Por: U.N. • Colombia.com

¿Cómo el buen trato en la niñez afecta en la adolescencia?

Cuando ocurre lo contrario, los adolescentes presentan manifestaciones de rechazo, hostilidad y comportamientos ansiosos y depresivos.

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Los adolescentes tienen mejor desarrollo psicosocial cuando crecen con amor. Foto: Shutterstock
Los adolescentes tienen mejor desarrollo psicosocial cuando crecen con amor. Foto: Shutterstock

Cuando ocurre lo contrario, los adolescentes presentan manifestaciones de rechazo, hostilidad y comportamientos ansiosos y depresivos.

Eso fue lo que evidenció Laura Marcela Durán Urrea, magíster en Psicología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), por medio de un estudio en el que participaron voluntariamente 191 parejas de padres (entre 29 y 69 años) con sus hijos adolescentes (12-17 años), lo cuales cursan octavo grado en cuatro colegios públicos de los municipios de Socorro y Oiba, en Santander.

La investigadora se interesó en la relación entre prácticas de crianza, autoeficacia y afrontamiento en una región de Colombia que sigue siendo machista: “en Santander la distribución de tareas del hogar todavía tiene roles establecidos para las mujeres y para los hombres”. Detalla.

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Agrega que en esta zona del país los roles de crianza son asignados a las madres mientras que a los padres se les asigna ser el proveedor del sustento.

Como su intención era que la investigación sobre la familia y la crianza reflejara datos de las regiones más que de grandes urbes, la muestra indagó, entre otros, por el progenitor con el que viven los adolescentes, y los resultados fueron: el 62 % vive con ambos padres, el 36,1 % solo con la madre y el 1 % solo con el padre.

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Con la aplicación del “Cuestionario de buenas prácticas de crianza”, se busca medir e identificar dichas acciones guía en la infancia y adolescencia en torno a cuatro dimensiones: comunicación padres e hijos; expresión del afecto; apoyo afectivo; y regulación del comportamiento. Los hallazgos estadísticos le apuntan a que en la crianza no existe una relación significativa de los padres, pero sí de las madres de los adolescentes, resultado que, según la investigadora, obedece a esas mismas condiciones machistas del departamento, en el que las madres son las que hacen mayor acompañamiento.

Con la intención de llenar el vacío en la relación entre prácticas de crianza, autoeficacia y afrontamiento, también se aplicaron dos pruebas a los 191 adolescentes participantes en el estudio: el Inventario de respuestas de afrontamiento de Moos para adolescentes”, y la “Escala de autoeficacia generalizada”.

De estas, la magíster concluyó que “las prácticas de crianza sí afectan la autosuficiencia y el afrontamiento de los adolescentes y están muy relacionadas con la manera como ellos asumen la vida y los problemas, siendo la calidez la acción más importante que los padres deberían entregarles a sus hijos”.

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La autonomía, relacionada con la dimensión de control paternal, también es un indicador de buenas prácticas de crianza. Cuando los padres aceptan a sus hijos y los ayudan a desarrollar y expresar sus propias ideas, los involucran en la toma de decisiones y monitorean sus actividades sin caer en la sobreprotección, presentan indicadores positivos en cuanto a su nivel de autosuficiencia, afrontamiento y logros académicos que cuando los controlan y los protegen de manera exagerada.

El estudio también indicó que una comunicación abierta entre los adolescentes jóvenes y sus padres incrementa la percepción de cohesión y satisfacción familiar, e intimidad.

En concordancia con lo anterior, la investigación demuestra que existe una relación entre la presencia de dinámicas familiares positivas y un menor consumo de sustancias nocivas por parte de los adolescentes, mientras que las dinámicas familiares caracterizadas por conflictos hostiles y agresivos se ven asociadas a un mayor consumo de estas por parte de los jóvenes.

“Esta investigación es importante porque a partir de ella se pueden diseñar estrategias y planes de intervención orientados a los padres de hijos adolescentes, con el fin de establecer prácticas que combinen el afecto, la comunicación y el apoyo, con el fomento de la autonomía”, puntualiza la psicóloga Durán.