Por: Redacción Vida y Estilo • Colombia.com

Padrenuestro: oración de Santa Matilde para liberar las almas del purgatorio

Si quieres rezar por todos aquellos que ya se han ido, pero que se encuentran aún en el purgatorio, hazlo con la oración de San Matilde que te enseñamos a continuación.

Reza esta oración para pedir la liberación de las almas del purgatorio. Foto: Shutterstock
Reza esta oración para pedir la liberación de las almas del purgatorio. Foto: Shutterstock

Si quieres rezar por todos aquellos que ya se han ido, pero que se encuentran aún en el purgatorio, hazlo con la oración de San Matilde que te enseñamos a continuación.

San Matilde, a quien conmemoramos el 14 de marzo, fue una mujer que, con el apoyo de su esposo, el rey Enrique, se dedicó en vida a ayudar a los pobres y a los más necesitados, desojándose de sus bienes más valiosos; y aunque fue traicionada incluso por sus propios hijos, tuvo la nobleza de perdonarlos e incluso pedir por ellos para que pudieran arreglar sus diferencias.

Se dice que cada vez que rezaba un Padrenuestro especial, veía ejércitos de almas ingresando al cielo, pues pedía por todos aquellos que no habían podido descansar en su totalidad. Es por esta razón que hoy te enseñamos esta oración, compartida por el portal ‘Oraciones de los santos’, para pedir la liberación de las almas del purgatorio.

Oración por las almas del purgatorio

Padrenuestro que estás en el cielo. Te ruego humildemente, eterno, benigno, misericordioso Padre, que perdones a las pobres almas que Tú mismo has acogido como criaturas tuyas, a pesar de que ellas no te han amado sino te han rechazado, y no te han rendido el honor que te es debido. En expiación y penitencia te ofrezco en sacrificio todo el amor y la bondad de tu amadísimo Hijo y Señor Nuestro Jesucristo. ¡Jesús mío, misericordia!

Santificado sea tu nombre. Te ruego humildemente, eterno, benigno, misericordioso Padre, que perdones a las pobres almas que no han glorificado tu santo nombre, y que, con frecuencia, lo han pronunciado indignamente y con ligereza. En expiación y penitencia te ofrezco en sacrificio todas las enseñanzas con las cuales tu amadísimo Hijo y Señor Nuestro Jesucristo ha glorificado en la Tierra tu santo nombre. ¡Jesús mío, misericordia!

Venga a nosotros tu reino. Te ruego humildemente, eterno, benigno, misericordioso Padre, que perdones a las pobres almas que no han anhelado con amor ardiente y con inmenso deseo tu santo reino. Por esos muchos pecados, te ofrezco en sacrificio el poderoso deseo de tu amadísimo Hijo y Señor Nuestro Jesucristo, con el cual Él desea que todos sean acogidos en tu santo reino. ¡Jesús mío, misericordia!

Hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Te ruego humildemente, eterno, benigno, misericordioso Padre, que perdones a las pobres almas que no se han sometido del modo más devoto a tu santa voluntad, sino que muchas veces han actuado según su propio querer, sustrayéndose así a la observancia de la misma. En expiación y penitencia, te ofrezco al Corazón divino de tu amadísimo Hijo y Señor Nuestro Jesucristo y su gran sumisión. ¡Jesús mío, misericordia!

Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Te ruego humildemente eterno, benigno y misericordioso Padre, que perdones a las pobres almas su pesada abundancia de culpas, porque no han amado a sus enemigos y no han querido perdonar.

En expiación y penitencia por estos numerosos pecados, te ofrezco en sacrificio las Santas Palabras de tu amadísimo Hijo y Señor Nuestro Jesucristo, con las cuales dijo desde la cruz: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.” ¡Jesús mío, misericordia!

No nos dejes caer en la tentación. Te ruego humildemente eterno, benigno y misericordioso Padre, que perdones a las pobres almas que no han opuesto resistencia alguna en las grandes tentaciones, cediendo a las seducciones del Maligno y que por lo tanto se han precipitado en la ruina. En expiación y penitencia, te ofrezco la amorosa y obediente sumisión y todo el amargo sufrimiento y la muerte de tu amadísimo Hijo y Señor Nuestro Jesucristo. ¡Jesús mío, Misericordia!

Líbranos de todo mal. Te ruego humildemente eterno benigno y misericordioso Padre, que perdones a las pobres almas y las lleves junto a tu amadísimo Hijo y Señor Nuestro Jesucristo al reino de la gloria, donde Tú vives por siempre. ¡Jesús mío, misericordia! Amén.