Además del coronavirus, países de África se enfrentan a una peligrosa plaga de langostas
Somalia, Etiopía y Kenia tienen en peligro su seguridad alimentaria por cuenta de esta temible plaga

Somalia, Etiopía y Kenia tienen en peligro su seguridad alimentaria por cuenta de esta temible plaga
Como si la pandemia del coronavirus no fuera suficiente riesgo para la región africana, el retorno de un temido insecto en el territorio conocido como ‘el cuerno de África’ pone en entredicho el futuro de cerca de 13 millones de personas que ven ante sus ojos como los campos y cultivos son arrasados.
La plaga de langostas que se registra en el este de África desde el pasado año sigue creciendo y ya es la peor que sufre Kenia en 70 años, y Etiopía y Somalia en un cuarto de siglo, advirtió el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas.
Las langostas se ha extendido en los últimos meses a otros países de la región como Eritrea, Sudán del Sur, Tanzania o Uganda, y aumenta los riesgos en una zona donde ya hay unos 13 millones de personas en inseguridad alimentaria, advirtió en rueda de prensa la portavoz del PMA Elisabeth Byrs.
La portavoz advirtió de que las langostas ponen en peligro las principales cosechas anuales de mayo y junio en algunos de esos países, por lo que pidió la ayuda de la comunidad internacional para prevenir un desastre humanitario.
"El coste de responder los problemas de seguridad alimentaria que se producirán más tarde sería 15 veces mayor que el de prevenir la expansión de la plaga ahora", subrayó Byrs.
En países como Sudán del Sur, asolado también por la guerra civil, el PMA ha lanzado programas de prevención y ayuda a 5 millones de personas afectadas por la plaga, pero sus necesidades financieras para estos planes necesitan 208 millones de dólares adicionales a la cantidad de la que ahora se dispone, señaló.
Un enjambre de langostas del desierto puede albergar hasta 150 millones de estos insectos por kilómetro cuadrado, suficientes para consumir cosechas que den alimento a unas 35.000 personas.
La plaga puede moverse con gran rapidez, recorriendo hasta 150 kilómetros en un día, lo que dificulta las medidas de control, según el PMA.