"Todavía me considero más un bailarín que un escritor y seguiré bailando"

Viernes, 05 / Jul / 2002
 
Colombia.com
El Café Cinema, un pequeño bar del centro de Bogotá, fue testigo de una curiosa lectura. Efraím Medina, llegó con su novela: “Técnicas de masturbación entre Bátman y Robin”, con un video Manga y con una joven que realizó un fugaz streptease. En medio de las risas y los aplausos de los asistentes, leyó fragmentos de sus escritos. Colombia.com publica una entrevista con este joven escritor cartagenero.

Pero antes de entrar en materia, es bueno saber quién es Efraim Medina Reyes y qué mejor que sea él mismo quien se presente, como lo hizo en su primera novela: “Efraim Medina Reyes, 33 años, escritor neuyorquino nacido en Cartagena. En 1985 ganó el segundo premio nacional de poesía, ICFES, abandonó sus estudios de medicina y fue goleador de un torneo fútbol playa. En 1986 ganó los concursos nacionales de cuento, revista Aracataca y Metropolitano (estos concursos, y otros de aún más bajo nivel, los volvió a ganar a principios de los 90 usando un testaferro). En 1987 fue finalista del apestoso Concurso Nacional de Novela “Ciudad de Pereira”, abandonó sus estudios de economía y tuvo una impresionante racha de novias gordas...

“WCC Editores publicó sus novela “Seis Informes” en 1988 y su libro de poemas “El automóvil sepia” en 1990; ese mismo año fundó la multinacional Fracaso Ltda. En 1991 escribió y dirigió la película “Ejercicios del Ansia” (Vértigo Films) y la pieza teatral “Poetas & carniceros” (que tuvo asistencia récord para Cartagena de siete espectadores en seis meses). En 1994 escribió las canciones del álbum “El duelo” (Rata Music). En 1995 ganó el Premio Nacional de Literatura Colcultura con el libro “Cinema árbol y otros cuentos”. En 1999 ganó la beca del Fondo Mixto de Cultura de Cartagena con la novela “Sexualidad de la pantera rosa”...” Y hay que agregar que en el 2001 Proyecto Editorial publicó “Érase una Vez el amor pero tuve que matarlo”.

“La literatura es una forma de reírme de las cosas que me han maltratado o lastimado en la vida –dice-. Al final uno debe reírse y ser como su propio payaso. Uno debe ser el centro de su propia burla” y agrega, “para mí escribir es una cosa tan fácil como amarrarme un cordón”.

Su nueva novela “Técnicas e masturbación entre Bátman y Robín”, fue publicada por la editorial Planeta y él la define como “un experimento. Una especie de colección hecha de fascículos que trae dos novelas de regalo,unos manuales, una revista, una colección de cartas, todo, me imagino, para contar una historia”.

Por ejemplo, el primer fascículo se llama “Mecánica popular, anotaciones sobre la sexualidad y el amor”. Después el lector se encuentra con una novela: “Poetas y carniceros, prohibida para instructores de aeróbicos”, luego con un capítulo titulado: “Mecánica de seducción: un breve y práctico manual que enseña cómo embaucar y sacudir a cualquier mujer en 9 sencillas lecciones”. Así es todo el libro. Una interesante propuesta que obliga a quien lo lee a reír de principio a fin, a sufrir con la historia de su protagonista “Sergio Bocafloja” y hasta reflexionar sobre los sueños, las metas y el amor. Esto fue lo que Efraim Medina le contó a Colombia.com.

¡A Golpes!

Colombia.com ¿La motivación de escribir nace a partir de las cosas que lo han lastimado?
Efraim Medina : Hay una parte de mi vida que fue traumática por la muerte de mi padre hasta los 11 años. Yo no podía razonar sobre eso e iba a cumplir seis años cuando mi padre murió, lo atropelló un carro frente a mí, cruzando la calle. Eso me produjo un trauma. A partir de allí me convertí en una persona tímida y encerrada en mi misma, acomplejado. Así fue hasta los 17 años. A esa edad tuve mi primer encuentro con una mujer, una prostituta, una cosa ahí en el camino. Descubrí que el sexo me liberó, es decir, como esa cosa que me relaja, me motiva y me sube el ánimo. El sexo me liberó de ese período oscuro y sentí que podía encontrar como una satisfacción a toda esa pesadez. A eso pesado que me rondaba, siempre sintiendo además que provenía de una familia de clase media baja y luego baja porque mi padre se muere y él era quien sostenía la media.

