El Cartel de los sapos una cinta “Limpia y luminosa”

Martín González, es un niño de clase baja que descubre el mundo del tráfico de drogas como forma de ascenso social, fundamentalmente para ganar el amor de Sofía, una buena pero inalcanzable chica, su amor de infancia. Su audacia, inconsciencia e influencias lo llevan ha convertirse en parte activa y vital del peligroso ‘Cartel del Norte del Valle’. Varios años de tráfico de drogas y malas amistades, llevan a Martín a ascender posiciones y conseguir la atención de Sofía.

Alejándose del contexto nacional que imponen la mayoría de las películas colombianas, El Cartel de los Sapos rompe con los estereotipos de un film colombiano más. La acción, la edición, la narración, nos sitúan en una película de gánster y malvados de calidad.

Los puntos que inciden para calificar la película en una buena alternativa en cartelera, son en gran parte por los escenarios, seguido del humor que se mezcla con el ambiente de traición y malicia, la música: bandas nacionales como Choquibtown y Bomba Estéreo que recrean perfectamente las situaciones, haciéndola moderna y dinámica.

Creerle al actor colombiano en una película de acción, de efectos y disparos, es difícil, no por la capacidad actoral del país, porque es alta, sino porque la televisión, que es donde nacen los personajes, los ubica en la imagen colectiva de galanes y buenos. Sin embargo, su versatilidad se expone al nivel más alto, dándole ritmo y credibilidad a la historia.

El elenco es compacto, ese factor la hace precisa y completa, de esperarse con la participación de actores como Robinson Díaz, Julián Arango y Juanita Acosta, sin olvidar la sorprendente interpretación de Diego Cadavid y Manolo Cardona.

Carlos Moreno, director del film, hizo que el cartel se acercara a cualquier película extranjera del mismo género, es impecable, es satisfactoria. Es importante mencionar su nominación a los premios Oscar 2013, una característica llamativa para asistir a las salas de cine.

Historia, escenarios, identidad, calidad, actuación y visión, estas son las ideas creadas de la hora y cuarenta minutos de una película del narcotráfico colombiano, limpia, en cuanto calidad; luminosa, por ser satisfactoria.

Es innecesaria la crítica por la historia y el tema principal que envuelve este film, el cartel de los sapos, en mi opinión, deja ver más que la temática que al parecer nos acompañará mucho tiempo en el cine y la televisión colombiana. Es una película de buenos y malos, de una realidad de la que no podremos desprendernos, pero es una película de calidad, entretenida. Mi invitación: Asista a las salas de cine y juzgue usted mismo si la manera de exponer el cine y nuestra repetida pero inolvidable historia ha cambiado, o no.

Alejandra Fontecha