Por: Alejandro Poveda • Colombia.com

Opinión: “el que no tiene untadas las manos, tiene untada la nariz”

Pareciera que en nuestro país no ha existido ni un solo actor de la historia reciente que no tenga relación con el tráfico de droga.

Actualización
Colombia como narcoestado. Foto: Twitter @colombia_hist/@AhPatria
Colombia como narcoestado. Foto: Twitter @colombia_hist/@AhPatria

Pareciera que en nuestro país no ha existido ni un solo actor de la historia reciente que no tenga relación con el tráfico de droga.

Las ideas y opiniones expresadas en esta publicación son las del autor y no necesariamente reflejan la opinión ni posición de Colombia.com

Este escrito no es, como pudieran creer algunos, un pliego de cargos contra la Vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, su hermano o el reciente escándalo de narcotráfico que se conoció. Es más bien una breve reflexión de cómo la droga ha permeado de tal manera en nuestra sociedad que ya ha puesto presidentes, coronado reinas, financiado equipos de futbol, inspirado series e incluso influido en nuestro lenguaje.

El escándalo que hoy atañe a la 'vice', y con el que tengan la seguridad no va a pasar nada, no es ni el más grave ni el único de los años recientes. Sin ir muy lejos, en febrero de este año, se desató un escándalo luego de que un operativo dejó al descubierto un laboratorio de coca en una propiedad del entonces embajador Fernando Sanclemente, que tuvo que renunciar y ahora está vinculado al proceso que adelanta la Fiscalía.

Estos casos sin embargo son minúsculos si se recuerda el célebre ‘Proceso 8000’. La investigación que buscó determinar cómo fue que dineros del narcotráfico ‘infiltraron’ la campaña del ex presidente Ernesto Samper (1994-1998) con aportes de Miguel Rodríguez Orejuela y Gilberto Rodríguez Orejuela, jefes del Cartel de Cali. Eso sí, todo “a espaldas” del ex mandatario que nunca se preguntó de dónde provenían los paquidérmicos aportes a su campaña.

Pero el narcotráfico no solo ha tenido relación con la política. El futbol, deporte nacional, también se vio salpicado con sus dineros. Entre 1980 y 1990 el Cartel de Cali también movió dineros de sus actividades ilícitas para favorecer los resultados del equipo Colombiano América de Cali. Es más, en 2004 la Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE) reveló que el 95 % de las acciones del equipo pertenecieron a los Orejuela.

El América de Cali no fue el único. El Atlético Nacional, el Independiente Santa Fe, el Independiente Medellín y Millonarios también contaron con la sombra protectora de narcos como Pablo Escobar, Gonzalo Rodríguez Gacha, Fernando Carrillo Vallejo y los hermanos Dávila Armenta.

Es un padecimiento que ha transmutado en la historia del país y que parece arraigarse día tras día. El consumo de alucinógenos y su micro tráfico es una realidad observable en el cotidiano. Es que ni en tiempos de coronavirus tal economía se detiene. Ya son varios los reportes en medios de comunicación que hablan de la captura de ‘domiciliarios’ transportando droga. Se ha naturalizado la existencia de la droga. Un 'pase' ya no es solo un término deportivo sino un término del vicio. Ni hablar de lo que sucede en redes, en donde hasta la dependencia a los alucinógenos es un chiste para muchos.

De esta manera el narcoestado en el que se ha convertido Colombia no ahora, no hace unos meses, sino desde hace ya bastantes años, parece no tener ni funcionarios, ni miembros de la fuerza pública, mucho menos políticos que no estén untados con dineros calientes. Inocentes fueron y fuimos todos al creer que con la desaparición de los primeros y más poderosos narcos colombianos veríamos fin a este terrible flagelo.

Jaime Garzón, en una declaración casi profética, dijo alguna vez que “en este país el que no tiene untadas las manos, tiene untada la nariz”. De tal forma ha permeado el narcotráfico en nuestras vidas que ni aquellos que ante la cámara posan como sus férreos contradictores tienen autoridad moral para hacerlo.