Me crié en un barrio difícil en circunstancias difíciles, con mi mamá trabajando todo el día y nosotros enfrentándonos a cosas desde niños, defendiéndonos como fieras en el mundo. Los problemas los convertí en fuerza y he tratado de que la literatura sea un sello más de esa fortaleza. Yo tenía dos opciones, o era asesino o tenía que verter toda esa criminalidad en algo. Lo intenté con el boxeo y gané algunas peleas. Hice 14 peleas como aficionado asistiendo durante dos años al gimnasio al pie de la Popa entrenado por Harold Grey, quien entrenó a todos. Mi ídolo absoluto de toda la vida ha sido Pambelé, después Maradona y el Pibe. Pero Pambelé ha sido mi reflejo y quien yo quería ser.

C.c: ¿Que le enseñó Pambelé?
E.M: Pambelé me enseño que la vida es de los fracasados. Antes de ir a Venezuela Pambelé hizo 25 peleas en Colombia. Sólo ganó una. Llegó a Venezuela con un record de 24 peleas pérdidas y una ganada. Tabaquito Saenz lo vio destrozar a tres venezolanos en un bar y decidió entrenarlo. Pepermint Frazer no se preparó y subestimó a Pambelé como al vendedor de pescado y con el peor record de la historia. Pero todavía le deben estar sonando los golpes a Pepermint. Pambelé lo tumbó dos veces en la primera y cinco veces en la segunda pelea. Entoces Pambelé para mí es como el líder de los perdedores. La vida es para perder. Pambelé empezó como perdedor. Logró ese brillo fugaz en el boxeo, fue capaz de destruir el éxito. Destruir el fracaso es sencillo porque todo el mundo quisiera ir hacia la luz. Pambelé destruyó el éxito. Pambelé fue el tipo que más dinero ganó en el deporte colombiano en esa época y lo tuvo todo. Y para destruir el éxito uso todo lo que tuvo en sus manos: el perico, las putas, el basuco y lo logró. Pienso que ir hacia la luz es bueno, pero si eres capaz de destruirla. Si no la destruyes te convierte en un monarca de mármol.

C.c: ¿Cómo se podría explicar la literatura desde el contexto del boxeo?
E.M: Nada sobre la tierra explica lo que somos los seres humanos como el boxeo. El boxeo es uno de los oficios más espléndidos que existe. El boxeo retrata esa condición básica humana como es el deseo de destruirnos mutuamente.

C.c: ¿Que fue lo que paso en su vida para no convertirse en asesino?
E.M: Aunque estaba en la universidad yo pertenecía a una pandilla del Barrio Getsemaní. Ya no vivíamos mal, pero teníamos un espíritu que nos acercaba de noche a ir asaltar gringos en las murallas. Llegué a pensar que ese era mi destino. Con ellos me sentía como entre los de mi especie, protegido y no había crítica sobre nada, no les importaba donde habías nacido y ni siquiera cómo eras. No había reglas y eso me hacía sentir cómodo porque siempre tenía la sensación que en otros lugares era señalado y estigmatizado por mi forma amoral de ver la vida. La verdad, quien me saco de ese ambiente fue una mujer, me enamore y esa es la historia que aparece en “Érase una vez el amor y tuve que matarlo”.

Fue una muchacha que representó una fantasía para mí. Representaba esas cosas que los chicos de barrio y de origen negro como yo, siempre soñamos con una chica rubia de ojos claros. Era un sueño de la infancia y yo la encontré a los 19 años, así, perfecta como la había soñado. Las chicas rubias también se equivocan. Vivimos una relación perfecta durante dos años. Ella sin quererlo me hizo descubrir el mundo, porque dije si puedo tener esta mujer es posible que pueda obtener más cosas. Salí al mundo. De ese joven que estaba como encerrado y que sólo se congregaba alrededor de esta pandilla juvenil, salí a las grandes rumbas y descubrí que tenía mucho talento para socializar, que era convincente y que había acumulado bastante fantasía en relación a la mentira que se aplica en un mundo como este.

