"Cobro de Sangre", Mario Mendoza

Miércoles, 29 / Sep / 2004
 
Colombia.com
Si hay un país donde sea difícil escribir sobre la violencia ese es Colombia...Mirar la violencia desde la “cultura” plantea no pocos desafíos: desde la necesidad de desmantelar el malentendido que identifica “cultura de la violencia” con un supuesto carácter “naturalmente” violento del colombiano, sin que ello impida “afirmar” que es una “cultura cotidiana” –de la casa y la calle, de la escuela y el barrio, de la fábrica y el hospital- donde se gesta, plasma y alimenta la violencia de fondo, esa que más que incitarnos a destruir nos impide crear, empezando por la creación del propio sentido de la vida.
Jesús Martín-Barbero



Por Ismael LLiás Cogollo*

Luego del éxito artístico y comercial de “Satanás” el bogotano Mario Mendoza lanza su novela “Cobro de sangre” a finales de septiembre de 2004; en ella continúa el estilo que lo ha caracterizado desde su primera obra, “La ciudad de los umbrales”, con Bogotá de protagonista, sus calles, su gente, sus atentados terroristas, sus torturas, sus maldiciones y sus venganzas; eso que se conoce como su bajo mundo (en este caso el cabo con la realidad y la historia es la desaparición de los miembros del partido político Unión Patriótica) y también, el bajo mundo de la siquis colombiana; con sentimientos contradictorios: el amor y el odio, la justicia y la venganza, la valentía y el temor, la indiferencia y el afecto; el frágil hilo que conduce de la vida a la muerte roto por ideas de justicia y libertad, y, orden y progreso enfrentadas visceralmente...

Es la historia de Samuel Sotomayor (en un capítulo Ezequiel Espitia), quien de niño ve morir a sus padres abaleados por los disparos de la intolerancia política e ideológica de los países latinoamericanos, donde el exterminio selectivo, las retaliaciones por ese exterminio y las luchas entre quienes defienden la libertad y la justicia nos llevan a unos niveles de locura colectiva que las víctimas inocentes terminan contándose por más, que los logros de los objetivos iniciales trazados por los hombres armados del conflicto...

“Cobro de sangre” es la historia una guerra interna en Bogotá, el escenario de un desquiciado enfrentamiento urbano entre grupos de pensamiento libertario que terminan presos de su propia idea desvirtuada por acciones de una violencia desmedida; pero también aupada y acrecentada por la sevicia de los grupos de pensamiento represor, que utilizan toda clase de medios ruines (torturas, violaciones, asesinatos) para el alma humana con tal de aniquilar cualquier pensamiento alternativo...

Simbólicamente la novela es un espejo de la psicología social de colombiana; lo es porque sus personajes Samuel, Constanza, Rosario, La Bestia, están enfermos de la cabeza, enfermos del corazón, enfermos de la memoria; por la falta de afecto, porque su pensamiento no tiene cabida en una sociedad excluyente, indiferente, insensible; por la tortura sicológica y física que es andar en medio de una guerra lenta y larga; protagonistas sin querer de un conflicto que nos ha llenado de vicios mentales, de excesos con nosotros mismos, descuidando lo mejor de nuestra gente, su humor, su inteligencia, su suspicacia; nos hemos olvidado de lo mejor de un país que ofrece sus mares, sus desiertos, su geografía natural como vía para curar todo este resentimiento, toda esta indiferencia, toda esta violencia... Por esto la apasionante y galopante novela “Cobro de sangre” se le suma a una lista de obras que Mario Mendoza arma como piezas de un rompecabezas (“La ciudad de los umbrales”, “Scorpio City”, “Relato de un Asesino”, “Satanas”) de lo que en su mente, en sus acciones cotidianas, en sus movimientos corporales, en sus pensamientos más naturales nos hemos vueltos los colombianos: indiferentes y apasionados.

MENDOZA, Mario. Cobro de sangre. Editorial Planeta. Seix Barral Biblioteca Breve. Bogotá, 2004.

*Ismael LLinás Cogollo
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