Internet y los derechos de autor

En lugar de una amenaza, Internet representa una oportunidad para que los generadores de contenido compartan sus creaciones con más personas en forma segura y legal. Estos casos colombianos le muestran cómo.

Colombia.com - Tecnología
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En lugar de una amenaza, Internet representa una oportunidad para que los generadores de contenido compartan sus creaciones con más personas en forma segura y legal. Estos casos colombianos le muestran cómo.

Según la BSA (Business Software Alliance), Colombia es uno de los países menos piratas en América Latina junto a Brasil, está por debajo de la media de la región (53 frente a 61) y es de los que más han logrado bajar la tasa de piratería en los últimos cinco años. Aún así, las pérdidas asociadas a este fenómeno en diferentes industrias siguen siendo incalculables. 

Ante este panorama no es extraño encontrar generadores de contenidos, como realizadores de videos, productores discográficos, escritores de libros, periodistas o fotógrafos, que son cada vez más celosos de compartir su material por el temor a que sus obras puedan ser plagiadas y distribuidas ilegalmente. Fenómeno en el que Internet ha tenido mucho que ver en los últimos años, convirtiéndose para algunos en el paraíso para violar la propiedad intelectual por excelencia.

Pero ¿se puede revertir la situación y convertir a Internet en una oportunidad para compartir las creaciones con mucha más gente sin temor a ser plagiados? Un productor cinematográfico, un realizador de videos online y un profesor de matemáticas, todos colombianos, demuestran que sí.

¿Qué hicieron?

El primer caso tiene nombre propio y se llama La Sirga, la primera película colombiana estrenada en Internet. La presentación de la cinta se hizo a finales de agosto y a la cita acudieron 54.000 internautas. “Al comienzo la gente pensó que se trataba solamente de una estrategia comercial, pero en realidad iba mucho más allá de eso. 

Era una película que no tenía un presupuesto para publicidad, el director no era conocido y los actores tampoco. Podíamos quedarnos con los 10 mil que pensábamos iban a ver la película en las salas o crear una estrategia de alto impacto para darnos a conocer. Decidimos poner la película gratis por Internet para su estreno y aparte de los 54.000 que la vieron online fueron 20 mil a las salas pagando”, relata Jaime Manrique, director de Comunicaciones de La Sirga.

Aparte del crecimiento de los ingresos, esta película colombiana ha ganado en reconocimiento logrando ponerse en la mira de festivales de cine de gran renombre a nivel mundial.

El segundo caso se llama Habitantes de Babel y es un documental colaborativo en el que personas en lugares como Barcelona, Niza o Boyacá hacen sus grabaciones en torno a inmigrantes y las comparten libremente a través de este portal. 

Uno de sus mayores logros está en el hecho de haber conseguido -a través del elemento colaborativo- contenido de calidad de diferentes partes del mundo, que de no ser así habría implicado una alta inversión para cubrir costos de producción y grabación.

El tercer y último caso es el del profesor de matemáticas Julio Ríos, quien empezó hace cuatro años poniendo unos videos en YouTube para enseñar a sus alumnos a resolver algunas operaciones aritméticas y hoy se ha convertido en el tercer canal de este sitio en Internet más visto en el país y en un docente con reconocimiento mundial en los cinco continentes.

“En mi caso no solamente se trata de reconocimiento. Ser el tercer canal más visto en el país en YouTube y tener todo el contenido público para que mucha más gente lo vea, me ha reportado ingresos producto de los clics que la gente da en los avisos que se muestran en mi canal”, comenta Julio Profe, como es conocido a través de Internet.

El secreto para no ser plagiados

“Si tuviéramos que encontrar el secreto de estos tres casos, habría que decir que lo que tienen en común es que cada uno, a su modo, ha logrado evitar que su contenido sea pirateado utilizando políticas de seguridad y estrategias innovadoras como la de poner el contenido al alcance de todos”, comenta Ana Lucía Lenis, gerente de Asuntos Gubernamentales de Google en la Región Andina y experta en temas de derechos de autor y propiedad intelectual.

¿Y es que qué motivaciones podrían tener los piratas para infringir las políticas de derechos de autor de La Sirga, si la película iba a estar al alcance de todos los que la quisieran ver de manera gratuita el día de su estreno? “Lo que nos demuestra este caso es que compartir el contenido libremente, lógicamente con responsabilidad y en forma inteligente para no cerrar la posibilidad de obtener resultados económicos, es una de las mejores formas de salvaguardar los derechos de autor y de propiedad intelectual de las creaciones en Internet”, destaca Lenis.

Otra buena manera de compartir contenido a través de la Red sin temor a ser plagiado es a través de licenciamiento del material con servicios como el de Creative Commons. 

“Lo que hacemos es poner al alcance de todo el público material de calidad que puede ser utilizado para diferentes fines por las personas que así lo deseen siempre y cuando den el crédito. De esta manera se reduce la posibilidad de que el material sea tomado ilegalmente, infringiendo los derechos de autor. Logramos proteger la propiedad intelectual y en ocasiones conseguimos oportunidades comerciales para los autores a través de derechos de derivación y otras modalidades”, explica Maritza Sánchez, integrante de la organización de Creative Commons en Colombia.

En el caso de Julio Profe la política de seguridad está fundamentada en Content ID, una herramienta que provee Google que tiene como función registrar el contenido que se sube a YouTube y monitorear qué uso se le da a ese contenido por parte de terceros. Según Ana Lucía Lenis, se trata de un servicio en el que ya están registradas más de 3.000 empresas en el mundo, las cuales comparten de esta forma diversos videos a través de YouTube.

“Más allá de las cifras, lo importante con estos ejemplos totalmente colombianos es que nos demuestran que Internet no es una amenaza, sino que por el contrario es una oportunidad para compartir contenido de calidad y sacar partido de ello sin temor a ser plagiado. Es solo cuestión de aprovechar las políticas y las herramientas y podemos tener la certeza de que siempre podremos estar más protegidos ante cualquier intento de copia”, concluye Lenis.