Aprendí a mentir y me convertí en un mentiroso fantástico. Comencé a tener muchas mujeres y eso me creaba un sentimiento de poder. En la tribu de los hombres eso me convirtió en un ídolo. Era el tipo que podía asaltar gente en la muralla, que podía entrar a la universidad a estudiar medicina y a esta niña le gustaba la literatura. Hasta ese momento yo no había escrito mayor cosa, ni estaba interesado en escribir. Ella tenía un novio que estaba enamorado de ella y el tipo le regaló unos poemas que él le había escrito. Yo leí los poemas. Además quería escribir poemas y entrar en competencia con el tipo. Fui a donde un amigo que sabía de literatura y le mostré los poemas y él me dijo que los poemas eran escritos por Ernesto Cardenal. El tipo la había engañado. Le dijo eso a ella y se puso furiosa con el tipo. Y ahí gané y obtuve mi puntaje mayor. La relación con ella me acercó más a los libros.

C.c: ¿Desea ser como sus personajes?
E.M: Mis personajes son mis amigos. Es gente que camina y que vive. La literatura es una pantalla oscura en la mente que se iluminan con esos personajes, con esas imágenes. Mis personajes andan por allí y algunos vienen hoy a mi lanzamiento. Saben que yo no estoy inventando realmente y que yo no soy ninguna clase de genio ni nada. Yo deje la universidad porque me sentía inferior a la academia. Descubrí que la literatura era una cosa hecha para subnormales como yo. Para mí escribir es una cosa tan fácil como amarrarme un cordón. Me pongo a arreglar las historias de mis amigos y como todos somos unos perdedores, la historia de los perdedores son muy agradables y la liga de perdedores es la más grande que hay el planeta.

Puro amor

C.c: ¿Hay un personaje femenino que recorre sus dos últimas novelas. Ella es una mujer que teme definir?
E.M: Esa fue una relación sanguinaria, salvaje, como deber ser. Esa relación fue con una chica a los 19 años. Todas mis relaciones con las mujeres han sido de ese modo. Al inicio empiezan girando lentamente y luego alcanzan velocidades de vértigo estimuladas por el odio. Para mi sería humillante decir su nombre, deseo que no exista, deseo que sea algo informe, indefinido. Es una forma más de vengarme, quitándole hasta su nombre en los relatos. Ella me dejo por otro. Y es lo que siempre una mujer hará, dejarte por otro. Una cosa es que te deje cuando tu quieres que se vaya, pero yo no deseaba que ella se fuera, ella era mi vida en ese momento. Algo murió en mi cuando ella se fue. Entonces escribir para mi es también una forma de venganza y no hay nada más de que vengarse sino es del amor. El amor es un sentimiento que socava tu individualidad, que socava tu autoridad sobre ti mismo y te hace pensar horas y horas al día en un persona que es absolutamente inocua como tú, pero es una obsesión y esa obsesión convierte al amor en el enemigo. El amor es el enemigo y es contra el amor que se lucha. La muerte por eso es, cuando no es ningún tránsito hacia ninguna parte, ni nada de eso, es la fuerza máxima que te libera, como dice Borges del sol, de la luna y del amor.

C.c: ¿Debemos amar a las mujeres?
E.M: Las mujeres deben ser amadas y si no lo hacemos estamos jodidos. Pero eso no tiene nada que ver con ellas. El problema es hacerlas partícipes de eso. El amor no tiene nada que ver con la otra persona. El amor es un asunto de intensidad que un hombre refleja en cualquier cosa. Puede ser un perro, un objeto o un carro último modelo o en ellas. Cuando una ama a una mujer toda va bien hasta que uno trata de que el amor vaya hacia ella. Cuando tu entras en una relación en la cual ya no sólo quieres amarla sino que buscas que ella te ame, cosa que es accesoria, qué demonios debe importarnos que una mujer nos ame. Si tu la tienes para que quieres que te ame. Además, como vas a sentir que ella te ama, si eso no es comunicable, es algo abstracto que nosotros deseamos ensuciarla de mierda. Hacemos finalmente que ella se someta a nosotros sometiéndola. Yo digo que esta novela no puede ser catalogada como misógina, porque podría ser andrógina también. Es una novela implacable en contra de la relación que hombre y mujer han tratado de crear.

