Tu vida peligra si te enojas

Marina es una mujer excepcional y quien, como muchas otras mujeres, es trabajadora, sabe ser amiga y es una madre esforzada que siempre está disponible si la necesitas; pero tendía a ser bastante enojona, digo tendía porque esa manera de ser la llevó hasta el hospital, donde le realizaron una cirugía que le cambió la vida para siempre.

Colombia.com - Vida y Estilo
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Marina es una mujer excepcional y quien, como muchas otras mujeres, es trabajadora, sabe ser amiga y es una madre esforzada que siempre está disponible si la necesitas; pero tendía a ser bastante enojona, digo tendía porque esa manera de ser la llevó hasta el hospital, donde le realizaron una cirugía que le cambió la vida para siempre.

¿Quieres conocer su historia?

A Marina le gustan las cosas muy bien hechas; todo cuanto ella hace, se nota ese celo, porque sus hechuras carecen de errores, pero el problema viene cuando otros hacen las mismas cosas con alguna imperfección, pues ¡se enoja muchísimo!

Esto se volvió frecuente, porque su trabajo consiste en capacitar a nuevos empleados; de modo que mi amiga pronto comenzó a presentar algunos síntomas como: Ardor en el estómago, gases, estreñimiento y eructos. Ella pasó por alto estas primeras llamadas de su cuerpo, tomaba cualquier pastilla que le calmara el malestar y continuaba con su rutina.

Lo siguiente fue experimentar náuseas, mareo y hasta vómito; Marina pensó que se trataba de cansancio, o que algún alimento le había caído mal a su estómago, pero nadie a su alrededor nos imaginábamos que su problema sólo estaba aumentando.

Síntomas que son una seria llamada de alerta Marina comenzó a tomar con seriedad su problema cuando apareció un dolor constante después de comer, que empeoraba si comía grasas; presentaba mal olor en todo el cuerpo o mal aliento excesivo y las heces fecales eran casi diarrea y de color claro o ceniza. La temperatura subía y tenía fiebre, y los ojos comenzaron a adquirir un ligero color amarillo.

Todos estos síntomas son el resultado de una falla en la vesícula biliar, que es un pequeño saco verde que se ubica junto al hígado, donde se guarda la bilis, un químico amarillo que ayuda a la digestión de los alimentos, principalmente de las grasas y trabaja como antioxidante.

No se sabe a ciencia cierta cómo o por qué la bilis se endurece hasta formar piedras y crear los llamados cálculos biliares y comprometer el pequeño órgano y la vida de quien lo padece. Todos los síntomas pueden llegar a agudizarse cada vez que la persona se enoja o come grasas.

Las amenazas de la vesícula biliar No hacer caso a estos síntomas puede generarte problemas como tumores, cálculos biliares, colecistitis, hígado graso y hasta un estallamiento de vesícula. Marina comenzó a sufrir mucho, las noches eran interminables porque padecía un dolor punzante en todo el lado derecho del cuerpo y entonces, después de una noche terrible, se decidió a acudir al médico.

El diagnóstico El médico programó un ultrasonido de abdomen, en vesícula y pruebas generales de orina y sangre; entonces determinó que, efectivamente, Marina tenía muy deteriorada su vesícula biliar. El especialista explicó que era necesario extirpar el órgano, pues de no hacerlo colapsaría, generando más problemas y riesgos, incluyendo cáncer.

El cáncer de vesícula se determina por la cantidad de pólipos que aparecen en el ultrasonido. Una nueva vida Visité a Marina en el hospital, la cirugía no fue tan invasiva como lo esperábamos, pero sí tenía un poco de dolor y molestias.

Me comentó que esta experiencia le había hecho reflexionar sobre dos cosas principalmente: en su manera de alimentarse y la forma de reaccionar y enojarse con facilidad, y se decidió a cambiar. Cumplió su palabra y cambió su vida desde entonces.

Su dieta mejoró, bajó de peso, hace ejercicio cada día y sobre todo ha buscado maneras para controlar y canalizar su ira.

Todo es mejor para todos los que le rodeamos desde entonces. Ahora, si notas algunos de estos síntomas en ti, ¿no crees que es buena idea hacer algunos cambios antes de tener que pasar a mayores?

Emma E. Sánchez, Familias.com