Tres periodistas que denunciaron ser víctimas de abuso sexual

Según Medicina Legal, en 2018 se analizaron un total de 26.059 casos de presunta violencia sexual en Colombia, de los cuales, el 85 % (22.150) tuvieron como víctimas a mujeres.

Ahora bien, las mujeres tildadas como famosas o que gozan con cierta popularidad en el país no han estado exentas de hacer parte de estas horribles cifras. Ejemplo de esto son tres reconocidas periodistas que, de manera valiente, tomaron la decisión de revelar la situación vivida en relación con esta problemática.

Vicky Dávila

Es la historia más reciente en esta lista. El pasado 13 de julio, la reconocida periodista confesó haber sido abusada por uno de sus tíos durante su infancia.

“Me veo de 5 o 6 años. Estoy en un cuarto de la casa de mi abuela paterna (…) A mi lado, un hermano de mi papá, que para esa época era un adulto. Yo estaba parada; él, en cuclillas –aun así era más alto que yo–. Mi cuerpo pequeño estaba inmóvil: recuerdo claramente que mi corazón latía desbocado de terror, mis ojos no eran capaces de mirarlo de frente, estaban clavados en la puerta”, es el párrafo con el que Vicky inicia su relato en su columna de la Revista Semana,

La hoy periodista de La W Radio recordó sentir “su piel sudorosa y su aliento nauseabundo”, mientras que el sujeto “deslizaba” su mano entre su vestido

“(…) entraba en mis pantaloncitos y me tocaba en donde mi mamá me había enseñado que nadie me podía tocar. Estoy segura de que sintió que mis piernas temblaban sin parar; no le importó”, escribió.

Ahora bien, el único objetivo de este relato no era solo el de denunciar sino también el de solicitar reabrir el debate de cadena perpetua para violadores y asesinos de niños en el Congreso de la República. “Sí a la cadena perpetua para violadores y asesinos de menores; sí, mil veces sí. Monstruos como Rafael Uribe Noguera y Luis Alfredo Garavito jamás deberían volver a la libertad, pues nunca dejarán de ser peligrosos”, advierte.

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Jineth Bedoya

"Lo más complicado es encontrarte sola, encontrarte con el cuerpo marcado, como huérfana de todo. Y yo me sentía así incluso después que entendí que tenía que hacer algo, que tenía que asumir mi vida, que tenía que seguir. Sólo que yo no quería seguir. Así que mi primera idea fue la del suicidio. Pero cuando empecé a buscar la forma de irme, me encontré tan cobarde para irme (…) Porque decía: 'si me tomo algo puede que no me muera y quede peor’”, escribió Jineth Bedoya, en el diario BBC, en 2013.

El 25 de mayo de 2000, la periodista, que para entonces trabaja en El Espectador, fue víctima de secuestro, tortura y violación dentro de la cárcel La Picota, en Bogotá, por parte de tres presos que hacían parte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Lo que se suponía sería una simple jornada de rutina periodística, se convirtió en 16 horas de dolor físico, mental y emocional.

Sin embargo, la historia de Bedoya ha sido reconocida por representar un espíritu resiliente y luchador, todo enmarcado en el periodismo no como un mal recuerdo sino como una forma de volver a vivir. “Tenía entonces que buscar una fórmula para quedarme. Y la única respuesta que encontré fue que si me quedaba tenía que seguir haciendo lo que me daba fuerza y era el periodismo”, recordó.

Ahora bien, solo hasta el pasado mes de mayo se condenaron a dos de los tres victimarios de Jineth Bedoya, quienes pagarán más de 30 años de prisión. “Y si con lo que yo puedo hacer, con los contactos que tengo no ha pasado mayor cosa, ¿qué pasa con el resto de casos? Eso es lo que pasa en Colombia. ¿Si conmigo no ha pasado casi nada, qué pueden esperar el resto de mujeres?”, es la crítica que hace la periodista al sistema judicial en el país.

Claudia Morales

El caso de Claudia Morales tiene como protagonistas a ella y a uno de los jefes que ha tenido a lo largo de su carrera profesional.

Así lo hizo saber Morales, en una columna publicada el 19 de enero de 2018 en El Espectador. En su relato, la periodista describe que el doloroso momento se dio en la habitación de un hotel, justo cuando ella se preparaba para salir a una reunión.

“Una mujer joven termina su jornada laboral, llega a su hotel, se baña y se arregla para salir a cenar con una pareja de amigos. Alguien golpea en su habitación. Ella mira por el rabillo de la puerta, es su jefe. Abre, “Él” la empuja. Con el dedo índice derecho le ordena que haga silencio. Le hace preguntas rápidas mientras la lleva hacia la cama. Ella, que siempre tiene fuerza, la pierde, aprieta los dientes y le dice que va a gritar. “Él” le responde que sabe que no lo hará. La viola”, relató.

No obstante, esta historia es diferente porque “es una defensa del silencio”. Claudia explica que la posición nacional del violador le impide declarar en su contra de forma explícita por miedo a las represalias en contra de su vida y la de su familia.

“Cuando trabajé con “Él”, era un hombre relevante en la vida nacional. Ahora lo sigue siendo y, además, hay otras evidencias que amplían su margen de peligrosidad. Hoy, con 44 años, reviso el momento que tengo grabado como una foto y no me arrepiento de haber guardado silencio”, explicó.

Por último, hizo “un llamado a entender que cada uno de quienes hemos sido abusados tenemos mundos distintos. Este texto también es una forma de invitarlos a callarse cuando no haya nada bueno por aportar y tengan la tentación de juzgar”.

Desde Colombia.com quisimos revivir estas historias con el fin de enviar un mensaje de apoyo, no solo a las comunicadoras citadas, sino a todas aquellas mujeres y niñas que, infortunadamente, hacen parte de las víctimas abusadas sexualmente en el país.