Por: Juan Carlos García Sierra • Colombia.com

Siete años sin Gabriel García Márquez y su realismo mágico

Siete años sin Gabriel García Márquez y su realismo mágico. Un 17 de abril de 2014 se tecleó la última letra de la vida del más grande escritor colombiano de todos los tiempos.

Actualización
Gabriel García Márquez se destacó como periodista en el diario El Espectador de Bogotá. Foto: Twitter @RAEinforma
Gabriel García Márquez se destacó como periodista en el diario El Espectador de Bogotá. Foto: Twitter @RAEinforma

Siete años sin Gabriel García Márquez y su realismo mágico. Un 17 de abril de 2014 se tecleó la última letra de la vida del más grande escritor colombiano de todos los tiempos.

Uno de los dolores más grandes del ser humano es saber que sus ídolos de carne y hueso son justamente eso, una reunión de tejidos y masa, que como dice la tradición oral popular, “se han de comer los gusanos”.

Los cuerpos se descomponen, pero sus obras y legados perduran para siempre, también reza la palabrería común, pero en el caso de un hombre nacido en Aracataca, patria chica que ahorra pronunciar su nombre, existe una devoción post mortem que ya cumple 7 años.

Una nación que se inventa ídolos de barro que desvanece pronto el calor insoportable o la intolerancia, tiene en Gabriel José de la Concordia García Márquez a un coloso barnizado que muchos se atreven a llamar el colombiano más importante de la historia, aunque una amañada decisión de un canal de televisión haya puesto a un político omnipotente en el primer lugar.

García Márquez, el colombiano más universal de todos se fue hace 7 años, cuesta creer que aquel que considerábamos que permanecería por siempre haya tenido que cerrar la tapa del libro de su historia por orden divina, porque Dios manda sin importarle quien se declara ateo.

Gabo, el siempre Nóbel, idolatrado y odiado, el hombre que amaba y era amado por sus amigos, confirmaba que ser colombiano es más que una nacionalidad, es una marca que, con placer o dolor, aprieta sin importar si se está en Cuba o México.

García Márquez permaneció la mitad de su existencia, si no es que más, afuera del país, pero su vida y obra siempre serán sinónimos de su origen, él concibió, sintió y escribió el mundo macondiano como una musa que aparecía al respirar el enrarecido aire de Colombia que siempre llevó en sus personales exilios, si hubiese vivido en los linderos del Sagrado Corazón, quizás habría sido elegido Emperador del Reino de Patacón, presidente de la República, elevado a santo o lo hubiesen asesinado por sus afectos con el régimen cubano o por robarle el celular mientras se comunicaba con el barbudo de Fidel.

A García Márquez se le puede acusar de todo, porque sí hay muerto malo, pero jamás se podrá decir que cargó con el bochorno de Macondo que solo produce una modorra eterna, el Gabo escribió muchos libros, casi todas verdaderas joyas literarias, que lo convirtieron en el primero de los ídolos de un país que en andas los eleva y a balazos los derriba.