Carlos Gaviria la carta del Polo a la Presidencia

Lunes, 13 / Mar / 2006
 
Colombia.com
A pesar de su rotundo éxito en el departamento de Nariño, donde Antonio Navarro Wolf con una diferencia a favor de más del 82 por ciento superó a Carlos a Gaviria, este último fue elegido como el candidato único para pelear la Presidencia de la Republica por el Polo Democrático.

Escrutadas el 75% escrutado, a la media noche del domingo, el senador Carlos Gaviria con más de 480.000 votos, para un 52 por ciento de los sufragios a favor, inició su consolidación hacia la contienda presidencial, Aunque por horas le pelea fue cabeza a cabeza, pues los votos cosechados por el ex alcalde de Pasto, Antonio Navarro Wolf, en Nariño hicieron reñida la elección del candidato “izquierdista”

El jurista Carlos Gaviria gana con amplitud en departamentos como; Antioquia, Valle, Santander y en la ciudad de Bogotá mientras el ex guerrillero del Movimiento 19 de Abril (M-19) Antonio Navarro supera a su contendor en; Nariño, Guajira, Sucre y Putumayo

Gaviria afirmó que espera que se consoliden las cifras para buscar alianzas.

"La coalición con muchos sectores democráticos debe ser sobre bases programáticas, para constituir una fuerza grande con respaldo popular para enfrentar a Uribe", declaró Gaviria.

Hoja de vida de Carlos Gaviria

Carlos Gaviria Díaz nació en 1937, en Sopetrán, población situada en el occidente del departamento de Antioquia. De su abuelo materno, admirador del Olimpo Radical, le viene la herencia liberal, en una línea que procede de Murillo Toro y culmina en Alfonso López Pumarejo, el gran reformador. A ese abuelo se remonta igualmente la pasión de Carlos Gaviria por la poesía y su gusto por leerla y decirla en voz alta. Como todo liberal de vieja guardia, el abuelo fue devoto de Víctor Hugo, lector desvelado de los clásicos españoles y utopista esperanzado, como también lo fue el padre de Gaviria, periodista y hombre de letras autodidacta. La madre, maestra de profesión, ejerció la influencia formadora decisiva y suministró, sin duda, el primer modelo pedagógico al futuro profesor y académico. Si en Colombia es obligado proclamar que se pertenece a una familia de acendradas creencias religiosas y tradicional fervor católico, de Carlos Gaviria podría decirse que creció en un medio más inclinado a los libros y al libre pensamiento que a las devociones y los rezos.

Ya radicada la familia en Medellín, adelantó sus estudios de bachillerato en un colegio privado y luego los universitarios en la Facultad de Derecho de la Universidad de Antioquia. En esta misma universidad fue profesor durante treinta años, y ocupó los puestos de dirección más adecuados a sus inclinaciones académicas: Decano, Director del Instituto de Ciencia Política y Vicerrector general. Entre 1970 y 1971, Carlos Gaviria realizó estudios de posgrado en la Escuela de Leyes de la Universidad de Harvard. Allí tuvo oportunidad de seguir los seminarios de Teoría Política con Carl J. Friedrich, de Derecho constitucional con Paul Freund y de Jurisprudencia con Lon L. Fuller. La experiencia académica y vital de Gaviria en los Estados Unidos fue importante, no sólo por el encuentro con un estilo de pensar tan diferente al de su formación inicial, más centrada en Kelsen y los pensadores europeos del Derecho, sino por la abrumadora impresión que le produjo una ciudad como Nueva York, megalópolis en la que parece sintetizarse el mundo.

Entre 1993 y 2001, se desempeñó como Magistrado de la Corte Constitucional, de la cual fue presidente en 1996. En estos años, el nombre de Carlos Gaviria comienza a adquirir la resonancia que hoy tiene y a ser identificado por la opinión pública con algunas de las causas que en este momento unifican a los sectores democráticos del país. Desde la Corte Constitucional, Gaviria continuó su labor de pedagogía jurídica en un aula de dimensiones nunca sospechadas en sus tiempos de académico y con un auditorio de alcance nacional, a través de sus sentencias. Las lecciones fueron, básicamente, de respeto a la autonomía personal, de defensa de las minorías y de énfasis en el principio de igualdad. Para el magistrado Carlos Gaviria, la libertad en una sociedad democrática no es un principio abstracto sino la posibilidad individual de decidir sobre diferentes modos de vida. La idea de unidad nacional gregaria, todos detrás del mismo líder, de las mismas consignas, del mismo lenguaje, del mismo partido, está a un paso de abolir los fundamentos de la democracia, y pocas veces lo habíamos visto de manera tan clara como hoy.

No es exagerado afirmar que el comportamiento de Carlos Gaviria en el Senado de la república entre el año 2002 y el 2006 es ejemplar. Aquí vale la pena citar, por su total imparcialidad en este caso, el concepto que aparece en la página web de la organización ciudadana Votebien: “La mayoría de los análisis coinciden en señalar que el senador Gaviria es producto de una franja de opinión muy definida, que se congregó en torno a su figura para apuntalar un proyecto político”. Y agrega: “Su voto es el más caracterizado en la franja de la opinión. Carlos Gaviria Díaz, ex presidente de la Corte Constitucional, se convirtió en un fenómeno nacional al alcanzar la quinta mayor votación para el Senado”. Su fortaleza electoral estuvo, sobre todo, en Bogotá, Antioquia y Valle. Un total de 114.886 votos le aseguró la curul en el Senado de la República. Su propósito, explícito desde un principio, fue el de impulsar proyectos de ley para favorecer la igualdad material de los ciudadanos, el trato equitativo a los grupos tradicionalmente discriminados y marginados como los indígenas, las mujeres, las negritudes y los homosexuales y el de promover y apoyar las iniciativas destinadas a la búsqueda de la paz mediante la generación de empleo, el fortalecimiento de la educación y la cultura y el reconocimiento del valor social del trabajo. Ya se sabe de las batallas que libró contra la reelección presidencial, contra las reformas laboral y tributaria, y, en general, contra la política social y económica de un gobierno que ha trabajado duramente para hacer más pobres a los pobres y más ricos a los ricos. Es conocida también su insistencia en una política de paz negociada, que represente los intereses de toda la sociedad y que implique la abolición de las iniquidades en que está basada la sociedad colombiana.
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