Por: David Ferrer • Colombia.com

Se cumplen 38 años de la tragedia en Armero, se trabaja para evitar catástrofes similares

Así como el caso de Omaira Sánchez, otras 25.000 personas murieron ese fatídico día, 38 años después se sigue trabajando en mejorar las condiciones y evitar tragedias similares

Armero después de la tragedia derivada de la erupción del volcán Nevado del Ruiz del 13 de noviembre de 1985. Foto: Servicio Geológico Colombiano
Armero después de la tragedia derivada de la erupción del volcán Nevado del Ruiz del 13 de noviembre de 1985. Foto: Servicio Geológico Colombiano

Así como el caso de Omaira Sánchez, otras 25.000 personas murieron ese fatídico día, 38 años después se sigue trabajando en mejorar las condiciones y evitar tragedias similares

Hoy se cumplen 38 años de la erupción del volcán Nevado del Ruiz, ocurrida el 13 de noviembre de 1985 en Armero, uno de los episodios más dolorosos de la historia del país, un desastre natural de proporciones devastadoras. 

El evento se desencadenó por la fusión repentina del glaciar que cubría la cumbre del volcán, lo que resultó en la formación de flujos de lodo y escombros compuestos por agua, sedimentos y cúmulos de roca que se iban agigantando conforme el lodo los arrastraba. 

La ciudad de Armero fue uno de los lugares más afectados. La avalancha alcanzó la localidad, destruyendo gran parte de ella y causando una de las tragedias más catastróficas de la historia colombiana. Miles de personas perdieron la vida y la ciudad quedó prácticamente sepultada bajo toneladas de lodo y escombros. 

La falta de un sistema de alerta temprana eficaz y la evacuación adecuada contribuyeron significativamente a la alta cifra de víctimas. Pese a que al lugar acudieron los más capacitados cuerpos de socorro del país e incluso ayuda humanitaria internacional, ya había muchas vidas que estaban condenadas.

Sin duda, una de las historias más recordadas y que más impactó a los colombianos fue la de Omaira Sánchez, la pequeña de tan solo 13 años de edad que tuvo que despedirse de la vida tras quedar atrapada bajo agua, lodo y escombros que arrastró la avalancha, y que, además, dejó sepultados a su padre y a otros familiares.

Hoy, 38 años después, fue colocada una cruz justo en el lugar de su muerte en símbolo de honor, convirtiéndose en un lugar de fe, esperanza y oraciones. Pasan los años desde el día de la tragedia de Omaira y su familia y aun turistas y peregrinos acuden al lugar no solo para conocer de cerca lo ocurrido, sino para pedirle milagros y rezar en su nombre. Incluso, muchos hablan de beatificarla, pues a ella se le atribuyen peticiones cumplidas.

Este desastre sin duda resaltó la necesidad de mejorar la gestión de riesgos volcánicos y la preparación para situaciones de emergencia. Además, generó un llamado de atención a nivel internacional sobre la importancia de monitorear y tomar medidas preventivas en áreas propensas a la actividad volcánica. 

La erupción del Nevado del Ruiz sigue siendo recordada como un trágico episodio que marcó la historia y la conciencia colectiva de Colombia en términos de gestión de desastres naturales. Tres años después de la tragedia de armero y con el fin de evitar nuevos eventos que terminen en un desastre similar, fue creado el Sistema Nacional para la Prevención y Atención de Desastres, el cual reemplazaron por el Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres, en 2012.

A su vez, en el país implementaron un programa de monitoreo volcánico, el Observatorio Vulcanológico de Colombia, que inició en Manizales en 1986 y se extendió a Pasto en 1989 y Popayán en 1993.