Caterine Ibargüen, la enfermera colombiana de piernas de oro

La deportista, nacida el 12 de febrero de 1984 en Apartadó, una ciudad agroindustrial del departamento de Antioquia, voló en el Estadio Olímpico Luzhniki de la capital rusa para ganar el primer oro en unos mundiales para Colombia con un salto de 14,85 metros, hazaña que hoy acaparó la atención del país.

Ibargüen, que en los Juegos Olímpicos de Londres se colgó la medalla de plata en salto triple, compagina el deporte de alto rendimiento con el estudio de la enfermería, carrera en la que piensa hacer una maestría si se lo permiten los entrenamientos para los Olímpicos de Río 2016, en los que sueña con el oro.

Su grado de enfermería lo recibió el pasado 12 de junio de la Universidad Metropolitana de Puerto Rico a donde llegó en 2008 gracias a un beca deportiva que en su momento no alcanzó en su país.

Salir de Medellín, la capital de Antioquia, donde vivía hasta entonces, le cambió completamente la vida, porque fue en la isla caribeña donde conoció a su entrenador, el cubano Ubaldo Duany, quien le devolvió la confianza en sí misma que había perdido al no clasificarse para los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.

Con Duany encontró otra senda en el atletismo porque cambió las competiciones de salto alto, en las que llegó a alcanzar una marca de 1,93 metros, por la de salto triple, con las que hoy ha obtenido la consagración.

"No fue fácil dar ese salto pero finalmente decidí seguir el consejo de mi entrenador", manifestó Ibargüen a Efe en 2012, cuando se preparaba para los Olímpicos.

La nueva campeona mundial de salto triple siempre tuvo inclinación por el atletismo y en su adolescencia practicó a nivel escolar los 75 y los 150 metros planos en su natal Apartadó.

A los 14 años decidió trasladarse a Medellín donde fue entrenada por la cubana Regla Sandrino, quien le inculcó el gusto por el salto alto, el largo y el triple.

Después de su experiencia académica y deportiva en Puerto Rico, Ibargüen aspira a volver a Colombia, el país que en los últimos años se acostumbró a verla triunfar en mundiales de atletismo, ligas de diamante, Juegos Olímpicos y Panamericanos.

Además del oro ganado hoy en Moscú, donde como ella misma dijo hizo "historia para mi país", Ibargüen ha ganado este año tres medallas doradas en la Liga Diamante en la que se impuso en las pruebas de Shangai con 14,79 metros, Estados Unidos (14,93), y Oslo (14,81).

"Mi objetivo es volver a vivir en mi país, que es lo más lindo", señaló el año pasado Ibargüen con la sonrisa que la caracteriza y que sólo se transforma un poco cuando habla de los niños del Urabá, la región donde está Apartadó, que según cuenta tienen mucho talento "porque hacen los mandados corriendo y saltando", pero no tienen muchos recursos económicos.

"Creo que en el Urabá hay gente que podría superar lo que yo he hecho, porque tienen gran calidad humana, y muchas ganas de salir adelante", dijo a Efe.

Ibargüen habla con convicción tras haber sido una niña de escasos recursos que se fue a vivir a los siete años con su abuela Ayola Rivas tras la separación de sus padres.

"La influencia de mi abuela fue muy importante en mi vida, ya que ella es uno de mis mayores apoyos, y fue la persona que estuvo ahí desde el principio cuando empecé a entrenar, con ella puedo decir que tuve una infancia feliz", recordó.

A los 29 años, la deportista y enfermera sigue sonriendo, y más hoy cuando ha inscrito su nombre con letras de oro en el libro de los grandes del atletismo mundial. EFE/Marisol Larrahondo Bernal