Por: David Ferrer • Colombia.com

Privacidad y manipulación: Los riesgos de que una IA detecte nuestros sentimientos

La capacidad de la IA de identificar nuestras emociones es un nuevo avance en esta materia.

Foto: Pexels
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La capacidad de la IA de identificar nuestras emociones es un nuevo avance en esta materia.

La inteligencia artificial (IA) conversacional especializada en detectar expresiones emocionales a través del uso y tono de las palabras representa un avance tecnológico significativo con potenciales ventajas y riesgos que requieren un análisis detenido.

Aunque esta capacidad podría mejorar la interacción entre humanos y máquinas y proporcionar asistencia personalizada, también plantea el peligro de antropomorfizar la IA, atribuyéndole pensamientos y personalidad, lo que podría afectar la percepción de las relaciones humanas y fomentar un sentido de aislamiento.

El fenómeno del efecto Eliza, derivado del programa chatbot ELIZA desarrollado en la década de 1960, ejemplifica cómo las personas pueden atribuir cualidades humanas a la tecnología, incluso cuando saben que están interactuando con un programa informático.

Este fenómeno, junto con la capacidad de la IA para reconocer emociones, plantea preocupaciones sobre la privacidad de los datos y la posibilidad de errores en la interpretación de las emociones humanas.

Además, la manipulación es un riesgo inherente, ya que una IA que comprenda profundamente los estados de ánimo y preferencias podría influir en decisiones personales, desde compras hasta opiniones políticas, lo que presenta una amenaza para la autonomía individual.

Es esencial abordar estos riesgos de manera proactiva para garantizar un desarrollo ético y seguro de la IA emocional, priorizando la protección y el bienestar de los usuarios.

Esto implica consideraciones sobre cómo se recopilan, almacenan y utilizan los datos personales, así como una comprensión precisa de las sutilezas de la interacción emocional humana para evitar malentendidos o respuestas inapropiadas por parte de la IA.

En resumen, si bien las capacidades emocionales de la IA ofrecen oportunidades emocionantes, es fundamental abordar estos riesgos con precaución y responsabilidad para garantizar un futuro donde la tecnología mejore genuinamente la calidad de vida y el bienestar de las personas.