El deporte de Estados Unidos realiza históricas protestas por racismo

Si Jacob Blake no pudo hablar ni defenderse mientras recibía disparos por la espalda, un gran grupo de deportistas profesionales elevaron su voz al cielo clamando un ¡ya basta!

El deporte de los Estados Unidos no quiso quedarse callado y ser cómplice silencioso de los abusos de autoridad policíaca y especialmente, de hechos racistas que con el tiempo se están tristemente convirtiendo en hechos cotidianos.

La NBA, (National Basketball Asociation), la MLB, (Major League Baseball) y la MLS (Major League Soccer), decidieron protestar contra el racismo y suspender algunos de sus partidos, estas acciones promovidas por deportistas pertenecientes a las razas que tradicionalmente son blanco de abuso policial y discriminación como el beisbolista de origen Dominicano Fernando Tatis, los basquetbolistas LeBron James y Giannis Antetokounmpo y el futbolista mexicano Rodolfo Pizarro.

Justamente el basquetbolista LeBron James no pudo ocultar sus sentimientos frente al hecho de brutalidad policial ocurrido el domingo y expresó un contundente: ¡A la mier**, exigimos un cambio, estoy harto de esto!

James no solo es una figura del deporte, también es conocido por sus posturas anti racismo como lo hizo en el primer juego de la post temporada cuando puso la rodilla en el piso mientras sonaba el himno de los Estados Unidos y también porque hace poco afirmó que “la gente nunca va a entender lo que es ser negro en los Estados Unidos”.

Como parte de su aporte a la protesta, las jugadoras del equipo Washington Mystics de la WNBA (Womens National Basketball Asociation), portaron camisetas en cuya espalda aparecían agujeros de bala con sangre derramándose de ellos, haciendo un llamado a la unidad y rechazando enfáticamente la brutalidad policial y el racismo.

Los Estados Unidos se encuentran convulsionados por estos días en los que la brutalidad policial reaparece y las protestas de todo tipo no se hacen esperar, la carrera por la presidencia también se agita y los anuncios de una próxima vacuna contra el COVID-19 encienden la esperanza en un país cuya agitación se encuentra en uno de sus puntos más altos.