Por: Christopher Ramírez • Colombia.com

Opinión: No repitamos la historia de Andrés Escobar

Hoy, hace 25 años, asesinaron a Andrés Escobar, y mientras la mayoría de los colombianos aún lloran su partida, otros están "matando" a William Tesillo tras su fallo en la Copa América.

Actualización
Andrés Escobar tras el autogol contra Estados Unidos, en 1994. Foto: Twitter
Andrés Escobar tras el autogol contra Estados Unidos, en 1994. Foto: Twitter

Hoy, hace 25 años, asesinaron a Andrés Escobar, y mientras la mayoría de los colombianos aún lloran su partida, otros están "matando" a William Tesillo tras su fallo en la Copa América.

El 2 de julio de 1994 se considera como un día oscuro en la historia del fútbol colombiano: asesinaron a Andrés Escobar. El defensa de la Selección Colombia, considerado como uno de los mejores futbolistas de nuestro país, murió en manos de Humberto Muñoz Castro, chófer de los hermanos Gallón Henao, reconocidos narcotraficantes de Antioquia, a la salida de un estadero muy cerca a Medellín.

De acuerdo con fuentes oficiales, Muñoz Castro se bajó de la camioneta Toyota que conducía y, sin pensarlo dos veces, le descargó su revólver Llama calibre 38. Seis balas atravesaron el cuerpo de Escobar, la mayoría en medio del cuello y el tórax.

Según algunas versiones, el hecho se dio tras una muestra de intolerancia por parte del asesino, a quien le habría molestado que el jugador no moviera rápidamente su Honda azul, con el fin de darle un espacio al vehículo de los narcos. Para otros, la historia está relacionada con el infortunado autogol que marcó Andrés, el 22 de junio de 1994, en el Mundial de Estados Unidos, precisamente contra el anfitrión del torneo.

“Fue entonces cuando su sobrino Felipe, que se encontraba en el estadio Rose Bowl de Pasadena presenciando el partido acompañado de su madre y su familia, lanzó la siguiente premonición:

“Mami, a mi tío lo van a matar (…)”. El niño, al ver a su tío acostado en el césped, estaba asustado porque recordaba el ambiente de violencia que se vivía por esos tiempos en Medellín”, escribió el periodista Víctor Rosas, en su libro “El día que murió el fútbol”.

Ahora bien, fue el mismo periodista quien mostró la realidad que vivía el fútbol por esa época en Colombia, inundado por el narcotráfico, las apuestas ilegales y la intolerancia. De acuerdo con Rosas, entre 1984 y 2014 hubo más de 30 asesinatos a personajes que de una u otra manera vivían en el ambiente futbolístico (jugadores, directivos y árbitros).

"Quien no conoce su historia..."

Con todo esto, la historia parece no cambiar. Colombia es un país de inadaptados sociales que, un día lloran a sus “héroes” caídos (como lo hicieron en 1994 con Andrés Escobar), y al otro amenazan de muerte a quienes cometen un error. Ejemplo de esto es lo que estamos viviendo tras la Copa América de Brasil, en donde, infortunadamente, la Selección fue eliminada por Chile.

Cuando los jugadores salen a la cancha, los colombianos izamos con orgullo la bandera, besamos el escudo y bendecimos a los “once guerreros” que salen a la cancha a ganar; porque puedo asegurarlo que ningún jugador de fútbol sueña con perder, y mucho menos un partido con su equipo nacional. Pero parece que se nos olvidara esto cuando no conseguimos la victoria.

Es normal sentir ira. Como dijo Eduardo Galeano:

“Cuando arraigan en la gente y encarnan en la gente, las emociones colectivas se hacen fiesta compartida o compartido naufragio, y existen sin dar explicaciones ni pedir disculpas”.

Ahora bien, en la cultura colombiana, está muy arraigada esa hermosa “fiesta compartida”, mas no el doloroso “compartido naufragio”. Así lo demuestra lo que muchos están haciendo con William Tesillo (jugador que erró el penal que eliminó a Colombia en la Copa), quien ha sido víctima de amenazas en redes sociales, resultado del salvajismo e idiotez con que el colombiano promedio ha decidido vivir el fútbol.

Y es que, no nos engañemos, el fútbol no tiene la culpa de nuestra ignorancia. Ya lo dijo Maradona el día de su retiro, en 2001:

“El fútbol es el deporte más lindo y más sano del mundo. De eso que no le quepa la menor duda a nadie. Porque que se equivoque uno, eso no tiene por qué pagarlo el fútbol. Yo me equivoqué y pagué. Pero, la pelota, la pelota no se mancha”.

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"Hay que ser gallardos"

No culpemos al fútbol de lo que hacemos. No permitamos que las pasiones cieguen nuestra humanidad y nos lleven por caminos de intolerancia y brutalidad.

Retomemos las palabras de Andrés Escobar, tras el autogol contra EE.UU., el 29 de junio de 1994, en una de las pocas columnas de opinión que escribió para El Tiempo:

Hay que ser gallardo en la victoria, pero mucho más en la derrota (…) Por favor, que el respeto se mantenga”.

No hagamos con Tesillo, ni con ningún otro jugador, lo que le hicieron a Escobar, pues, como lo aseguró él mismo tres días antes de su muerte, “(…) la vida no termina aquí”.