Por: Juan Carlos García Sierra • Colombia.com

Una relación indivisible

Melenas largas, canciones de antaño y curiosos peinados alternativos de amantes del rock, traen recuerdos que solo algunos pocos pueden entender.

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Melenas largas, canciones de antaño y curiosos peinados alternativos de amantes del rock, traen recuerdos que solo algunos pocos pueden entender.

Los pelos largos, el sonido de las guitarras y los parches que produce el Rock al Parque en el muy metropolitano Parque Simón Bolívar de Bogotá, me hacen inevitablemente recordar aquellas épocas cuando este lugar era un gigantesco potrero en donde gastamos cada fin de semana en interminables cotejos cuyos marcadores más parecían de fútbol americano, era común que se presentara un 20 a 17 o un 23-21 y en donde una gaseosa con roscón era un apetecido premio luego de un esfuerzo físico digno del Guinness record.

Esa relación entre fútbol y Rock en este pulmón capitalino me hace recordar que son un par de pasiones que a pesar de no estar conectadas por una naturaleza similar, son sentimientos que se incrustan en la piel y el alma como taco de guayo en canilla desprotegida.

La relación entre balompié y rock se inicia en la muy futbolera Inglaterra cuando los chicos de Liverpool, Los Beatles, eran estrellas universales pero sin mayor gusto por el fútbol, solo a Paul McCartney se le veía cierta afición por este deporte y alguna vez declaró ser hincha del Everton, no del Liverpool como muchos creen.

También en Inglaterra, Pink Floyd tenía tanto amor por la pelota que conformaron junto con técnicos y representantes un equipo que se enfrentaba por recreación o por causas benéficas a otros equipos amateurs y en uno de sus discos incluyeron cánticos de barras que se transformaron con el tiempo en el himno del Liverpool FC "You´ll never walk alone".

Pink Floyd durante un gira en 1969. Foto: Facebook oficial Pink Floyd

Los chicos de Deep Purple, también ingleses, no solo se “internaban” para grabar algún álbum en la campiña, también practicaban fútbol y mostraban apartes de sus picaditos en algunos de sus videos.

El West Ham United, equipo obrero de Londres cuenta con Steve Harris, bajista de Iron Maiden como uno de sus seguidores más famosos, Harris jugó en divisiones menores de este club y junto a sus compañeros de banda también conformaba un equipo recreativo.

El escocés Rod Stewart siempre mostró en sus conciertos su amor y devoción por el Rangers y Elton John llegó a ser presidente del club Watford para inyectarle liquidez y salvarlo de la quiebra.

Elton John en concierto. Foto: Facebook oficial Elton John

Los chicos de Def Leppard son hinchas del Birmingham y en sus conciertos acostumbraban a patear balones hacia el público.

En Argentina el asunto es casi místico, existen bandas de corte regional y barrial que reproducen la devoción hacia equipos y algunas de sus canciones son convertidas en cánticos de barras, grandes de rock del sur han manifestado su afición por algún equipo, Charly García por River Plate, Indio Siolari por Boca Juniors, Andrés Calamaro por Independiente, Vicentico de Los Fabulosos Cadillacs por San Lorenzo y Gustavo Ceratti por Racing.

Germán Burgos, ex portero de River y Atlético de Madrid y al que René Higuita le marcó de tiro libre en la Copa Libertadores de 1995,  tuvo una banda con la que alternaba la práctica de fútbol.

Una mención especial recibe Dario Dubois, un jugador de clubes de 3 y 4 categoría de Argentina quien aparecía con la cara pintada en honor al black metal, Dubois salía a las canchas a dejar toda su fuerza como recio defensor, el flaco como le llamaban, era muy carismático y tenía una banda, era también sonidista y fue baleado en circunstancias desconocidas para fallecer luego de batallar en una clínica.

El gran Maradona tuvo homenajes musicales y especialmente rockeros como el de Mano Negra en Santa Maradona y algunos que mezclaban cumbia villera y pop en La mano de Dios, de Rodrigo el potro.

En Colombia, el calor y el zandungueo parecen evaporar la relación rockera entre guayo y riff y por eso el fútbol es más afín al "chucu chucu", champeta y al reguetón, quizás el más sonado caso es el del arquero David González del DIM, a quien se le conoce como rockero e intérprete de guitarra pero hasta ahora no se le ha visto en una tarima sino volando de palo a palo evitando goles.

Olvidaba decir que la banda Doctor Krápula puso de moda al “Pibe de mi barrio”, una canción con notas de ska y pinta argentina que caló hondo en los gustos futbolísticos criollos.

Ojalá el rock no muera y que especialmente se asome por estos lados en donde nuestros futbolistas a veces son más avezados para bailar que para jugar, ¡Larga vida al fútbol y al rock!