El papá del PobrePablo

Viernes, 23 / Nov / 2001
 
Colombia.com
Juan Carlos Perez es uno de los dos libretistas de Pobre Pablo, una historia del Canal RCN. El público lo conoció a través de su trabajo en El Fiscal, aunque ya había trabajado escribiendo para televisión. Pérez le contó a Colombia.com apartes de su trabajo en esta telenovela.

Juan Carlos trabajó además durante cuatro años como libretista asistente de Fernando Gaitán en las producciones Guajira y Café, con Aroma de Mujer.

Desde que se escuchó hablar de Pobre Pablo, antes El Escolta, los medios han insistido en que sería la segunda parte de El Fiscal, usted que dice ante ésto?

Cuando estábamos terminando El Fiscal, RCN quería que continuáramos la historia, en formato de Serie, con capítulos de una hora semanal. Por eso, entre otras cosas, nuestro final quedó en punta y siempre quedó la sensación de que en algún momento habría una segunda parte. Esta idea nunca se cristalizó.

La historia original de El Escolta ya estaba escrita incluso antes de salir El Fiscal al aire. Son dos historias totalmente distintas, incluso en su tono. El Fiscal es una historia dramática, cruda... El Escolta es una historia mucho más amable, divertida (o eso esperamos). Lo único que, de alguna forma, tienen en común es que en las dos narramos pedacitos de vida de personajes muy colombianos.

¿Por qué se le cambió el nombre?

Primero que todo para alejarnos de la idea de que El Escolta es la segunda parte de El Fiscal. Segundo, porque no queremos que se piense que vamos a contar la vida de quienes se dedican a esta dura profesión.

En realidad nuestro protagonista sí es un Escolta, pero eso es lo de menos. Lo importante es que este oficio le permite tener acceso, en forma muy cercana, a un mundo de lujos y comodidades, lejano a su propia realidad, y que le permite conocer a la protagonista de la historia.

¿Pobre Pablo, historia de amor o de acción
Definitivamente de amor... de amor y de humor... de acción más bien pocón.

¿Qué tan dificil ha sido conjugar elementos tan disímiles como la realidad de una profesión de escolta con los de un cuento de hadas en que los prejuicios sociales pueden superarse?

La pregunta es: en realidad los prejuicios sociales pueden superarse? esa pregunta es la que trataremos de resolver durante la historia. En realidad pensamos que, en una sociedad como la nuestra, el amor entre un humilde escolta y una niña de clase alta es absolutamente imposible... por eso, nuestra intención no es contar un cuento de hadas sino un cuento muy real... un cuento en el que veremos si un gran amor es suficiente para mantener unidos a dos seres que pertenecen a estratos sociales totalmente diferentes.

¿Qué tiene de particular Pobre Pablo frente a historias como la de El Guardaespaldas?

Pobre Pablo no tiene nada que ver con El Guardaespaldas. Como referencia, vimos la película... pero los terrenos en los que se mueve son totalmente distintos a los nuestros... ah, y también investigamos la historia de Stephanía de Mónaco con su escolta, pero tampoco tiene mucho qué ver.

¿De qué es lo que más se han cuidado en los libretos?

De que los personajes sean muy sólidos y de que la historia esté bien armada.

Para El Fiscal ustedes contaron con la asesoría de expertos ¿Pobre Pablo ha requerido ayuda externa?

Nosotros pensamos que la única forma de lograr que una historia sea creíble es dándole toda la importancia a una extensa y minuciosa investigación. Muchas personas que pertenecen en la realidad a los mundos que estamos tocando, nos prestan su asesoría. Es más: hay una persona en el equipo dedicada exclusivamente a la investigación de cada uno de los temas. Su nombre es Carlos Alberto Sánchez.

Por último ¿qué deben y no esperar los televidentes de Pobre Pablo?

Por lo menos, esperamos que se diviertan… ojalá, también que encuentren puntos de reflexión para seguir entendiendo la sociedad en que vivimos... una sociedad definitivamente marcada por las clases sociales y el arribismo; con un afán desmedido de ascender socialmente y de conseguir plata (que no es lo mismo), pero a la vez, una sociedad con gente que, afortunadamente, no ha perdido las ganas de amar y la capacidad de soñar.
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