Médicos extraen una mojarra viva de la garganta de un pescador

En un hecho insólito un joven pescador del departamento de Magdalena estuvo a punto de perder la vida cuando en plena faena de pesca una mojarra que acababa de pescar se alojó en su garganta provocándole asfixia y evitando que respirara.

En el municipio de Pivijay un pescador sin experiencia salió a ver si lograba atrapar algunos peces, pero debido a su inexperiencia y por qué no, a una jugada de mala suerte, lo único que casi atrapa es la muerte.

Estando en los inicios de su labor atrapó una mojarra, la sacó de la red y pensó que esta ya había muerto, pero en lugar de ponerla en la cesta o en el suelo para que esta se asfixiara completamente, la puso en su boca para dejar libres sus dos manos y así poder halar de las redes cuando de repente la mojarra comenzó a moverse bruscamente, se metió en su boca y fue descendiendo por su garganta.

El joven pescador intentó evitar que el pez siguiera buscando camino a través de su cuerpo y se dirigió como pudo hasta el hospital Santander Herrera y allí los médicos que lo atendieron no podían dar con aquello que lo estaba atorando y luego de realizar un examen con rayos X no podían dar crédito a lo que descubrieron, una mojarra de 18 centímetros se había alojado en su garganta restándole posibilidades de respirar al hombre, que de no acudir al centro médico y de no habérsele realizado el procedimiento de imágenes diagnósticas hubiese podido morir ahogado.

El cirujano Luis Alberto Freyle decidió en una rápida intervención extraer el animal que obstruía la garganta del joven pescador y para fortuna de todos, el procedimiento resultó exitoso y el afectado logró recuperar su respiración normal.

En el video que sirve como registro de esta inusual intervención se ve al galeno sacando con ayuda de una pinza al animal y luego se puede evidenciar la gran sorpresa del hombre afectado que no podía creer que tuvo en su garganta un pez.

El asunto no podía dejar de ser tomado con un humor por algunos pobladores del municipio del Magdalena que agradecieron que el joven pescador no se dedicara a la ganadería y por otros que le aconsejaron cocinar los pescados y no comérselos vivos o crudos.

El joven se recupera satisfactoriamente y esta anécdota pasará a la historia de Pivijay como algo insólito.