San Vicente de Paul: oración por los más pobres y vulnerables

San Vicente de Paúl nació en 1581 en Pouy, Francia, en el seno de una familia campesina. Desde joven, mostró una gran inteligencia y vocación religiosa, por lo que decidió estudiar teología y posteriormente convertirse en sacerdote.

A lo largo de su vida, ayudó incansablemente a los pobres y necesitados. Su bondad lo llevó a fundar varias organizaciones para los más vulnerables, como la Confraternidad de la Caridad, una organización de mujeres dedicadas a asistir a los enfermos y pobres; la Congregación de la Misión, enfocada en la evangelización y el servicio a los pobres en zonas rurales y la congregación de las Hijas de la Caridad.

Gracias a su bondad, tras su muerte en 1660, se convirtió en el patrono de las obras de caridad. Fue beatificado en 1729 y canonizado en 1737 por la iglesia católica. Su fiesta patronal se celebra el 27 de septiembre, día en que muchas personas acuden a él para pedir ayuda. 

Aunque no se atribuye un milagro específico para su canonización, los escritos religiosos destacan a este personaje por sus actos de caridad y generosidad. Entre los milagros atribuidos a él se encuentran la resurrección de muertos, la curación de enfermedades graves y su capacidad para ayudar a los pobres y marginados de la sociedad.

Si estás pasando por un momento de pobreza, dificultades económicas o algún familiar o persona cercana necesita ayuda, puedes invocar a San Vicente de Paul a través de la siguiente oración compartida por el Consejo General Internacional Sociedad San Vicente de Paul. 

Oración a San Vicente de Paul por los más vulnerables y necesitados

¡Oh glorioso San Vicente!, celestial patrono de todas las asociaciones de caridad y hermano de todos los que sufren y que, durante tu vida, acudieron a ti pidiendo auxilio, mira cuántos son nuestros males y ven en socorro nuestro. 

Obtén del Señor ayuda para los pobres, alivio para los enfermos, consuelo a los afligidos, caridad a los ricos, conversión de los pecadores, celo a los sacerdotes, paz a la Iglesia, tranquilidad a los pueblos y la salvación para todos. 

Sí, que todos sientan los efectos de tu compasiva intercesión y socorridos así en las miserias de esta vida, podamos todos reunirnos contigo en el cielo, donde no habrá tristeza ni lágrimas, ni dolor, sino gozo, alegría y una bienaventuranza eterna. Amén