para atender o tratar a pacientes con este síndrome, lo que representa un gran avance”, explica el Dr. Plata. 

Por último, es clave decir que aunque este síndrome afecta en gran medida la calidad de vida de la población que la presenta, un diagnóstico a tiempo con el especialista adecuado (urólogo) y el tratamiento indicado, pueden disminuir los síntomas y mejorar el día a día del paciente.  

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