Por: Con información de Cuso International • Colombia.com

60% de las mujeres que velan por la salud de Bogotá no cotizan pensión

Además, las trabajadoras sin estudios profesionales, que solo han cursado una educación básica primaria, ganan una remuneración menor al salario mínimo.

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Además, las trabajadoras sin estudios profesionales, que solo han cursado una educación básica primaria, ganan una remuneración menor al salario mínimo.

En Bogotá las enfermeras, auxiliares de enfermería y las mujeres sin educación superior dedicadas al cuidado de la salud de la población están desprotegidas: en promedio 61% no cotiza a pensión y, adicionalmente, 33% no tiene una afiliación a riesgos profesionales.

En la medida en que un gran número de ellas no cuenta con seguridad social, se trata de un diagnóstico laboral preocupante para quienes soportan el cuidado de los pacientes del sistema nacional de salud. Esta es la principal conclusión del último estudio realizado por el Centro Interdisciplinario de Estudios sobre Desarrollo (Cider) de la Universidad de los Andes y la ONG de desarrollo Cuso International, el cual fue apoyado por el Gobierno de Canadá.

Foto: Shutterstock

La investigación, que tiene en en cuenta los datos de la base de Registro Único de Talento Humano en Salud (ReThus) y la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) para el periodo de 2014-2017 (las cifras más recientes registradas para este sector), realiza una radiografía de las condiciones laborales de las cerca de 89.000 enfermeras, auxiliares de enfermería y las mujeres sin educación superior dedicadas al cuidado de la salud de personas en la capital del país.

El estudio agrega que en Bogotá aproximadamente 11% de los trabajadores/as del cuidado de la salud eran hombres y 89% eran mujeres, de las cuales 54% no contaba con un empleo formal en el periodo mencionado. Del grupo de ellas que sí lo tenían (45,5%), cerca de 36% aún mantenía contratos de tipo verbal. Además, llama la atención que solo 18% de los contratos escritos de estas trabajadoras eran de carácter indefinido.

“El cuidado de los enfermos/as en nuestra cultura es una tarea de mujeres que, además, por lo general no es bien valorado por la sociedad. Una prueba de ello es que estos trabajos estén marcados por la precariedad laboral y la violación de los derechos de estas mujeres”, agregó Alejandro Matos, director de Cuso International en Colombia.

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Las trabajadoras entre 40 y 59 años representaban el grupo más grande de este sector entre 2014 y 2017. Al mismo tiempo, cerca de 70% de las que tenían entre 25 a 59 años llevaba menos de un año cotizando a pensión y 35% del grupo mayor de 60 años había cotizado entre uno y tres años. De acuerdo con Matos, estas cifras muestran un panorama desolador para la mayoría de estas mujeres durante su vejez.

Condiciones laborales críticas para las trabajadoras con escasa educación

La investigación expone cómo el mercado laboral de la salud no le ha garantizado unos ingresos mínimos a las mujeres sin educación superior dedicadas al cuidado de la salud de las personas en la capital del país.

Aquellas que solo habían cursado una educación básica primaria entre 2014 y 2017 se ganaban menos del salario mínimo (0.89 salarios mínimos), es decir, que en este último año ganaban casi 100 mil pesos menos de esta remuneración.

Igualmente, la investigación expone el impacto de la educación en la informalidad laboral. Casi la mayoría de las trabajadoras del cuidado en la salud en Bogotá sin estudios no contaban con un empleo formal (97%) y este patrón se repite con aquellas que habían cursado básica primaria (80%).

El estudio del caso de Bogotá es una muestra de cómo estas trabajadoras, que alcanzan 300.000 a lo largo y ancho del país, son el eslabón más bajo del sector de la salud. Por esta razón, la ONG de desarrollo recomienda evaluar la destinación de los recursos a este renglón, teniendo en cuenta que 75% del gasto público se va a este sector y 7% del PIB de Colombia corresponde a este rubro, según datos recientes de la OCDE.

“Para Cuso International es muy importante insistir en la necesidad de romper los patrones culturales que generan una mayor desigualdad para las mujeres en el mundo del trabajo. Es urgente analizar cómo el país puede avanzar hacia el gasto eficiente en la salud, que no excluya a las mujeres dedicadas al cuidado de la salud de condiciones laborales dignas que beneficien a ellas y sus familias”, agregó Matos.

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