Opinión: Ángel Zúñiga, el "policía guerrillero" que se rehusó a colaborar con un desalojo en Cali

Las ideas y opiniones expresadas en esta publicación son las del autor y no necesariamente reflejan la opinión ni posición de Colombia.com

El famoso filósofo francés, Charles-Louis de Secondat, más conocido como Montesquieu, dijo alguna vez: 

“Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa”.

Este grandioso pensador es considerado como el padre de la teoría de la separación de poderes, y por ende uno de los mayores influentes en el establecimiento de las repúblicas actuales. Un hombre estudiado, adinerado y que hacía parte de las altas esferas de la nobleza francesa del siglo XVIII.

Todos estos adornos hacen que en él la frase expuesta suene hermosa y llena de mucha realidad. La justicia no necesariamente comparte su valor con las leyes que rigen a una nación. Eso lo sabemos todos, y en un pensamiento tan liberal y poético como el de Montesquieu esto suena –digamos- “democrático”.

Sin embargo, para los “colombianos de bien”,  la frase carece de todo sentido cuando la palabra se convierte en acción; y aún peor cuando es un representante de esa ley injusta el que se rebela contra ella.

Para muchos, lo que hizo el patrullero de la Policía Ángel Zúñiga, en Cali, es digno de reconocimiento. Por primera vez en mucho tiempo un uniformado de esta desprestigiada institución actuó de acuerdo a lo que reza su escudo: “Dios y Patria”.

En este caso, el uniformado prefirió hacer lo justo y no lo que dicta la ley.

“No les van a dar vivienda ni reubicación, están violando los derechos humanos. Yo sé que me van a trasladar o hacer cualquier cosa. Van a dejar a esta gente desamparada en medio de la cuarentena”, dijo Zúñiga, después de entregar su arma y radio a uno de sus compañeros.

Él, como el resto de los policías que asistieron al desalojo, sabía que lo que se estaba defendiendo desde el lado de la autoridad era una injusticia, una arbitrariedad; sin embargo, fue el único que actuó en pro de la comunidad.

“Yo soy policía y me metí a esta profesión para defender a los ciudadanos, no para atropellarlos”. Si eso no es defender la patria, entonces no sé qué pueda serlo.

No obstante, para los defensores dela Ley (aunque sea injusta) esto no fue un acto de valentía, ni mucho menos de humanidad. Fue una muestra de “populismo que sacudió las emociones de aquellos que viven evadiendo la Ley y aplaudiendo estas demostraciones de subordinación que ponen en riesgo la obediencia a la autoridad de todo el grupo”.

“Este no es un policía, es un subversivo, guerrillero, infiltrado de las ‘far’ dentro de la gloriosa Policía nacional”, es la unión de varios comentarios, no inventados por mí, sino vistos en redes sociales.

Los “colombianos de bien” aplauden y vitorean las decisiones que toma su presidente. Lo alabaron cuando este decretó que por más problemas legales que existan, por más órdenes judiciales que se presenten, ninguna persona o familia podría ser desalojada de sus viviendas durante la emergencia sanitaria que vive Colombia.

¡Pero ojo!, critican a ese noble policía que intentó, a diferencia de la Alcaldía de Cali y el ESMAD, hacer cumplir las palabras de su mandatario. ¿Quién es más antipatriota: el patrullero que se rebeló por una causa injusta en contra de su pueblo o aquellos que respetan la Ley, a capa y espada, aun cuando esta atenta contra dicho pueblo?

Con todo esto, el verdadero policía hoy se encuentra detenido en la estación de Jamundí. Privado de su libertad y sin el derecho de ver a esa madre que le enseñó el respeto por la vida y la dignidad humana.

Ahora Ángel Zúñiga está a la espera de que se cumpla la amenaza implícita que dijo el comandante de la Policía Metropolitana de Cali, general Manuel Vásquez Prada:

"Los policías, en cumplimiento del deber, nunca perdemos nuestra condición humana -aquí viene el cinismo- sin embargo, frente a orden legítima solo tenemos un camino: el de garantizar el cumplimiento. Ni el policía ni ningún funcionario público podrá incurrir en omisión o extralimitación".

Tristemente, la destitución es el mejor de los escenarios que le espera a este uniformado, que defendió su patria y no se vendió ante la “ley injusta”, la misma que desde hace muchas décadas rige a Colombia.

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