Conductor abandona el mando de tren bala en Japón para ir al baño

Las abuelas dicen que no es bueno eso de aguantar cuando se tienen deseos de entrar al baño, y es que cuando la naturaleza llama no se le puede decir que no, y un conductor de tren en Japón sí que le hizo caso al dicho popular porque al padecer un dolor abdominal no lo dudó y corrió hacia el baño con la misma rapidez del tren que estaba bajo su mando.

El hombre, que conduce un tren bala, una de las maravillas de la tecnología japonesa y que viaja a una velocidad promedio de 360 kilómetros por hora, se encontraba al comando del avanzado medio de transporte entre las estaciones de Atami y Mishima cuando de repente una urgencia de esas que solo él podía atender, así es que encomendó el control del tren a otro conductor.

El problema es que la persona a que encomendó el tren bala durante tres minutos, tiempo que le tomó atender el llamado de la naturaleza no contaba con la licencia requerida para comandar un transporte de esta magnitud, un tren súper rápido que transportaba cerca de 160 pasajeros.

La tecnología japonesa permite que estos transportes sean controlados por un centro totalmente computarizado, pero se exige que los conductores se encuentren frente a los controles por si se presenta algún desperfecto, error tecnológico o situación inesperada en un país que valora el tiempo como ningún otro, tanto que echa por tierra aquello de la puntualidad británica.

La compañía Central Japan Railway inició una investigación en contra del funcionario, además analizarán el recorrido y estado del viaje, debido a que en cuestión de segundos se puede producir un error humano que ocasione un accidente, que, por tratarse de un transporte con gran cantidad de pasajeros, puede convertirse en una tragedia de grandes proporciones.

Los japoneses son muy estrictos y no permiten que los protocolos se vean alterados, además son muy exigentes con el cumplimiento de las normas, por eso se espera que el conductor de 36 años, cuya identidad no fue revelada aprendas bien que ni siquiera una emergencia como la que se le presentó es excusa para dejar su puesto al mando de un tren de alta velocidad.