Por: Alexandra Méndez • Colombia.com

Santo del día: oración de San Anselmo para fortalecer la fe en Dios

San Anselmo dejó una oración especial para fortalecer la fe en Dios. Descubre sus palabras y conéctate con la espiritualidad en su día.

San Anselmo: poderosa oración para fortalecer la fe en Dios. Foto: Shutterstock
San Anselmo: poderosa oración para fortalecer la fe en Dios. Foto: Shutterstock

San Anselmo dejó una oración especial para fortalecer la fe en Dios. Descubre sus palabras y conéctate con la espiritualidad en su día.

San Anselmo fue un monje y abad italiano que desde muy joven consagró su vida a la religión católica y a Dios. Antes de los 30 años, fue nombrado Arzobispo de Canterbury, cargo en el que defendió la independencia de la Iglesia frente a la autoridad del rey de Inglaterra. 

Tras su muerte, San Anselmo fue canonizado en por el Papa Alejandro VI en 1494 y, en 1720, fue declarado Doctor de la Iglesia por el Papa Clemente XI gracias a sus aportes en la teología y la filosofía cristiana.

Este santo es considerado el patrono de los teólogos y filósofos cristianos y de los estudiantes y maestros. Muchos creyentes acuden a él para fortalecer su fe en Dios y obtener una guía. A continuación te compartimos la oración que San Anselmo dejó al Todopoderoso.

Oración de San Anselmo a Dios 

Señor, mi Dios, enseña a mi corazón dónde y cómo buscarte, dónde y cómo encontrarte.
Señor, si no estás aquí, ¿dónde te buscaré, estando ausente?
Si estás por doquier, ¿cómo no descubro tu presencia?
Cierto es que habitas en una claridad inaccesible.
Pero ¿dónde se halla esa inaccesible claridad?, ¿cómo me acercaré a ella?
¿Quién me conducirá hasta ahí para verte en ella?
Y luego, ¿con qué señales, bajo qué rasgo te buscaré?
Nunca jamás te vi, Señor, Dios mío; no conozco tu rostro.


¿Qué hará, altísimo Señor, este tu desterrado tan lejos de ti?
¿Qué hará tu servidor, ansioso de tu amor, y tan lejos de tu rostro?
Anhela verte, y tu rostro está muy lejos de él. Desea acercarse a ti, y tu morada es inaccesible. Arde en el deseo de encontrarte, e ignora dónde vives.
No suspira más que por ti, y jamás ha visto tu rostro.
Señor, tú eres mi Dios, mi dueño, y con todo, nunca te vi.
Tú me has creado y renovado, me has concedido todos los bienes que poseo,
y aún no te conozco.


Me creaste, en fin, para verte, y todavía nada he hecho de aquello para lo que fui creado.
Entonces, Señor, ¿hasta cuándo?
¿Hasta cuándo te olvidarás de nosotros, apartando de nosotros tu rostro?
¿Cuándo, por fin, nos mirarás y escucharás?
¿Cuándo llenarás de luz nuestros ojos y nos mostrarás tu rostro?
¿Cuándo volverás a nosotros?
Míranos, Señor; escúchanos, ilumínanos, muéstrate a nosotros.


Manifiéstanos de nuevo tu presencia para que todo nos vaya bien; sin eso todo será malo. Ten piedad de nuestros trabajos y esfuerzos para llegar a ti, porque sin ti nada podemos.
Enséñame a buscarte y muéstrate a quien te busca;
porque no puedo ir en tu busca a menos que tú me enseñes,
y no puedo encontrarte si tú no te manifiestas.
Deseando te buscaré, buscando te desearé, amando te hallaré y hallándote te amaré.

Artículos Relacionados