Buenaventura: Historias de la tragedia

Seis historias sin final feliz se contaron el pasado domingo en Buenaventura.

Dos petardos que explotaron en una de las calles del Puerto dejaron como saldo a seis personas muertas y catorce más heridas.

José Amador Moreno. Cuando el hombre de 69 años escuchó el primer estallido de la bomba lo primero que hizo fue correr hacia el lugar del hecho. Pensó en su esposa, que había ido a misa como era su costumbre los domingos. A la carrera iba cuando la segunda explosión lo atrapó.

Afortunadamente Leonor, su compañera de toda la vida, salió ilesa, aunque ahora su corazón le quiere jugar una mala pasada por el dolor de saber que su 'viejo' se fue sin saber que a ella nada le había pasado.

Henry Benitez. Se le truncó su sueño de volver a Santiago de Chile, de donde había venido a pasar vacaciones luego de trabajar allá dos años.

“Él estaba con unos amigos en un parque cerca de la concentración Eusebio Muñoz Perea. Cuando escuchó el primer estallido corrió para ver que pasaba, pero la segunda bomba lo alcanzó y lo mató”, dijo su hermano Plinio. Benitez, de 27 años, vivía a unas tres cuadras del sitio del atentado.

David Rendón Henao. Un muchacho de 15 años de quien poco se conoce. Su familia reside en el barrio Camilo Torres, a pocas cuadras del sitio de los hechos, donde la situación de orden público hace impenetrable el sector.

Algunos tenderos del sector de la explosión recuerdan que “él siempre venía a hacer mandados”. “Era muy callado el paisita”, sostienen, al recordar a quien era oriundo de Sonson, Antioquia.

Policías Lidio Edgardo Cortez Hernández y Manuel Unigarro Ortiz. Ayer se iban a producir sus relevos para que volvieran a Pereira.

Los dos habían sido enviados hace poco desde el Escuadrón Móvil Antidisturbios, Esmad, en la capital de Risaralda, en comisión de apoyo a la Policía de Buenaventura para ayudar a luchar contra la violencia.

Cortez Hernández, de 24 años, era natural de Fredonia, Antioquia, mientras que Unigarro Ortiz, de 22, era oriundo de Vélez, Santander.

Sus cuerpos fueron trasladados a sus ciudades de origen.

Aracelly Calle Cárdenas. En la ciudadela Comfamar todo es tristeza por su repentina muerte. Ella viajaba como parrillera en la moto que conducía su esposo Víctor Manuel Martínez, quien también resultó gravemente herido.

Uno de sus familiares recuerda que ese día habían salido en la moto hacia el barrio Independencia, que queda a unas diez cuadras del lugar, para comprar un mercado.

Cuando regresaban para la casa la potente explosión acabó con la vida de Aracelly, quien, sin embargo, alcanzó a llegar con vida al hospital local donde falleció.

Su esposo, a causa de las fuertes explosiones, sufrió las amputaciones de las dos piernas.


Grupo elite antiterrorista


El Gobierno decidió establecer un mando único de las fuerzas de seguridad en Buenaventura, primer puerto del país, en las costas del Pacífico, para afrontar las amenazas de los grupos guerrilleros y paramilitares.

El comandante de la Fuerza Naval del Pacífico, el contraalmirante Orlando Malaver, tendrá a cargo la supervisión del "centro de acción unificado" que se creará en la localidad portuaria, a unos 600 kilómetros de Bogotá, dijo el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos.

La decisión fue adoptada durante un consejo de seguridad que Santos convocó en Buenaventura tras el atentado terrorista del domingo en esta localidad, donde murieron dos policías y cuatro civiles, y dejó quince heridos.

El ataque fue cometido con dos cargas explosivas al paso de una patrulla policial y el Gobierno lo atribuyó a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Santos explicó a la prensa que el centro unificado estará liderado por efectivos de la llamada Agrupación de Fuerzas Especiales Antiterroristas Urbanas (AFEAU) de la Armada Nacional, con el apoyo de la Policía Nacional y la Infantería de Marina.

Además, el comandante de la regional de la Policía en el suroeste del país, el general Orlando Páez, deberá trasladar su despacho al mismo puerto, agregó Santos.

El ministro consideró que Buenaventura es escenario de una disputa del "territorio para el tráfico de drogas hacia el Pacífico" en la que están implicadas redes urbanas de las FARC y "bandas criminales al servicio del narcotráfico".

Semana de atentados

Se estima que en Buenaventura el 60 por ciento de la población vive por debajo de la línea de pobreza, y que muchos de sus habitantes, unos 85.000, son desplazados de regiones cercanas por el conflicto armado.

De hecho, este último atentado podría constituir una represalia contra el aumento de las operaciones policiales en Buenaventura, situada unos 300 kilómetros al suroeste de Bogotá.

El Defensor del Pueblo de esa región, Andrés Santamaría, dice que en Buenaventura hay un lucha por el control territorial de organizaciones de traficantes de drogas y armas, que en lo que va de este año ha causado 25 muertos.

El ataque ocurre después de que un coche bomba destruyese el miércoles una planta procesadora de leche de la empresa suiza Nestlé, y de la muerte de cinco policías a manos de las FARC cerca de la frontera con Ecuador.

Con información del País


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