¿Por qué son peligrosos los golpes en la cabeza en el deporte?

A medida que los médicos examinaban el cerebro de Aaron Hernandez, una ex estrella del fútbol americano de 27 años, descubrían una imagen aterradora: había partes gravemente dañadas.

Foto: Pixabay
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A medida que los médicos examinaban el cerebro de Aaron Hernandez, una ex estrella del fútbol americano de 27 años, descubrían una imagen aterradora: había partes gravemente dañadas.

Según expertos de la Universidad de Boston, se trataba de una encefalopatía crónica traumática (CTE) de tercer grado.

Hernández se suicidó en abril en una cárcel, donde pagaba una cadena perpetua por homicidio. Ann McKee, directora del centro de la Universidad de Boston que investigó el cerebro de Hernández, cuenta que solo había visto un daño cerebral así en personas mayores.

El CTE, una enfermedad cerebral degenerativa, es común en personas que sufrieron conmociones cerebrales o golpes en la cabeza. Durante mucho tiempo, era conocida sobre todo en boxeadores. Sin embargo, desde algunos años está claro que quienes compiten en otros deportes de contacto, como el fútbol americano, también la sufren. 

Muchos ex jugadores de fútbol americano sufren, por ejemplo, de pérdida de memoria, ira, depresión o demencia. Más de 100 fueron diagnosticados con CTE tras su muerte, algunas de ellas por suicidio.

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Un cerebro con CTE tiene partes del lóbulo frontal, que es fundamental para las decisiones y el control de los impulsos, recubiertas con la llamada proteína Tau. Los ventrículos cerebrales -cavidades llenas de agua cerebral- están dilatados. El hipocampo de la memoria se ha reducido. La amígdala, que maneja los sentimientos, especialmente el miedo, se ve gravemente afectada. 

"No podemos explicar el comportamiento de la patología", dijo McKee al periódico "Washington Post" en la presentación de esos resultados. "Pero podemos decir, por nuestra experiencia colectiva, que individuos con CTE -y con CTE de esa gravedad- tienen dificultad con el control de los impulsos, la toma de decisiones, la inhibición de las agresiones, inestabilidad emocional y ataques de ira". 

Así sucedió con Hernandez, que desde sus tiempos en la secundaria despuntó por su talento deportivo pero también por su comportamiento impulsivo y, más tarde, por las drogas y delitos violentos. Ni un contrato de 40 millones de dólares con los New England Patriots pudo cambiarlo. 

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Aunque la preocupación se extiende al fútbol, el deporte más popular en el mundo, porque los cerebros de los adolescentes son particularmente sensibles a los golpes. 

Los nuevos hallazgos en este campo, presentados en Washington durante la reunión anual de la Sociedad de Neurociencia, van en ese sentido. Un estudio de la Universidad McMasters, de Canadá, afirma que la memoria también sufre deterioro con golpes leves.

Las noticias no son buenas para el fútbol femenino: con los cabezazos las mujeres sufren más daño neuronal que sus colegas hombres, al menos según investigadores del Albert Einstein College of Medicine, en el Bronx, que utilizaron una técnica de imágenes para examinar el cerebro de 49 jugadoras y jugadores. 

El resultado fue que los cabezazos afectaban la conductividad de los procesos nerviosos (axón) en ambos sexos, pero mientras en los hombres lo hacía en tres regiones cerebrales, en el caso de las mujeres ese número ascendía a nueve, en la mayoría de casos con más frecuencia. Las razones todavía no están claras. 

Las federaciones deportivas, en tanto, reaccionan. Desde 2015, por ejemplo, la US Soccer prohíbe que los menores de 10 años cabeceen. Entre los 11 y los 13, los testarazos valen en los partidos, pero están prohibidos en los entrenamientos.

En Europa, la federación alemana de fútbol no establece restricciones, pero sí aconseja comenzar el entrenamiento de cabezazos a partir de los 13 o 14 años, cuando los músculos del cuello y de la cabeza son más fuertes. 

El ex delantero inglés Alan Shearer, temido por su potente juego aéreo, afirmó recientemente en un documental de la BBC que sus problemas de memoria podrían estar relacionados con la infinidad de cabezazos que dio a lo largo de su carrera. 

Poco después, la Federación de Fútbol de Inglaterra (FA) anunció que financiará un estudio sobre la relación entre el fútbol y la demencia. El estudio arrancará en enero y se llevará a cabo en la Universidad de Glasgow y en la clínica Hampden Sports, también en la capital escocesa.

El objetivo es investigar la llamada enfermedad neurocognitiva degenerativa en futbolistas, para ver si los remates de cabeza aumentan las posibilidades de sufrir demencia.

"La nueva investigación será uno de los estudios más exhaustivos jamás realizados sobre la salud a largo plazo de los ex futbolistas", dijo el presidente de la FA, Martin Glenn. "La demencia puede tener un efecto devastador y, como órgano rector del fútbol inglés, nos sentimos obligados a encargar un nuevo estudio para comprender completamente si existen riesgos potenciales asociados al juego".

El tema está sobre la mesa. Aún quedan en la retina imágenes como la del alemán Christoph Kramer, que salió tambaleando de la final del Mundial 2014, en la que los germanos vencieron a Argentina, por una conmoción cerebral tras un violento choque. Pero al parecer no será la última.

DPA