Su literatura

C.c: ¿Con sus convenciones, trampas y servidumbres?
E.M: Yo creo que la pareja es una cosa que es necesario disolver absolutamente. No son ideas literarias, lo que esta en mi literatura es lo que yo siento. La relación entre la literatura y mi vida personal es total. No hay diferencia. Lo mío es más vital o vivencial que autobiográfico. Lo que escribo no es una cosa referida solamente en relación conmigo, sino también con mi especie y mi tribu. Lo mío no son memorias, porque ni siquiera es personal. Yo no tengo u n mundo personal, poseo una vida hacia fuera. Yo no tengo una vida interior. Dentro de mí no podría ser como Borges, Espinosa o Shopenhauer. Lo que yo revelo en mis novelas es mi mundo. Si alguien piensa que yo soy más interesante que eso está perdido. Me considero una persona plana en relación a lo que es la gran literatura como Cervantes, García Márquez, Shakespeare. Me considero un escritor menor. No me interesa lograr como esas catedrales perfectas de palabras. Mis novelas son imperfectas, desniveladas, un poco salidas como puedo ser yo.

C.c: ¿Desea que sean así?
E.M: Es que no tengo otra forma de hacerlas. Ellas son mi límite. Si tuviera que elegir no elegiría ser un escritor como García Márquez, ni shakespeare. Si pudiera elegir sería un vaquero o Brad Pitt, alguien que la tuviera más fácil. O elegiría ser bello, blanco y millonario, que más se puede elegir. No puedo aspirar a ser un clásico de la literatura, eso a mí no me sirve, lo que a mí me interesa es la inmediatez. Deseo que se consuma todo, de aquí a mañana no me interesa nada, este cadáver que somos mientras vivimos debemos consumirlo.

C.c: ¿La literatura lo ha liberado de algo?
E.M: La literatura no me ha liberado de nada, pero me permite ejercer el sano ejercicio del odio, de la venganza y también a veces el afecto como son los amigos. Yo tengo mi mundo. Y mis amigos.

C.c: ¿La literatura le ha aportado lucidez sobre sus sentimientos y el pasado?
E.M: Todo puede ser literario menos la literatura. A la literatura hay que darle pasión como los comics, debe estar viva. Además, la literatura me necesita a mí, yo no a ella. Yo no necesito la literatura para nada. He conseguido lo que he conseguido sin la literatura, lo he conseguido con mi inteligencia, mi verga y mi encanto personal. La literatura me necesita, pero yo no voy a estar en la literatura para siempre. Publicaré 15 libros y se acabó mi relación con el mundo de la literatura.

Yo soy de la generación de los ochenta. Mi lenguaje no viene de la literatura, por eso no he tratado de imitar a García Márquez. Y no los imité porque ni siquiera sabía que existían. Lo que yo recibí fue toda la televisión norteamericana, con los enlatados. Programas esenciales como hechizada, de Isabel Montgomery, Hanna Barbera, Superman y el Salón de la Justicia, Meteoro y el Capitán Centella. Yo me disfrazaba de esos personajes. De la literatura leí “El Padrino”, los grandes bestsellers de Mario Puzo, Stephen Hawkins, Frederic Forsyth. De la música escuché a Travolta, Samanta Fox, Lionel Richie, la música Disco, el vestuario de Travolta que era un hombre que vivía sin códigos, era el sueño de los muchachos del barrio, un pobretón que cuando bailaba se sentía como el rey del mundo y nosotros también nos sentíamos así en el sentido que ejercíamos la dicha de ahorrar para comprarnos una buena pinta e ir a las discotecas. Esa era nuestra máxima aspiración porque todavía me considero más un bailarín que un escritor y seguiré bailando.

Entrevista realizada por el periodista Miguel Ángel Flórez, para Colombia.com.
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