Trabajadores sociales en la primera línea del futuro: especialista destaca cómo el cuidado en la primera infancia puede transformar el mundo

Al hablar de cuidado y atención de la primera infancia, no es solo cariño y afecto. Se trata de una acción estratégica, con impacto social y económico.

Trabajador social Camila Andrea González Barrera. Foto: Shutterstock /Cortesía Camila González
Trabajador social Camila Andrea González Barrera. Foto: Shutterstock /Cortesía Camila González

Al hablar de cuidado y atención de la primera infancia, no es solo cariño y afecto. Se trata de una acción estratégica, con impacto social y económico.

Si damos una vuelta por el mundo, hay algo en común que podemos observar: el papel de los profesionales del cuidado infantil es reconocido globalmente como un pilar esencial para el desarrollo humano y la lucha contra las desigualdades.

Además, existe un vínculo que conecta todas estas realidades: el trabajo silencioso, empático y técnico de trabajadores sociales que acompañan y cuidan desde los primeros días de vida de un niño o niña.

Es correcto decir que los trabajadores sociales han ganado cada vez más espacio en las políticas públicas y en las iniciativas comunitarias en todo el mundo, siendo reconocidos como verdaderos estrategas del cuidado. A través del estudio, la ciencia, el profesionalismo, la escucha activa y los vínculos afectivos, estos profesionales son capaces de garantizar que los niños crezcan protegidos y preparados para el futuro.

Cuando hablamos de este cuidado y atención desde los primeros días de vida, no nos referimos solo a cariño y afecto. Se trata de una acción estratégica, con gran impacto social y económico.

Para profundizar en este tema, invitamos a la trabajadora social Camila Andrea Gonzalez Barrera, especialista en desarrollo integral de la primera infancia y adolescencia. Con más de nueve años de experiencia, trabaja directamente con niños, niñas y adolescentes, con enfoque en la primera infancia, protección y prevención infantil, atención al ciudadano y cuidado de poblaciones en situación de vulnerabilidad.

Responsabilidad global

Según la UNESCO y UNICEF, cada dólar invertido en la primera infancia genera un retorno promedio siete veces mayor a lo largo de la vida adulta, reflejado en mayor escolaridad, productividad y salud mental.

En Eslovenia, por ejemplo, el índice de pobreza infantil es uno de los más bajos de Europa. Una de las claves para este resultado está en la labor de trabajadores sociales y pedagogos en los barrios, en contacto directo con familias, docentes y profesionales de la salud. En un artículo reciente de The Guardian, especialistas destacaron que el éxito esloveno en la protección de la niñez proviene de la actuación de profesionales que acompañan a las familias desde los primeros años de vida, con escucha activa, apoyo técnico y formación continua.

En el Reino Unido, la campaña “Shaping Us”, liderada por Kate Middleton, visibilizó una red de apoyo multidisciplinario que incluye psicólogos, cuidadores y trabajadores sociales. El enfoque está en el fortalecimiento emocional del niño o niña, especialmente en contextos de trauma o negligencia.

Durante el lanzamiento de la campaña, Kate afirmó que al centrarse en los primeros cinco años de vida de un niño, es posible construir una sociedad más saludable y feliz para las futuras generaciones.

Camila participa en diversos programas como los mencionados anteriormente. A lo largo de su trayectoria profesional, se ha dedicado íntegramente a poblaciones que requieren intervención social. En los últimos tres años, ocupó el cargo de directora de un centro regional del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, donde es reconocida por el trabajo de excelencia realizado junto a su equipo, actuando de forma interinstitucional en favor de niños, niñas, adolescentes, familias colombianas y poblaciones vulnerables.

Además, lidera acciones de protección integral de los derechos de la niñez, adolescencia y familias, mediante la coordinación e implementación de políticas públicas. Su trabajo fortalece la oferta de servicios de bienestar familiar, promoviendo el desarrollo pleno, la consolidación de proyectos de vida y el fortalecimiento de las capacidades de las familias, las comunidades y los territorios. Todo ello con el propósito de promover la equidad como expresión de justicia social y base para la construcción de la paz.

“Cuidar la primera infancia es una inversión real en el futuro de toda la sociedad. Cuando garantizamos que un niño o niña crezca protegido, amado y rodeado de estímulos adecuados, estamos formando adultos más sanos, más preparados emocionalmente, con mayor capacidad de aprendizaje y de contribuir a sus comunidades”, comenta la trabajadora social.

Un papel capaz de transformar vidas

En muchos países del mundo, los programas de visitas domiciliarias se han vuelto fundamentales para fortalecer el desarrollo en la primera infancia. En estas iniciativas, trabajadores sociales, enfermeros y otros profesionales especializados visitan regularmente los hogares de las familias, especialmente aquellas en situación de vulnerabilidad, para ofrecer orientaciones prácticas y apoyo emocional.

Durante las visitas, estos profesionales actúan como aliados de las familias, compartiendo conocimientos sobre alimentación adecuada, cuidados de salud, seguridad en el entorno doméstico y, sobre todo, sobre los estímulos esenciales para el desarrollo cognitivo, emocional y social de los niños.

“El trabajo social en la primera infancia es estratégico. Rompe ciclos de pobreza, violencia y desigualdad. Cada familia que recibe apoyo, orientación y acompañamiento se fortalece, y eso se refleja directamente en el desarrollo de barrios, ciudades y en la construcción de una sociedad más justa, equitativa y, sobre todo, más humana. Invertir en el cuidado desde los primeros años de vida no es solo una elección ética, es una decisión inteligente, con impacto social y económico a corto, mediano y largo plazo”.

En Chile, por ejemplo, las visitas domiciliarias forman parte del “Programa Chile Crece Contigo”, una política pública integrada que acompaña a mujeres embarazadas y a niños y niñas hasta los 6 años. En Nueva Zelanda, el programa “Well Child/Tamariki Ora” ofrece visitas regulares durante los primeros años de vida, con enfoque en la promoción del desarrollo saludable y la prevención de riesgos.

“También podemos mencionar Canadá, con el programa Nurturing Families, que combina visitas domiciliarias con talleres comunitarios para ayudar a los padres a comprender la importancia del vínculo afectivo y de un entorno seguro para sus hijos”, añadió la especialista.

En conclusión, promover estas acciones sociales hoy es elegir un futuro mejor. Centrarse en el cuidado en la primera infancia, con apoyo técnico y humano a través del trabajo de trabajadores sociales y cuidadores, no es solo una agenda social, es una decisión a largo plazo para cualquier sociedad que busque justicia, inclusión y desarrollo sostenible.

Por: Vinícius Alonso