Por: Alexandra Méndez • Colombia.com

La historia de Gina Acuña, la expresentadora que dejó la televisión y se fue a vivir al campo

La expresentadora Gina Acuña decidió darle un giro radical a su vida en la pandemia.

Expresentadora dejó la televisión para irse a vivir al campo. Foto: Instagram @ginaacunap
Expresentadora dejó la televisión para irse a vivir al campo. Foto: Instagram @ginaacunap

La expresentadora Gina Acuña decidió darle un giro radical a su vida en la pandemia.

Muchos se preguntan qué pasó con la querida presentadora Gina Acuña, reconocida por su participación en noticieros de medios de renombre como RCN y CM&. La también actriz y bailarina decidió darle un giro radical a su vida en la pandemia.

Luego de estar en la pantalla chica por varios años, Acuña tomó la decisión de hacer una pausa indefinida en su trabajo como presentadora y enfocarse en otros proyectos personales sobre salud y bienestar.

Su emprendimiento

Tras culminar su etapa en la televisión, Gina fundó una Academia del Bienestar Online, en la que ofrece clases de yoga y conferencias virtuales relacionadas con la estabilidad del cuerpo y la mente. A la par, creo una empresa de alimentos orgánicos.

Para tener una vida más tranquila, la expresentadora se fue a vivir al campo. Hace poco, dio una entrevista a la revista Vea, donde compartió su experiencia sobre la transformación de vida que tuvo.

“Siempre tuve muy claro que quería estar en los medios desde muy niña y mi camino en este mundo empezó como actriz. Yo inicialmente estudié teatro, danza contemporánea. Luego, empecé a actuar, actué en telenovelas durante muchos años. Desde mis 18 años de edad estuve en la capital, en Bogotá, porque soy santandereana, campesina, orgullosamente”, señaló inicialmente.

¿Por qué se retiró?

Acuña explicó que la idea de retirarse de los medios se fortaleció junto con la llegada de pandemia por el COVID-19, ya que desde hace algún tiempo había querido enfocarse en lo que verdaderamente le apasionaba. 

“Creé la Academia del Bienestar Online. Es un espacio muy gratificante porque más allá de que haya personas inscritas en las clases y en los cursos, la gratificación de saber que estoy contribuyendo, de una manera positiva en la vida de alguien, no tiene ningún precio. Eso no se mide con ningún cheque ni con absolutamente nada.... Yo le pedí a Dios que me guiara y que me ayudara porque no tenía un plan”, agregó. 

Según su relato, ahora vive feliz y viaja cada 15 días a Bogotá para llevar los mercados de su negocio a sus clientes. “Me aseguro de que desde que les recibo el pedido en el contacto por el chat, hasta que se los deje en la puerta de su casa o en sus manos, incluso con un abrazo y con inmensa gratitud, los clientes sepan muy bien qué trato ha tenido el producto y cómo ha llegado y con qué energía ha llegado”, concluyó.