Torneo ascenso

Por: Carlos Guevara • Colombia.com

La pelota se volvió a manchar: hinchas del Junior protagonizaron enfrentamiento en Tolú

Una fuerte pelea entre aficionados del Junior y del Cúcuta causó el deceso de un presunto hincha.

La hinchada del equipo atlanticense es una de las más extensas de la región del caribe colombiano. Foto: Twitter @JuniorClubSA
La hinchada del equipo atlanticense es una de las más extensas de la región del caribe colombiano. Foto: Twitter @JuniorClubSA

Una fuerte pelea entre aficionados del Junior y del Cúcuta causó el deceso de un presunto hincha.

En un fin de semana repleto de fútbol, lastimosamente la pelota no rodó este domingo en Sincelejo y el duelo entre Jaguares de Córdoba y Cúcuta Deportivo, correspondiente al Torneo BetPlay de Ascenso, fue suspendido por una razón que nada tiene que ver con lo deportivo y mucho con una vieja herida que sigue sin cerrarse: la violencia en el fútbol colombiano. Esta vez, los disturbios dejaron un saldo trágico que sacudió al país.

Los hechos ocurrieron en Tolú, municipio del departamento de Sucre, donde se registraron graves enfrentamientos durante la madrugada del domingo entre seguidores del Cúcuta y presuntos barristas locales, aparentemente relacionados con una facción del Junior de Barranquilla. Según los reportes, los choques comenzaron cerca de las 2:00 am y pronto escalaron a un nivel alarmante de violencia.

Los videos que circularon en redes sociales no dejan lugar a dudas: calles tomadas por jóvenes hinchas del Junior armados con palos, piedras y machetes, gritos, carreras y caos. La situación alcanzó su punto más crítico cuando un grupo de hinchas del Cúcuta intentó refugiarse en el Hotel Macondo, donde estaban alojados.

Sin embargo, en lugar de encontrar seguridad, el lugar terminó envuelto en llamas. El hotel fue incendiado en medio de la confrontación entre los seguidores del Junior y del Cúcuta, obligando a una intervención urgente por parte de la Policía, que dispersó a los involucrados utilizando gases lacrimógenos.

No obstante, el saldo fue devastador, un aficionado perdió la vida y varios más resultaron heridos. El partido, naturalmente, fue aplazado, pero la noticia deportiva pasó a segundo plano ante la tragedia humana y el bochorno institucional. No es la primera vez que el fútbol en Colombia queda atrapado entre la pasión mal entendida y la violencia sin sentido.

Este nuevo episodio pone en evidencia una problemática que ni los clubes ni las autoridades han podido erradicar. La falta de controles, el traslado masivo de hinchas sin garantías de seguridad y la persistencia de las llamadas barras bravas siguen siendo una combinación explosiva.

El ascenso, que debería ser un espacio para el crecimiento y el juego limpio, se ve ahora salpicado por la sangre y el miedo. Mientras tanto, el fútbol queda a la espera, pero las víctimas de este domingo ya no volverán. Y es ahí donde está el verdadero fracaso.

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