Por: Redacción Actualidad • Colombia.com

Comunidad Wayúu vive en la pobreza en medio de mucha riqueza

En el día internacional para erradicar la pobreza, Colombia mira de reojo la lamentable situación de este pueblo, que paradójicamente se encuentra rodeado por la riqueza energética

Casa bahareque sin servicio de energía, a escasos metros de las generadoras del Parque Eólico Jepírachi en la Alta Guajira. Foto: EFE
Casa bahareque sin servicio de energía, a escasos metros de las generadoras del Parque Eólico Jepírachi en la Alta Guajira. Foto: EFE

En el día internacional para erradicar la pobreza, Colombia mira de reojo la lamentable situación de este pueblo, que paradójicamente se encuentra rodeado por la riqueza energética

Un claro ejemplo del abandono estatal y una situación extrema de carencias es el departamento de La Guajira, una región que posee el más alto potencial para la generación de energía eólica y solar del territorio nacional, pero las comunidades wayúu que lo habitan viven en la miseria absoluta, sin ninguna posibilidad de poder acceder a una pequeña lámpara para iluminar sus tristes noches.

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La comunidad Wayúu es una población indígena organizada en clanes que se encuentra diseminada por las regiones semiáridas de este departamento, norte de Colombia y el parte del oeste de Venezuela, además el wayuunaiki es su propia lengua.

En medio de este panorama se pueden encontrar vivencias respecto al hostil entorno, una de ellas es el caso registrado por la agencia Efe y en el que Elizabet María, una joven wayúu que habita en una pequeña choza fabricada con ladrillos y palmas, a un costado del insípido y a penas visible camino que lleva desde las localidades de Puerto Bolívar hasta el Cabo de la Vela, junto al parque eólico Jepírachi, un complejo de propiedad de la las Empresas Públicas de Medellín (EPM) que desde el año 2004 genera 19,5 megavatios para el sistema de interconexión nacional.

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A poco menos de mil metros de donde habita la Elizabet María, perteneciente al clan Ipuana, se encuentra Puerto Bolívar, lugar del que marchan los grandes buques cargueros que trasladan hasta otras extensiones del planeta el carbón que es surtido por un tren que tiene 200 vagones desde las minas del Cerrejón, desde el mismo centro de La Guajira, y de igual manera a unos 100 kilómetros de distancia del lugar.

Aunque esta se encuentra ubicada entre grandes obras de infraestructura con las cuales se compone la energía con la que se mueven industrias y ciudades, mientras que la casa de la mujer no cuenta con un mínimo de electricidad para salir de las tinieblas en las que llevan sumida toda su vida.

Acompañada por un hermano y dos hermanas, todos menores que ella, y un famélico perro al que por su precaria condición se le ven las costillas y el espinazo, la mujer opta  por abordar a cualquier persona que se detenga en el sitio para observar los aerogeneradores que como molinos de viento giran para producir la energía en el parque Jepírachi, que en lengua wayuunaiki simboliza "brisa del noreste".

"En mi casa no hay energía, tampoco agua. Ahí vivimos mis papás, mis hermanos y yo", contó a Efe esta mujer con mucha más fortuna que la gran mayoría de sus vecinos porque, a sus dieciocho años, tuvo la oportunidad de estudiar en un colegio donde le enseñaron a leer y escribir.

Por ahora se gana la vida vendiendo pulseras tejidas a los muy pocos turistas que se atreven a transitar por esa zona desértica rumbo al Cabo de la Vela, un paraíso de arena amarillenta a orillas del mar Caribe, lugar que se caracteriza, también por ser el extremo norte de Suramérica.

"Cuando el camino para el Cabo de la Vela está complicado y los carros no pueden pasar, tienen que dar la vuelta por acá, por Puerto Bolívar, y entonces pasan más personas a las que se le pueden vender las pulseras", revela Jesús, un niño de catorce años y hermano de Elizabet.

Cada uno de estos accesorios lo cambian por 2.000 pesos, que en cambio no supera los 70 centavos de dólar, y con lo que Elizabet y Jesús contribuyen a la economía familiar cuyo principal sustento es lo poco que gana su padre transportando ciudadanos de una ranchería a otra en una destartalada motocicleta.

El hecho de haber aprendido con los "arijuna" -término con el que los wayúu designan a las personas de la ciudad- le permite a Elizabet pensar que aunque que la naturaleza premió a su pequeña localidad, ni un poco de la energía que este lugar se genera favorece a su comunidad, hundida en la miseria y el olvido extremo.

La fuerza de los vientos en la región conocida como Alta Guajira convierten a este lugar en inmejorable para la producción energética, con velocidades superiores a los nueve metros por segundo en un rango de 80 metros de altura, potencial que, según estudios de la Asociación de Energías Renovables, puede aumentar considerablemente la generación del sistema eléctrico nacional.

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Entre tanto, la radiación solar en este tórrido lugar consigue 6 KW por metro cuadrado, lo que es un 66 % superior al promedio mundial, mientras que en el resto del territorio colombiano el promedio es de 4,5 KW por metro cuadrado.

De acuerdo al Ministerio de Minas y Energía, en La Guajira existe en la actualidad 14 proyectos de generación de energía solar y eólica en estudio, y ante esto, los wayúu esperan que tanta riqueza energética de su tierra alcance para algún día poder iluminar sus tristes y desamparadas noches.