El "kobolo", nueva droga "estrella de los colegios"
El consumo de una nueva droga que los jóvenes apodan "kobolo", un analgésico mezclado a menudo con alcohol, causa furor en las escuelas.
El consumo de una nueva droga que los jóvenes apodan "kobolo", un analgésico mezclado a menudo con alcohol, causa furor en las escuelas.
"Nos preguntamos quién no consume en los colegios públicos", afirma Chantal (no es su verdadero nombre), profesora de música en un colegio de Libreville enfrentado día a día al problema.
"Esto comienza desde el sexto grado, desde los 12/13 años, se ve a los niños literalmente cambiar, convertirse en agresivos y violentos bajo los efectos del kobolo, que encontramos revisándoles sus bolsos. Lo peor es que los alumnos no solo consumen sino que también venden", dice.
"La administración conoce el problema, pero es como si se viera superada", añade. Los sindicatos de profesores no paran de alertar en los últimos meses sobre la creciente "inseguridad" en el medio escolar.
Cada semana, la prensa se refiere a una agresión con cuchillo entre alumnos, que muchos relacionan con el consumo de esta nueva droga.
Los diarios informan todos los días sobre la detención de traficantes a veces provenientes de Camerún o relacionados con la rama farmacéutica y se alarman por "la devastación que está causando entre los jóvenes" este "preocupante" tráfico.
El kobolo, palabra del argot proveniente de los barrios populares de Libreville, denomina el uso desviado de Tramadol, un antiinflamatorio cercano a la codeína y la morfina que se prescribe en casos de traumatismo o tras una operación.
"El kobolo es una mezcla de analgésicos que actúa directamente en el cerebro. Da una sensación de bienestar por la secreción de dopamina, la hormona del placer", señala la doctora Marie-Louise Rondi, presidenta de la orden nacional de farmacéuticos de Gabón.
Eso "explica la adicción y la tendencia al aumento de las dosis diarias, hasta que saltan todos los controles de seguridad del cerebro", con un riesgo de "muerte por asfixia" en caso de sobredosis.
Utilizado como droga, el Tramadol se consume tal cual en fuertes dosis, o mezclado con diversos jugos o alcohol.
Surgido en Estados Unidos hacia 2014, este fenómeno mundial afectó a África un poco más tarde. En Gabón, donde el consumo de marihuana y otras drogas sigue siendo muy limitado, su uso se popularizó en 2017.
"Hacemos reuniones con los padres para alertarlos sobre la amplitud del fenómeno", dice la doctora Rondi. Desde julio se hizo obligatorio presentar receta médica para adquirirlo.
"Consumida con refresco es como si durmieras... duermes despierto", dice Jess, de más de 20 años, y que se define como "exconsumidor". "Pero si lo bebes con un poco de alcohol, entonces la cosa es distinta...", exclama este muchacho de los suburbios populares de Libreville, a quien le gustaba mucho el kobolo.
"Eso despierta los sentidos dormidos, cuando tomas te pones caliente.. no controlas nada, te sientes superhéroe, pierdes los sentimientos", dice el joven. "Da mucho valor".
"Ya no sientes dolor", dice mientras muestra una amplia cicatriz en su antebrazo, provocada por un accidente automovilístico en el que "traspasó el parabrisas sin sentir dolor".
"Y con las mujeres se te para como un caballo, nunca se baja el sexo. Pero no sientes placer, es como si estuvieras bajo anestesia", señala.
Los efectos colaterales son muchos: pérdida de apetito, sueño, picazón. También se presentan "crisis de epilepsia, problemas del hígado, trastornos de la memoria...", agrega Jess.
Llamada "bebé rosado", "pequeño rojo" o "kemeka" (correspondiente a toda la panoplia de medicamentos de tipo tramadol), la pastilla se vende entre 250 y 500 FCFA (0,40 y 0,80 euros).
Conseguirla clandestinamente es fácil, constató la AFP en el barrio de la estación de autobuses, verdadero enjambre de comercios y vendedores ambulantes. En ese laberinto de callejuelas, son los vendedores habituales los que lo suministran, aunque también se vende en pequeñas tiendas de medicamentos y de raticidas.
El consumo "va de 12 años hasta 16 y 17 años, pero también en otras edades. Todas las clases sociales están afectadas. Todas las nacionalidades también, franceses o libaneses", dice Laeticia Ndong, psicóloga que trata muchos casos en su gabinete privado.
Las jovencitas también consumen, a lo que se agregan las relaciones sexuales riesgosas y los embarazos no deseados, subraya Ndong.
"Yo dejé la droga a causa de la violencia y la preocupación de mis padres", dice Jess. "Y hemos perdido a muchos amigos que murieron en peleas, apuñalados o degollados", concluye.
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AFP