Por: Redacción Actualidad • Colombia.com

Ex Farc en Cauca siembran café, pero pasan los tragos amargos de la persecución

En este mes de julio fue asesinado Anderson Guerrero, un excombatiente de las Farc que le apostó a la paz. En el departamento del Cauca el asesinato de antiguos miembros de la guerrilla que hacen parte de procesos productivos se presenta de forma frecuente, lo mismo ocurre con líderes sociales sin que se haga algo por evitarlo.

Anderson Guerrero, excombatiente de las Farc, lideraba un proceso productivo con café en el norte del Cauca. Foto: Twitter @aykan_sever
Anderson Guerrero, excombatiente de las Farc, lideraba un proceso productivo con café en el norte del Cauca. Foto: Twitter @aykan_sever

En este mes de julio fue asesinado Anderson Guerrero, un excombatiente de las Farc que le apostó a la paz. En el departamento del Cauca el asesinato de antiguos miembros de la guerrilla que hacen parte de procesos productivos se presenta de forma frecuente, lo mismo ocurre con líderes sociales sin que se haga algo por evitarlo.

Colombia es tierra cafetera de sur a norte, el cultivo del grano dejó de ser exclusivo de tierras antioqueñas, quindianas, caldenses o risaraldenses, porque en zonas del sur del país como Huila, Caquetá, Cauca y Nariño se siembra un café, que según los expertos cuenta con mejor sabor y balance que los tradicionales de la “zona paisa”.

El aroma de un buen café y de un mejor futuro motivó a muchos excombatientes de las Farc, antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, a buscar nuevas formas de sustento para ellos y sus familias, y para dejar atrás años de guerra y muerte, luego de firmar una paz que les permitió reconciliarse con una nueva vida.

La reincorporación a la vida civil no ha sido un asunto sencillo para los exguerrilleros de las Farc, pues muchos de ellos no lograron adaptarse a una vida en paz y prefirieron volver a la guerra, el crimen y el narcotráfico con tal de andar con plata en los bolsillos, sin embargo, otros realmente estaban cansados de la guerra y sin importar sin sus bolsillos estaban vacíos, le apostaron sus sueños, sus esperanzas y su fe a la paz y a la reconciliación.

El café Sabor de la Paz, es una marca que más allá de intereses económicos es un emblema de la reconciliación y del deseo de varios excombatientes por vivir en paz y dar a sus familias una forma honrada y legal de ganarse el sustento en el norte del Cauca, un departamento que tradicionalmente ha sido azotado por la violencia y que muchos consideran un polvorín a punto de estallar.

Con ayuda del Gobierno, varios ex Farc han iniciado procesos productivos y el café es uno de ellos, pero la estigmatización y la persecución a la que son sometidos los mantiene en peligro constante, el peso de la guerra, la venganza y el poder que ejercen grupos de narcotraficantes y otros denominados residuales, han ocasionado varios muertos entre quienes dejaron las armas.

No todos los que no dejan las armas se unen a los grupos ilegales por aquello de que “no saben hacer nada más que echar plomo en el monte”, tienen que sumarse para no terminar muertos y ser parte de una lista que no le interesa al gobierno actual, una lista que en el departamento del Cauca se escribe con tinta roja casi a diario.

Varios miembros de procesos productivos de Café han sido asesinados, entre ellos, Anderson Guerrero, un hombre que se decidió por la paz, y lo que parecía un delicioso sorbo de una nueva oportunidad, se convirtió en el trago más amargo.